Tenis

Nadal puede con todo: supera a Shapovalov y los problemas físicos para llegar a semifinales

Rafa derrotó al canadiense por 6-3, 6-4, 4-6, 3-6 y 6-3 en un partido agónico y marcado por un golpe de calor en el tercer set que le provocó dolores estomacales. Berrettini, el viernes, será su siguiente rival

Nadal celebra uno de los puntos logrados ante Shapovalov en cuartos de final
Nadal celebra uno de los puntos logrados ante Shapovalov en cuartos de finalDEAN LEWINSAgencia EFE

La agonía llevada al extremo. Eso fue la victoria de Nadal en cuartos ante Shapovalov por 6-4, 6-4, 4-6, 3-6 y 6-3 en cuatro horas y 8 minutos. Después de un primer set soberbio y un segundo sólido llegó la crisis. El sufrimiento comenzó en el tercero y llegó al momento culminante en el cuarto. Antes de concluir el quinto juego pidió al juez de silla la presencia del médico con desesperación. En el parón se llevó las manos repetidas veces al estómago, el doctor le dio una pastilla y luego se trató de sobrevivir como fuera. En eso Rafa es el mejor de la historia con diferencia. Ganó algo de tiempo en busca de una resurrección que llegó en el quinto set. Lo de la resiliencia llevada al extremo. Nadal está a un paso de pelear por su 21 Grand Slam. El penúltimo obstáculo será Matteo Berrettini que superó a Gael Monfils por 6-4, 6-4, 3-6, 3-6 y 6-2. El único duelo directo fue para Nadal en las semifinales del US Open en 2019. Rafa se impuso por 7-6, 6-4 y 6-1.

Shapovalov alcanzaba por primera vez los cuartos en Australia después de haberse mostrado rotundo en octavos ante Zverev. Su partido ante el alemán, el gran candidato junto a Medvedev tras lo de Djokovic, activó al mejor Nadal del torneo. El primer set de Rafa fue intachable. Lo demostró con números y sensaciones. Sólo cometió tres errores no forzados, se fue hasta el 89 por ciento de primeros servicios, cedió cinco puntos con su saque, 9 golpes ganadores... El canadiense se encontró con un rival que respondió a su primer gran desafío del torneo. Giron y Hanfmann fueron dos buenos sparrings. Khachanov estuvo lejos de ofrecer resistencia real y Mannarino fue un trámite después de resolver aquel primer set con su “tie-break” interminable. Nadal cuajó un arranque soberbio desde la primera bola.

Una de las muchas virtudes de Rafa en la pista es ser paciente, muy paciente y saber leer los partidos. Y ahí es donde flojea su rival con 22 años. En el cuarto juego, una derecha ganadora paralela, de ésas que llegaban en rondas anteriores con el partido mucho más avanzado, hizo descarrilar a Shapovalov. Llegaron tres errores seguidos y un break en blanco para el español. Amparado en un saque soberbio, el de Manacor no ofreció un resquicio de duda y eso desesperó al canadiense en el arranque de la segunda manga.

Viéndose superado, Shapovalov se dirigió de mala manera al juez de silla porque entendió que Nadal había tardado demasiado en regresar a la pista. Carlos Bernardes le miró con cara de “qué me está usted diciendo” y Rafa, en el otro lado de la pista, no entendía nada. No se quedó ahí. Shapovalov insistió y Bernardes cada vez estaba más descolocado. Hubo incluso un intercambio de opiniones de los dos en la red. El “incidente” alteró el ritmo del partido, quizá era lo que buscaba el canadiense. El juego de Rafa dejó de ser fluido así que tocaba ponerse en modo supervivencia. Y en ese estado nadie es capaz de mantener la serenidad como él. Mucho menos Shapovalov. Después del primer juego al servicio en el que Nadal tuvo problemas de verdad, llegó la oportunidad. Aprovechó que el canadiense estaba más preocupado de gritar y protestar a su palco para sumar un break decisivo. La paciencia frente a los errores.

Con dos horas de partido encima, la constancia de Rafa llevó a Shapovalov al límite. Y el canadiense aceptó el reto. En el sexto juego tuvo las primeras dos bolas de break. Llegaron “gracias” a un par de dobles faltas, pero... el saque se ha convertido en un arma más en el arsenal del español. Cuatro saques excelentes abortaron la amenaza, aunque el aviso ya había llegado. A Shapovalov no le quedó otra que ser lo más agresivo posible, casi suicida. Y le salió bien porque Nadal perdió la fluidez y la rutina con que había manejado el partido. La ruptura llegó en el décimo juego y las distancias se acortaron. Pero había algo más.

A medida que el canadiense crecía a Rafa el partido se le ponía cuesta arriba. El problema es que no sólo era cuestión de tenis. Físicamente había perdido frescura, pero era más serio. Después de sufrir un break en el cuarto juego con una doble falta y una advertencia por tiempo incluidas, se encendió la alarma. En el quinto juego se dirigió al juez de silla. “¿Puedes llamar al doctor?”, dijo a Carlos Bernardes. En el parón llegaron el doctor y el fisio. Rafa se llevó repetidas veces la mano al estómago. El doctor le dio una pastilla y el español se aplicó aire al rostro con el tubo que hay cerca de su silla. Regresó a pista, pero el norteamericano aprovechó la desconexión física de Nadal para forzar el quinto set.

Quedaba por comprobar si Rafa podía volver a ser él y no el jugador del set anterior, el que estaba obligado a recortar los puntos por sus problemas físicos. Y Nadal regresó después de un paso por los vestuarios para que le tomaran la tensión. Salvó las oportunidades de ruptura que tuvo el canadiense en los juegos primeros y tercero. Y se situó con 3-0. Shapovalov comenzó a ser consciente de que podía estar dejando un oportunidad única. El español se reencontró con el servicio de los dos primeros sets y la épica volvió a tener premio.

Keys, primera semifinalista

Madison Keys, verdugo de Paula Badosa en cuarta ronda, se convirtió en la primera semifinalista del torneo al imponerse por 6-3 y 6-2 a Barbora Krejcikova en 85 minutos. La estadounidense ratificó ante la checa el contundente partido que se marcó ante la española. Once saques directos, 27 golpes ganadores, 72 por ciento de primer saque... la yanqui es la número 51 del mundo, pero ese número es engañoso. Es una pegadora que sabe muy bien de qué va lo de competir en los Grand Slams y en partidos importantes. Con apenas 14 años ya ganó su primer partido WTA y en 2017 disputó la final del US Open. En 2022, con 26 años, parece dispuesta a confirmar las expectativas que despertó en su país cuando era una niña. Keys se medirá en semifinales con la ganadora del Barty-Pegula con la australiana y número uno del mundo como favorita.