Opinión

La trampa mortal de precio y deuda

El coste de la deuda pública subirá otros 12.000 millones en intereses siempre que el precio del bono español ronde el 3%, porque si es más alto, el coste también será todavía mayor

La trampa mortal de precio y deuda
La trampa mortal de precio y deudaAntonio Cruz

Thomas Carlyle (1795-1881), filosofo, historiador, matemático, defendía en su tiempo que «sólo hay dos medios de pagar las deudas: por el trabajo y por el ahorro». No estaba descaminado. Ayer, Cristina Herrero, presidenta de la AIREF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal), sucesora en el puesto del ahora inefable ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, también fue muy clara en Santander. Explicó que, de momento, el coste de la deuda pública subirá otros 12.000 millones en intereses siempre que el precio del bono español ronde el 3%, porque si es más alto, el coste también será todavía mayor. Además, cada punto que aumenta la inflación, representa 700 millones de coste adicional.

Herrero no quiso meterse ayer en más jardines, pero es obvio que si el Banco Central Europeo tiene que subir los tipos de interés más de lo previsto o más rápidamente, esos 12.000 millones extra serán bastantes más, porque la deuda española está atrapada en círculo infernal de la inflación, que iba a ser pasajera, pero que cada vez lo es menos. Lo ha tenido que reconocer, la «vice» Nadia Calviño y la Reserva Federal –ya admite que tardará dos años por lo menos en que la inflación vuelva al redil del 2%.

Los gobiernos, muchas veces a lo largo de la historia, socavaron el valor de sus monedas para pagar con más facilidad sus deudas. La inflación es también un método perverso – que aumenta la desigualdad– de abaratar la deuda pública. Inflación y deuda son una trampa mortal para los países y, sobre todo, para los ciudadanos. La deuda provoca inflación y la inflación, antes o después, genera paro y más pobreza.

Por algo la llaman «el impuesto de los pobres» que utilizan, de forma enmascarada, los gobiernos para pagar sus deudas. Cristina Herrero es solo la última, por ahora, en advertir y poner cifras a los riesgos de la deuda y la inflación de la que, por cierto, el Gobierno –que la sufre y sufrirá en la urnas–no solo no se siente responsable, porque alega que es algo europeo, sino que contempla más gasto –las medidas que aprobará el sábado aliviarán momentáneamente alguna economía doméstica pero poco más–, justo la receta contraria, ortodoxa y clásica de Carlyle de trabajo y ahorro..