ATP 500
Alcaraz sabe sufrir para derrotar a Jarry y meterse en la final de Río de Janeiro
El murciano, desesperado por momentos, se agarra a la pista ante los cañonazos de su rival, vence por 6-7 (2/7), 7-5 y 6-0 y se jugará el título otra vez con Norrie
Sufrió Carlos Alcaraz, vaya si sufrió para derrotar a Nicolás Jarry (6-7 [2/7], 7-5 y 6-0) y meterse en la final del ATP 500 de Río de Janeiro. Fue un partido de esos en los que hay que resistir y ser paciente. De los que tienes dos rivales: por un lado el chileno, que estuvo fantástico, tocado por los dioses de la raqueta esta semana; y por otro el propio Carlos, no caer en la desesperación. Y hubo un momento en el segundo set, al comienzo, que parecía que el murciano iba a sucumbir. Estaba enfadado con el mundo, maldecía, miraba a su banquillo y hasta tiró la raqueta al suelo ante la falta de oportunidades. Pero logró serenarse.
Había llegado hasta ahí de mal rato en mal rato, remando para nada. El número dos del mundo nunca se había enfrentado a Jarry, un tenista que se mueve entre el circuito ATP y los torneos Challenger, pero que tenía una sorprendente estadística contra los “top 10”: cuatro triunfos en nueve partidos. Es un gigante de casi dos metros, con un potente saque e intenta jugar muy directo. No da ritmo. Tenía que adaptarse a todo eso Alcaraz, y le costó. La pelota le venía muy rápido y no tenía el control habitual. Su primer saque lo cedió y siempre fue a remolque de un tenista que encontraba ganadores y descolocaba al español. Cuando tenía 5-3 para llevarse ese primer parcial, Jarry encontró la primera gran respuesta de Carlos, que le hizo un break en blanco, cada punto celebrado con el puño, el público ya enloquecido. Todo había empezado en el juego anterior con un par de dejadas de esas marca de la casa, una de ellas completadas con un passing en el que tuvo que sacarse un golpe espectacular cuando estaba desbordado, como dando un bofetón a la pelota.
Pero Jarry supo aguantar el chaparrón y siguió a lo suyo, jugando desde el cielo con esa altura, a martillazos. El tie break lo ganó con relativa facilidad. Alcaraz volvió a un estado peligroso. Comenzó el segundo parcial sacando y teniendo que levantar un 0-40 y otra pelota de break con un saque directo de segundo servicio. Parecía al límite. Lo decía su raqueta y sus caras. Ese parcial fue un ejercicio de resistencia y madurez y el murciano pasó el examen. No estaba para bromas, muy serio y peleando todas las bolas, inventando dejadas y también sufriendo algunas. Fue una tortura de más de una hora hasta que la oportunidad que pedía le llegó de verdad y no la dejó escapar. Con 6-5 sí aflojó Jarry con el saque y regaló varios puntos. Cedió el set con un juego en blanco en contra y a partir de ese momento un huracán le pasó por encima.
Alcaraz buscó la complicidad del público y subido en la ola, ya no frenó. La única preocupación es que terminó con unas molestias en la pierna izquierda.
En la final le espera el mismo rival que hace una semana en el partido por el título de Buenos Aires: Cameron Norrie. El británico se dio una buena paliza con Bernabé Zapata, el otro español que seguía vivo en Brasil. Firmaron un partidazo con momentos memorables decidido en el tie break del tercer set: 6-2, 3-6 y 7-6 (7/3).
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