En menos de una semana asumirá oficialmente la Presidencia del PP y la jefatura de la oposición. En esta conversación anticipa las líneas maestras de su programa político.
- ¿El presidente del Gobierno tiene hoy el crédito necesario para impulsar grandes políticas de consenso?
Para hablar de política de Estado debe haber un presidente del Gobierno que no actúe como secretario general de su partido y que no confunda al Estado con su Gobierno. También es difícil hablar de políticas de Estado con un presidente que gobierna con unos socios que no creen en España y que está al frente de un Gobierno en el que el 20 por ciento de sus ministros no comparten sus políticas ni respetan su liderazgo. Ahora bien, el PP es consciente de las circunstancias que vive España, y si en algún momento el presidente quiere discutir con nosotros sobre las grandes cuestiones, estamos dispuestos a escucharle. Pero los antecedentes del «no es no», de hacer repetir elecciones a Rajoy, de volver a repetirlas con el compromiso de no gobernar con los que hoy gobierna, si no inhabilitan para hablar de asuntos de Estado, sí lo dificultan mucho.
- No parece que vaya a Madrid convencido de que se puede abrir un nuevo tiempo de acuerdos de Estado, pese a las expectativas que está generando.
Los hechos de estas últimas semanas no dan pie a tenerlas. La política exterior siempre es un asunto de Estado, por ejemplo. Y los españoles acabamos de enterarnos de la relación con Marruecos y del cambio de posición sobre el Sáhara a través del Gobierno de Marruecos. Y de una carta que, a posteriori, el Gobierno español hace pública a través de un periódico. Además, el Gobierno nos dice que hay un acuerdo que no se explicita en esa carta, por lo que debe ser un acuerdo clandestino. La ruptura de una política exterior consensuada durante 40 años también dificulta mucho hablar con el presidente del Gobierno de políticas de Estado.
- ¿Le hará, en todo caso, una oferta de grandes acuerdos cuando asuma el próximo fin de semana la Presidencia del PP?
Para que haya pactos lo primero que tiene que haber es un presidente del Gobierno que crea en los pactos. Suárez, creía; y González, también. Yo creo en el Estado, llevo trece años representándolo como presidente de la Xunta y he tenido responsabilidades en distintos ministerios. Creo en España y creo que no se puede gobernar con los que no creen en España. En todo caso, cuando estemos de acuerdo con las políticas del Gobierno, diremos que «sí». Y cuando no las compartamos, diremos que «no». Yo no creo en la política del «no» a todo, y si alguna vez podemos decir que «sí», no dejaré de hacerlo por supuestos intereses de partido.
- ¿En la renovación del CGPJ mantendrá la exigencia de Casado de ligarla a la modificación del sistema de elección de los jueces?
Vamos a ver qué propone el Gobierno, no soy presidente del partido y todavía no me ha hecho ninguna propuesta.
- Le plantearán lo mismo que le ofrecieron a Casado, sentarse a cumplir el mandato constitucional de pactar la renovación del Poder Judicial.
Aquí no sólo está bloqueado el CGPJ. El Gobierno ha promovido una ley, recurrida ante el Constitucional, por la que usurpa al Consejo sus funciones para proveer las vacantes de forma ordinaria. De hecho, ya hay un 20 por ciento de plazas en el Supremo y en los órganos jurisdiccionales que están bloqueadas porque el CGPJ no puede nombrar a sus titulares. En cualquier caso, le insisto: cuando podamos decir que «sí» a lo que propone el Gobierno, lo haremos. Pero pretender que se diga que «sí» a todo lo que plantea el Gobierno, a la vez que se dice que «no» a todo lo que propone la oposición, no es aceptable.
- ¿Dice que «sí» al acuerdo alcanzado en Bruselas para contener el precio de la energía con un trato especial para España?
Pues antes de poder valorarlo deberíamos conocerlo, y hasta ahora no sabemos nada más allá del triunfalismo del presidente, que, por cierto, contaba con el apoyo unánime de las autonomías para reclamar medidas en Europa, como acordamos en La Palma. También acordamos bajar impuestos y nada ha hecho, de momento. Es evidente que el Gobierno no fue capaz de convencer al resto de países de la UE y se ha conformado con una alternativa improvisada, de la que, como digo, no sabemos nada.
- Entonces, ¿es otro «no»?
