Podemos

Podemos: derribar al Rey en la calle

Los de Iglesias son conscientes de que el debate republicano desgastaría a los ministros. Buscan agitar a los ciudadanos para que sean ellos quienes lo lideren

Un manifestante quema una foto del rey Felipe VI en Barcelona.
Un manifestante quema una foto del rey Felipe VI en Barcelona.Enric FontcubertaAgencia EFE

Solo hubo un momento en la historia política de Podemos en la que decidieron apartar, momentáneamente, su bandera republicana. Fue en diciembre de 2019 y pese a la sorpresa, era el propio Pablo Iglesias quien inauguraba esa falsa tregua. El motivo no era otro que apaciguar a sus futuros socios en Moncloa. El también líder de Podemos llegó a asegurar que «la Monarquía no está en crisis y esto lo dice un republicano». Parecía entonces que la República ya no era una prioridad en el ideario morado, que observaba entonces como crecían las contradicciones de entrar en el Gobierno con su programa electoral.

Nada más lejos de la realidad, casi un año después, los morados se muestran firmes en sus convicciones e incentivan una de las mayores ofensivas contra la Corona en democracia. Desde el Gobierno han señalado al Rey como protagonista de una «maniobra» contra el Gobierno legítimo y le acusan de falta de neutralidad política. Fue en el mes de septiembre cuando, impulsados por las horas bajas que pasaba la Corona a consecuencia de las informaciones sobre los negocios opacos del Rey Emérito, reactivaban su hoja de ruta destinada a liderar el eterno debate sobre monarquía o república. Dejaron de lado las instrucciones de modular sus mensajes políticos contra el Rey y dieron paso a una nueva estrategia destinada a marcar perfil propio dentro de la coalición. Desplegaron para ello toda una maquinaria parlamentaria centrada en la discusión sobre la utilidad de la Monarquía. Ejemplo de ello fueron registros de proposiciones no de ley en el Congreso para despenalizar las injurias al Rey, solicitudes de comisiones de investigación sobre D. Juan Carlos o la también propuesta fallida de que el CIS vuelva a preguntar por la Monarquía a los españoles.

Durante este mes han tratado de capitalizar esta hoja de ruta en el Congreso, pero con el objetivo último de agitar -mediante iniciativas parlamentarias para poner en jaque a la Corona- a la ciudadanía para que ellos sean quienes visiblemente reclamen un horizonte republicano. Es esa estrategia seguida siempre en Podemos, de recalcar que no son sus dirigentes los que reclaman el cambio, sino la clase popular desde las calles.

La realidad es que asumen que no son capaces de implantar un futuro republicano y encomiendan esa tarea a sus bases. En la base de operaciones morada son conscientes ya de que la ofensiva abierta no es viable y lo explican por dos motivos. Uno, la aritmética parlamentaria es endeble. Dos, el profundo desgaste que supondría para los ministros morados frente al resto del Gobierno socialista que no va a entrar en este juego. La aritmética no suma en el Congreso. Es un hecho irrevocable. El análisis morado va en esa dirección y apunta a que la correlación de fuerzas actual es la que impide el horizonte republicano y que se pueda plantear ahora. Asumen que no existen los consensos parlamentarios necesarios para una reforma constitucional de calado. Ni de lejos, reconocen las fuentes consultadas. Además, los morados deben medir muy bien cada paso con el que señalan a la Monarquía por su relación con el PSOE en el Gobierno. No pueden presionar con esta cuestión y abrir así otra grieta en la coalición, deben garantizar la supervivencia de la misma, atada a la suya propia. Son sabedores, además, de que Moncloa frenaría un ataque frontal a la Corona –a pesar de que el propio Pedro Sánchez se zafara esta semana de respaldar al Rey públicamente en el Congreso-. Las posturas encontradas son claras y se manifestaron este mes de agosto, cuando los morados no conocían las negociaciones entre Zarzuela y Moncloa para preparar la salida del Emérito del país. Ello provocó una gran bronca, de hecho, entre Iglesias y Sánchez, según reconoció el propio vicepresidente.

Es difícil mantenerse en el equilibrio político de su afán antimonárquico y su posición en el Gobierno. Además, la facción catalana en Podemos, el En Comú Podem liderado por un cada vez más fuerte Jaume Asens, presiona dentro del grupo confederal para organizar toda una maniobra que de sus frutos contra la Casa Real. Sin embargo, asumen ya la imposibilidad de tocar un horizonte republicano con sus acciones en el Gobierno. Y es por ello que han pasado a movilizar a sus bases para que sean ellos quienes activen el botón de la instauración de la República. Iglesias ya aleccionó en este sentido a sus «barones» autonómicos fijándose como tarea «fundamental» de Podemos llegar a la República, en el largo plazo. En una carta a sus inscritos, la semana pasada, la formación llama a su militancia a «trabajar» en una «alianza con otros sectores para construir un movimiento popular amplio que se plantee en serio el objetivo de transformar el actual modelo de Estado y transitar hacia una nueva república plurinacional y solidaria». También prometían en la misma misiva «trabajar para ello con todas las fuerzas», aunque «algunos dirán que no toca».

Estos guiños, enmarcados a dar alas e instrumentalizar a sus bases seguirán de inmediato con gestos en el Congreso, desde donde presentarán una iniciativa para tratar de prohibir por ley que el Rey pueda pronunciar discursos sin el consentimiento previo del Gobierno. Se encontrarán con el «no» de la Cámara Baja, pero conseguirán el rédito deseado entre sus bases.