El relevo de Iglesias
Ione Belarra marca perfil duro en su estreno en el Consejo de Ministros
El vicepresidente la ha instruido al 100% para seguir dando la batalla al núcleo socialista en aquellas negociaciones que encallen y que se encuentren pactadas dentro del acuerdo de coalición.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, presidió ayer en el Palacio de la Moncloa la foto de familia de su nuevo Ejecutivo tras la incorporación de Ione Belarra y el cambio de cartera de Nadia Calviño y Yolanda Díaz, vicepresidentas segunda y tercera. Posteriormente, Sánchez presidió el primer Consejo de Ministros sin el líder de Podemos y exvicepresidente segundo, Pablo Iglesias.
El líder de Podemos no dejó ningún hilo deshilachado tras hacerse oficial su salida del Gobierno. Su adiós se produjo después de semanas de reuniones con su cúpula con un doble objetivo: que su marcha se entendiera como una aparente calma dentro de la coalición –este alivio se experimenta ya en la cuota socialista en Moncloa– pero con el convencimiento total de los dirigentes de Podemos de que el equipo que se queda dentro de los muros del Gobierno está nutrido de personas de la máxima confianza del ex vicepresidente e instruido al 100% para seguir dando la batalla al núcleo socialista en aquellas negociaciones que encallen y que se encuentren pactadas dentro del acuerdo de coalición.
El partido se reconoce ya experimentado y no tiene miedo de las futuras batallas que deban afrontarse en la coalición, véase la ley de vivienda, debido a las difíciles negociaciones que han tenido lugar durante estos quince meses como el salario mínimo interprofesional, el escudo social o los desahucios y cortes de luz. Pero, ahora, con la decisión de Iglesias de saltar a la política madrileña, los fontaneros de la formación han entendido que era la oportunidad perfecta para reforzar a su equipo negociador dentro del Gobierno, sabedores de que solo una remodelación de la arquitectura de la coalición podría propiciar el reforzamiento de su equipo negociador dentro del Gobierno.
Con las nuevas fichas en el tablero, la formación se ve totalmente engrasada en Moncloa y con ánimo incluso de poder seguir «atando» a la parte socialista al cumplimiento íntegro del pacto de coalición firmado por Sánchez e Iglesias. Niegan, de hecho, que la salida de Iglesias sea la escenificación del fin de la coalición y vaticinan que con el nuevo equipo liderado por Díaz y Belarra y, en el segundo escalafón con el también comunista Enrique Santiago y un Nacho Álvarez reforzado –ambos como secretarios de Estado–, «algunos echarán de menos a Iglesias», en referencia a que la calma en la que cree sumirse Moncloa, a lo mejor solo se salda en menos ruido mediático, pero, en la práctica, vaticinan que continuará por los «perfiles duros» de partido que Iglesias deja en herencia con Ione Belarra al mando.
Será la vicepresidenta tercera la que pase a despachar con Pedro Sánchez cuando cualquier negociación se tercie sin solución, aunque, será entonces cuando Yolanda Díaz cuente también con un as en la manga: la bicefalia que, durante algunos meses mantendrá con el ya ex vicepresidente Pablo Iglesias. Desde la formación ven cómo su papel fuera del Gobierno puede ser incluso más útil que dentro al poder hablar desde los medios o desde cualquier acto sin el estricto corsé al que se veía atado –en algunas ocasiones– desde la vicepresidencia. De la misma manera, Sánchez e Iglesias mantendrán un teléfono rojo abierto en su condición de secretarios generales del PSOE y de Podemos.
La parte dura de la coalición queda bien atada con la alianza entre Ione Belarra, Enrique Santiago y Nacho Álvarez, todos de la máxima confianza también de la vicepresidenta tercera. Además, la ministra de Igualdad, Irene Montero, y el titular de Consumo, Alberto Garzón, ganarán peso político. Hasta ahora, su acción dentro del Ejecutivo se limitaba a sus competencias, pero, a partir de ahora experimentarán un estatus más político, del que hasta ahora solo gozaba el ex vicepresidente. La ministra de Derechos Sociales tiene fama de «negociadora incansable» tanto en Moncloa como en Podemos y el partido encaja con ella la pieza del puzle que dejaba al descubierto Iglesias. Su mano fue necesaria tanto para la conformación del Gobierno de coalición, como para el resultado de los Presupuestos Generales del Estado, al igual que su acción fue fundamental para aprobar la paralización de desahucios en pandemia. Junto a Nacho Álvarez, secretario de Estado de Derechos Sociales, encaran la ardua negociación en materia de vivienda con el Ministerio de Transportes. El papel de este último será el mismo que hasta ahora, es el jefe económico de Podemos y ha liderado negociaciones también enconadas, con la vicepresidenta Nadia Calviño por el plan de reformas o con la ministra de Hacienda María Jesús Montero y el ministro de Inclusión Social, José Luis Escrivá por el Ingreso Mínimo Vital o las pensiones.
El nuevo fichaje de Podemos para el Gobierno, Enrique Santiago como secretario de Estado de Agenda 2030, es también de la máxima confianza de Iglesias. Es el actual secretario general del PCE y su labor fue esencial para las conversaciones de paz en Colombia como parte del equipo jurídico de las FARC. En el último año destaca por ser pieza clave para Podemos en las conversaciones para tratar de renovar el Consejo General del Poder Judicial. Será un pleno interlocutor con el PSOE en el Gobierno y destaca por su conocimiento en el sector de la cooperación internacional, pata que recae además también en la secretaría que a partir de ahora dirige. La pata del equipo de Iglesias que todavía queda por desvelar será el protagonismo que pueda seguir teniendo Juanma del Olmo, director de Estrategia y Comunicación de Iglesias. Si seguirá o no como coordinador de Podemos con el PSOE en Moncloa. Su interlocución con el jefe de gabinete de Moncloa, Iván Redondo, ha sido continua y fluida y ha servido para coordinar la coalición, así como para rebajar tensiones en no pocas ocasiones. Ambos fueron quienes diseñaron la estrategia a seguir tras la salida de Iglesias del Gobierno y pilotaron la remodelación de la coalición.
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