Lo que está claro es que el Gobierno carece de estrategia clara para abaratar el precio de la electricidad y llevamos meses con este problema, que hace un daño irreparable a familias, a pymes, autónomos y a la industria. Así que, sin conocer el acuerdo, y aunque los antecedentes no invitan al optimismo, ojalá esta vez el Gobierno sí acierte y sirva para abaratar el precio y dar respuesta a lo que necesitan los hogares y el tejido productivo. Y espero que el famoso día 29, por el que llevamos un mes esperando, adopten por fin más medidas en este sentido, porque son necesarias actuaciones en varias vías, como las que hemos propuesto desde Galicia.
- ¿Hay que revisar la transición ecológica? ¿Recuperar la energía nuclear?
Siempre he sido contrario al cierre automático de las centrales térmicas. En Galicia teníamos dos, una de ellas la más grande de España. Y, después de ejecutar una inversión de 200 millones de euros para cumplir con las emisiones que exigía la UE, llegó el Gobierno y la cerró. El Gobierno pretende cerrar todas las centrales térmicas, mientras que Alemania se ha marcado como horizonte temporal el 2038. Nos hemos desenchufado de esta red de energía antes de enchufar la energía nueva. En el campo eólico, queremos hacer parques con celeridad y, al mismo tiempo, interpretan la normativa ambiental para retrasar los plazos. No tenemos más política energética que la de la improvisación y España se enfrenta al riesgo de colapsar la economía por un planteamiento estrictamente ideológico.
- ¿Apuesta entonces por revisar la transición ecológica?
La realidad es que el coste de la energía está expulsando del mercado a centenares de empresas, está afectando a la viabilidad de miles de autónomos y a la capacidad de las familias para llegar a fin de mes. Las autoridades europeas deben reflexionar sobre si los planes de transición energética se deben mantener ocurra lo que ocurra, o si con inflación o estanflación deberíamos ampliarlos para que se desarrollen en ciclos alcistas de la economía. En una recesión económica no se puede incrementar aún más la recesión por los precios energéticos. Y España es el país con peores datos económicos de Europa. Hemos bajado nuestra riqueza interior bruta un 10,8 por ciento, solamente lo ha hecho peor Argentina, con un 11,2 por ciento. Tenemos dos puntos de inflación más que la media de la Unión Europea. Tenemos más déficit y más deuda. Es necesario que la energía no atranque más la competitividad de nuestra economía.
- ¿El acuerdo con los transportistas tiene un «sí» o un «no» del PP?
En la reciente Conferencia de Palma me impliqué personalmente para ofrecer un acuerdo a los españoles en un momento de tanta incertidumbre como éste. Nos pasaron varios borradores por la noche y el problema era que no podía aparecer la palabra «impuestos». A pesar de eso conseguimos presentar una declaración conjunta, que, sin embargo, fue desoída por el mismo Gobierno que la firmó, y hemos perdido más ingresos del Estado por el conflicto del transporte que el gasto que nos hubiera supuesto actuar desde un primer momento para compensar al sector por la subida del combustible. El pasado mes de noviembre ya escribí al presidente del Gobierno para plantearle que con la inflación más alta de los últimos 30 años el sector primario estaba vendiendo a pérdidas y había que actuar. Somos el país con mayor inflación de la Unión Europea y tenemos el último Gobierno que lo ha visto. ¿Por qué?
- El sobreendeudamiento y la retirada de los estímulos europeos limitan el margen presupuestario para bajar impuestos.
Pero hay mucho margen para bajar gasto: gasto público político y gasto público burocrático, improductivo. Otra cosa es que el presidente del Gobierno quiera hacerlo cuando su política ha sido la del incremento del gasto corriente, de la deuda y del déficit. Llevo 13 años al frente de la Xunta, nueve años en crisis, y hemos llegado a fin de mes con un presupuesto un 20 por ciento menor que el del año anterior y sin recortar los servicios públicos. Galicia es la primera, y única, Comunidad con escuelas infantiles gratuitas para toda la población.
- ¿El PP daría su votos al Gobierno para hacer ese ajuste?
Si es gasto político y burocrático, sí. La situación es de máxima urgencia porque un 7,6 de inflación, y subiendo, castiga igual a quien cobra 1.000 euros que al que cobra 100.000 euros: castiga igual no, castiga mucho más.
- Con usted en Génova, ¿el PP mantendrá su campaña de denuncia de la gestión del Gobierno español en Bruselas?
El PP tiene que velar porque los fondos comunitarios se ejecuten con publicidad y concurrencia, en función de la calidad de los proyectos y no de los pactos con los socios parlamentarios. Y allí donde más empleo y actividad económica produzcan, y no donde los territorios sean determinantes para que el Gobierno pueda seguir gobernando.
