Opinión

Comienza el asalto a La Moncloa

No vale el argumento que ha empezado a expeler el «pedrismo» de que estos comicios nunca tuvieron relevancia nacional. El resultado del PSOE no es malo, sino peor

SANTIAGO DE COMPOSTELA, 18/02/2024.- Un hombre utiliza una cabina de votación en el colegio Ames a las afueras de Santiago de Compostela al comienzo de la jornada electoral en Galicia, este domingo. Los colegios electorales de Galicia han abierto sus puertas a las 09:00 horas de este domingo para empezar a recibir a los más de 2,2 millones de gallegos que están llamados a votar antes de que den las 20:00 horas. EFE/ Lavandeira Jr
Abren los colegios electorales en Galicia a la espera de 2,2 millones de electoresLavandeira JrAgencia EFE

Estas elecciones, que iban a ser anodinas, se han acabado transformando en fundamentales. Unos y otros quisieron convertirlas en nacionales, reflejo de la controvertida política española, y de ahí que su resultado sea más importante que nunca, pese a lo previsible. Triunfa Feijóo, zozobra Sánchez. Los que apostaron porque Galicia votara en clave española tienen aquí el resultado. Gana el PP, pierde otra vez el PSOE, en este caso de forma estrepitosa. No vale ahora el argumento, como empezó a expeler el «pedrismo» sincronizado, de que estos comicios nunca tuvieron relevancia nacional. Los más osados incluso se atreven a decir, como conclusión, que el PP ha perdido, porque ha bajado en escaños. Ora pro nobis.

Fantasías al margen, lo único que saca en claro Sánchez de estos comicios es su naufragio. En lo territorial y en lo personal. Pese a controlar los ayuntamientos de cinco importantes ciudades, el resultado no es malo, sino peor. Gregario del Bloque, subalterno del independentismo, condenado a tener que seguir asumiendo las excentricidades separatas, se confirman los peores augurios, al quedar desplazado a un puesto anodino. El barco del «sanchismo» hace aguas por donde pasa. El descalabro no es solo por haberse quedado con 9 insólitos diputados, cuando llegó a tener 28 otrora, sino por lo que eso supone. No solo ha errado poniendo a un candidato insulso llamado a perder desde el principio, sino que insiste en una política de destrucción de su organización. En Galicia, como en Cataluña, País Vasco y Navarra, la-pésoe se ve compelida a una labor decomparsa cada vez más cercana a la insignificancia. Pese a que el jefe del Gobierno dice con frecuencia aquello de «nosotros somos más», la realidad es que el «sanchismo» es cada vez más escuálido, pues en el único lugar donde en verdad gana, Castilla-La Mancha, lo es gracias al empuje del enemigo García-Page.

Pero que nadie se engañe: no habrá revuelta en Ferraz como consecuencia de la debacle. Ya se encargará la legión bolaña de vender como «previsible» lo inexcusable. Por muy en el guion que figurara, la conclusión no puede ser más destructiva para un presidente que no gana desde hace tiempo en ninguna parte.

Al contrario que Feijóo. Aireaba la propaganda pedriana que se iba a comer la mayoría absoluta, cuando lo cierto es que sale más fuerte que nunca. Ni traspiés ni gaitas. El gallego exhibe su perfil de ganador. En Galicia empieza el asalto a La Moncloa.

Confirma el Bloque lo que se anunciaba. Pontón, la Otegi gallega, como la bautizó la derecha, ha tenido un magnífico resultado para ser lo que es, pero se queda lejos de Rueda, convertido desde ya en nuevo barón del PP por mérito propio. El Bloque tendrá que esperar, igual que Lady Yolanda. Sumar resta y los podemoides se esfuman, aunque han hecho bien su trabajo, que era golpear a la vicepresidenta allí donde le duele. Pese a ser nativa, cosecha un nuevo batacazo en su historial. Duro para quien va dando lecciones por el mundo, pero que a la hora de la verdad es incapaz de conseguir un solo diputado donde está obligada. Lo de Sumar es ya una burbuja pinchada por Iglesias.

Otrosí Vox: sus votos, tirados a la basura en la obstinación de Abascal por enfrentarse más al PP que al PSOE. Puede que incluso el sufragio del exterior le dé una mejora, habida cuenta de que Milei le ha bendecido. El peso del sufragio argentino nunca ha sido broma en estas elecciones. En las últimas logró un escaño más Feijóo, pero en 2009 lo perdió y en 2005 significó el fin de Fraga. Habrá que esperar una semana, aunque en este caso no parece que sea decisivo.