Opinión

Eliminar la "Golden Visa": una cortina de humo que no soluciona el problema de la vivienda

Entre 2013 y la actualidad, se han concedido en España menos de 12.000 visados por esta vía. Esto es, que, a lo sumo, la medida ha reducido la oferta de viviendas disponibles en 12.000 unidades durante la última década

Anuncios de venta y alquiler de viviendas en una inmobiliaria
Anuncios de venta y alquiler de viviendas en una inmobiliariaJesús G. FeriaLa Razón

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anuncia que eliminará los visados de oro en la compra de vivienda: esto es, el permiso de residencia que se ofrecía a todos los inversores extranjeros que adquirieran viviendas por un importe superior a 500.000 euros. Se trató de una medida que adoptó en el año 2013 el Gobierno del Partido Popular de Mariano Rajoy y que tenía como propósito reanimar el mercado inmobiliario español (en aquel momento, totalmente azotado por el estallido de la burbuja inmobiliaria).

Más allá de lo que cada cual piense sobre esta medida (similar a la que existe en otras jurisdicciones para atraer inversión extranjera), lo que desde luego constituiría un enorme error es pensar que la fuerte elevación de los precios de la vivienda –y consecuente restricción de la accesibilidad a la vivienda entre muchísimos jóvenes– se ha debido a este visado de oro. Entre 2013 y la actualidad, se han concedido en España menos de 12.000 visados por esta vía. Esto es, que, a lo sumo, la oferta de vivienda en España se ha reducido en 12.000 unidades durante la última década como consecuencia del efecto de esa medida. En realidad, empero, habrán sido bastantes menos: si un extranjero adquiere una vivienda por 500.000 euros y luego la saca en alquiler, esa vivienda no reduce la oferta de inmuebles disponibles en el mercado.

Por consiguiente, como digo, sería un error pensar que con la futura derogación del visado de oro nos acercará en lo más mínimo a solucionar el problema de la vivienda que padecemos en España. Al contrario, mientras sigamos pensando que la solución pasa por reprimir la demanda y no por fomentar la oferta de vivienda, continuaremos sin entender cuál es el fondo de la cuestión y, por tanto, estaremos dando palos de ciego.

Sánchez, en lugar de recurrir a estas cortinas de humo, debería ocuparse más en cumplir la promesa de campaña de construir decenas de miles de nuevas viviendas: no es que a un liberal semejante medida lo entusiasme, pero al menos sería eficaz en contrarrestar aquello que se dice que se quiere combatir.