- ¿«Velar» quiere decir denunciar al Gobierno en Bruselas?
Siempre hemos sido respetuosos con los intereses de España, pero esto no quiere decir que haya que callarse cuando las cosas no las estamos haciendo bien. No provocaré ningún daño a mi país, pero mi obligación es hacer una oposición responsable. Las cosas que se hacen bien hay que ponerlas en valor, y corregir lo que se hace mal.
- ¿Qué quiere para el PP que presidirá?
Nos hemos enfrentado a una profunda crisis y la hemos zanjado en una semana. El partido vuelve a estar unido. He estado recorriendo todas las comunidades autónomas y he visto una gran ilusión y altas expectativas sobre el futuro. Mi obligación es mantener la unidad y presentar un proyecto alternativo, sólido, creíble, y con un programa económico a la altura del partido que ha ejecutado la mejor política económica. También quiero volver a tener un partido de mayorías, de centro derecha y reformista.
- ¿La unidad se consigue integrando al equipo de la etapa de Casado?
En el PP no sobra nadie, falta gente. Mantener la unidad significa reconocer a los activos más importantes que tenemos y su aportación al partido.
- Entonces, ¿habrá integración?
Ya le he dicho que no sobra nadie. Tenemos presidentes autonómicos excepcionales. Tenemos muy buenos alcaldes. Yo no voy a ejercer un control orgánico del partido, sino que voy a intentar que el partido ejerza el liderazgo social. No voy a preguntar si éste es amigo o enemigo ni me preocupa si le pongo yo o no. La gente no quiere que seamos un partido pequeño y controlado, sino grande y que represente a las mayorías. Éste es mi proyecto, el primero no me interesa. Tenemos que dejar de hablar tanto del PP y hablar más de lo que el PP puede hacer por España.
- ¿El problema de Casado fue el exceso de control orgánico?
Uno de ellos, sí. En privado, y con lealtad, se lo dije al presidente Casado. Eso fue minando la confianza de muchos cargos, de personas que llevan mucho tiempo en el partido y que se vieron afectadas por las desautorizaciones y las remodelaciones. Y el detonante último fue, evidentemente, el choque con la presidenta de la Comunidad de Madrid.
- ¿Por qué?
Si tu partido no te protege y pone en duda la honorabilidad de un activo importante se alimentan muchas tensiones. Y las tensiones llegaron a las bases. Las llamadas a las sedes, las notificaciones, los wasaps y toda la tensión acumulada nos hicieron ver que el proyecto estaba en crisis irreversible.
- En la última Junta Directiva Ayuso pidió la «revancha» contra la dirección de Casado. ¿Se la va a dar?
Hablé con ella y no entendí que pidiera eso.
- Debimos entenderlo mal entonces todos los demás.
Ella me explicó que cuando uno duda de tu honorabilidad, eso no se puede aceptar. Si el presidente de mi partido duda de mi honorabilidad, y yo le aseguro que soy una persona honorable, y aún así lo pone en cuestión en «prime time», yo tampoco lo aceptaría. Por eso la reacción de la presidenta Ayuso fue humana, y desde el punto de vista político no tiene contestación. Se puede aceptar la discrepancia ideológica o sobre cómo se ejerce el poder, pero un político no puede aceptar que alguien ponga en cuestión su honorabilidad.
- Entonces, ¿no da valor ni a las informaciones controvertidas que afectan al hermano de la presidenta ni a la investigación de la Fiscalía?
Hay unos hechos que son conocidos por todos. El hermano de la presidenta lleva veinte años trabajando en la actividad comercial con los servicios públicos, lo ha estado haciendo desde antes de que ella ejerciera cargos públicos y fuera presidenta de la Comunidad de Madrid.
- Pero la Comunidad de Madrid podría haber adjudicado contratos a otra empresa sin familiares de la presidenta.
Hay unas leyes de incompatibilidad que se han cumplido.
- ¿Convocará el Congreso del PP de Madrid en cuanto se celebre el Congreso Nacional extraordinario?
Sí. Hay varios congresos que tenemos que celebrar, éste también.
- ¿Pero será de manera inmediata o lo dejarán para el final, como estaba previsto en la etapa de Casado? Para el final y sin fecha.
No, no. Hay que convocarlos con celeridad porque hay mucho trabajo que hacer. Madrid es una comunidad con muchos alcaldes y candidatos a alcadías con más de cien mil habitantes. Hay mucho trabajo y convocaremos todos los congresos que faltan, también el de Madrid, cuanto antes.
