Energía

El cohete y la pluma: barril en caída hacia 100 dólares y gasolina por las nubes

El Brent está un 30% más barato que antes de la invasión rusa. El Estado recauda el doble que lo que destina a este descuento como consecuencia de los altos precios. Unos 23 euros de cada 50 que repostamos son impuestos

Precio del petróleo
Precio del petróleoAntonio Cruz

El barril de Brent, el crudo de referencia en Europa, cotiza hoy a 104 dólares de media. Esto supone una caída de más del 20% desde los 130 dólares que marcó el pasado 8 de marzo y superior al 30% sobre los máximos que se registraron ese día, próximos a los 140 dólares. Sin embargo, pese a la relativa relajación de los precios de la materia prima, los combustibles de automoción más demandados en España, el gasóleo y la gasolina súper, no bajan en esa proporción y siguen anclados en máximos históricos. No es algo nuevo, a mediados de marzo pasado sucedió un episodio similar con el tímido avance de las negociaciones de alto el fuego entre el invasor ruso y la resistencia ucraniana. Pese a una caída similar de los precios del barril, la gasolina y el gasóleo rompieron sus máximos históricos tras dispararse un 9,9% y un 15%, respectivamente, en una semana. Entonces, la gasolina se vendía en España a una media de 1,844 euros el litro, mientras que el gasóleo se pagaba a 1,817 euros el litro.

Los últimos datos del Boletín Petrolero de la UE indican que el precio medio del litro de gasolina en España se ha situado en los 2,112 euros, tras registrar una bajada del 0,75% con respecto a hace siete días. De este modo, acumula ya dos semanas consecutivas de descensos, pero tan contenidos que apenas se notan en los surtidores. En el caso del diésel, el combustible más utilizado con mucha diferencia, el precio medio del litro ha bajado por primera vez desde finales de mayo, un 1,14%, hasta situarse en los 2,076 euros. Todos estos precios no tienen en cuenta el descuento de 20 céntimos por litro repostado que el Estado deja de ingresar al menos hasta final de año para aliviar algo el desgaste en el bolsillo de los consumidores y del sector del transporte por carretera, en serios problemas a consecuencia de este encarecimiento de las gasolinas.

¿Pero por qué pagamos más al repostar que cuando el barril estaba mucho más caro? En primer lugar, los combustibles que repostamos hoy se refinaron con barriles pagados a una media superior a la que hoy marcan los mercados, con un precio disparado como consecuencia de la elevada inestabilidad en las primeras semanas de la invasión de Ucrania. Por entonces, la Agencia Internacional de la Energía alertaba de un posible «shock» en el suministro por el empecinamiento del régimen ruso de Vladimir Putin en mantener la invasión, lo que suponía alargar las sanciones occidentales contra Rusia y su producción petrolera, y gasista, que tendría que ser suplida por EE UU, Brasil, Guayana y Canadá.

En segundo lugar, los precios de la materia prima, el crudo, representan solo 17 euros de cada 50 euros que repostamos, según la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP). Unos nueve euros corresponden al coste de la logística y comercialización, y un euro es el margen bruto mayorista. Por contra, 23 euros de esos 50 son impuestos, según la AOP. Aunque el descuento de los 20 céntimos por litro ha reducido ese impacto, el Estado recauda el doble que lo que destina a este descuento como consecuencia de los altos precios en el Impuesto Especial sobre Hidrocarburos, que establece un fijo de 0,472 euros en el caso de la gasolina y de 0,379 en el del gasóleo más vendido. Además, el combustible también se grava con el 21% de IVA. El Impuesto Especial sobre Hidrocarburos se aplica a cada litro de combustible y el IVA sobre el total. Mientras el IVA eléctrico ha caído al 5% para los hogares el de los combustibles sigue anclado en el 21% y el Gobierno sigue haciendo caja cada vez que llenamos el deposito. Si es que alcanza para llenarlo.

En definitiva y en números gruesos: el Estado renuncia a 20 céntimos de los alrededor de 80 céntimos que recauda en impuestos por cada litro de combustible que se reposta en las estaciones de servicio españolas.

Con los combustibles ocurre lo que los economistas denominan el efecto pluma y el efecto cohete. Cuando llega la hora de abaratar los precios de la gasolina o del gasoil porque el crudo rebaja su precio, los costes en los refinados tardan en moverse y caen como una pluma pese a que a la inversa sube como un cohete, meteórico.

En este sentido, además de la cuestión impositiva, las variaciones a la baja del precio de los combustibles tienen que ver con la demanda y el aprovisionamiento que realizan los suministradores. Las empresas adquieren sus reservas de combustible en función del precio actual, por lo que una caída drástica en el precio del petróleo no va a tener un reflejo inmediato en el precio del surtidor para no vender a pérdidas.

Por último, en la evolución en ambos sentidos incide la variación de las divisas. Los barriles de petróleo se pagan en dólares, por lo que la fluctuación respecto al euro también impacta en los surtidores. Y el euro ha venido depreciándose respecto al dólar hasta rozar la paridad. Desde la invasión de Ucrania, el euro ha perdido casi 10 céntimos en su capacidad de cambio frente a la divisa estadounidense.