- ¿Casado puede seguir en su equipo?
Si quiere sí. No hemos hablado de si quiere continuar en política. Lo haremos después del Congreso porque ahora estoy centrado en acertar con el equipo y en presentar un buen proyecto programático en el Congreso de Sevilla.
- ¿Contará con ex ministros en su equipo?
¿Por qué no? Hemos tenido muy buenos equipos en el Gobierno. Es verdad que algunos de ellos tienen empleos bien remunerados, y muchos de ellos han abandonado la política y no tienen acta en las Cortes, lo que dificulta mucho su inmediata incorporación. Pero a mí me gustan los políticos con experiencia. Para llegar a ocupar una responsabilidad como la que vamos a asumir se necesitan políticos con trienios de experiencia, ésta es mi opinión. Si yo nos los tuviera no me habría presentado a la Presidencia Nacional de mi partido. Creo que, por ejemplo, no se puede ser redactor jefe sin haber pasado por la redacción, y no se puede dirigir un periódico al salir de la facultad de periodismo, salvo que el periódico te lo pagues tú y no te importe que no tenga lectores. Creo que en todo, y más en estos momentos de máxima dificultad, hacen falta equipos de buenos gestores.
- El pacto de gobierno con Vox en Castilla y León lo han despejado al córner de la herencia del equipo anterior. ¿Pero usted asume el compromiso de que no habrá más pactos de gobierno con Vox en su etapa?
Vox y yo coincidimos en que hablamos mucho del PP. Vox, para desacreditarlo y dejar expedita la vía del sanchismo, y yo, para ensancharlo. Llevo cuatro legislaturas en Galicia y Vox no ha conseguido ningún respaldo social, y las cosas no han ido mal.
- Pero en otras comunidades autónomas sí les votan. ¿Pactará con este partido antes de forzar una repetición electoral?
Hay que tener un absoluto respeto hacia esos votantes. Se equivoca la gente que demoniza a un votante por ejercer su derecho libre y secreto al voto. Dicho esto, los correligionarios de Vox me tachan de nacionalista cuando estoy presidiendo la única comunidad con partidos nacionalistas en la que el PP ha mantenido sus mayorías absolutas. Después de 30 años de defender la Nación española en mis distintas responsabilidades, tampoco me voy a someter a examen por parte de los que reparten carnés de buenos o malos españoles. Mi proyecto no es pensar en Vox. Mi objetivo no es buscar pactos con otras fuerzas políticas, sino pactar con la gente, y no es una frase hecha porque creo sinceramente en esta idea. El pacto con la gente es el más directo, el más transparente y el más auténtico, y no voy a renunciar a tener un pacto de mayorías con la gente.
- Casado no lo consiguió. ¿Usted cómo lo va a hacer? ¿Siendo más de centro?
El PP tiene que ser lo que ha sido siempre. Un partido al que la gente llama a gobernar cada vez que hay problemas en España. El PP tiene que apoyarse en un conjunto de personas que hagan una política económica fiable, creíble y contrastada,y lo tiene. Y tenemos que reforzar nuestra motivación interna. No se puede ganar cuando no estás motivado y no estás unido. Si seguimos dividiendo voto es evidente que nuestra alternativa se debilita y la alternativa de independentistas, populistas y socialistas se fortalece.
- ¿Vox es un partido de Estado?
Tendrán que demostrarlo.
- ¿Le molesta que se hable sólo de violencia machista?
No.
- ¿Pero se siente más cómodo si se habla de violencia intrafamiliar?
La violencia intrafamiliar no puede negar la violencia machista, y al revés. Con la que está cayendo en nuestro país, es un error fomentar estos debates para desunirnos y para hacer política. Contra la violencia hay que actuar siempre, y discutir sobre estos términos es desorientar el foco.
- ¿La legislación de género en vigor discrimina al hombre, como dice Vox?
En España hemos consensuado las políticas de violencia machista y hay un marco de protección legal contra todas las violencias. Pero ya sabemos que la izquierda siempre intenta protagonizar estas políticas, lo que moralmente es bastante criticable.
- ¿Vox no hace lo mismo?
Ya le he dicho que cuando se usa la violencia machista para hacer política, y para desacreditar al contrario, no se hace ningún favor a la erradicación de la violencia machista. Es una conducta tipificada y hacer política con estas conductas sólo desenfoca el problema y le da menos importancia de la que tiene.