Memoria Histórica

La Fundación Franco y el espíritu de Krasny Bor o cómo sobrevivir a la Ley de Memoria Democrática

La entidad celebra su cena anual con la resistencia como lema ante la amenaza de su ilegalización

Si el año pasado la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF) tuvo que cambiar de urgencia el local reservado para su cena anual (aunque acabar en El Pardo por culpa del cumpleaños de Tamara Falcó fuera una suerte de guiño simbólico), esta vez, sus patronos, miembros y simpatizantes tuvieron que verse en el único establecimiento de todo Madrid que se prestó a acogerles, La Masía de José Luis, cuyo fundador, comentaba un agradecido Juan Chicharro, presidente ejecutivo de la FNNF, fue marinero voluntario en la Armada –la escasa flota que no quedó en manos de la República– durante la Guerra Civil.

Luis Alfonso de Borbón, presidente de honor de la Fundación Franco, durante la cena
Luis Alfonso de Borbón, presidente de honor de la Fundación Franco, durante la cenaAndrés BartoloméLa Razón

El viernes por la noche, mientras corrían los canapés y las bandejas de bebida, cientos de invitados intercambiaban impresiones en grupo a la vez que en las pantallas se emitían imágenes de la vida de Franco, desde sus años legionarios a su etapa al frente de España, y las más recientes de la exhumación en el omnipresente Valle de los Caídos. Entre el público, el presidente de honor de la Fundación, Luis Alfonso de Borbón (este año sin su mujer); Cristóbal Martínez-Bordiú Franco y su hijo Daniel, o el abogado de los Franco Luis Felipe Utrera-Molina, entre asistentes de todas las edades, aunque fueran mayoría los veteranos. Chen Xiangwei, el chino con bar franquista en Usera, ponía una vez más el toque exótico.

En total, casi 350 personas, y quedaron en lista de espera unas 50. De fondo, la Ley de Memoria Democrática que ha puesto en la diana a la FNFF, conscientes todos y en estado de alarma hasta el punto de que Chicharro dijo en su discurso que le acababan de contar que «ya está listo el decreto de ilegalización». Y muy presente también en la recomendación que figuraba en las invitaciones para «evitar cualquier acto o gesto que pueda ser interpretado como ofensa a cualquier víctima».

El presidente de la Fundación Franco arrancó sus palabras con el recuerdo de la «gesta» de la División Azul en Krasny Bor, donde logró frenar la ofensiva soviética con el coste de «más de 1.500 españoles muertos en apenas unas horas». «Me viene a la memoria ahora cuando desde otras circunstancias, distancia y momento, siento que nos hallamos en una situación similar. Afortunadamente solo en el ámbito jurídico», aclaró.

Vista general del salón donde se celebró la cena anual de la Fundación Franco
Vista general del salón donde se celebró la cena anual de la Fundación FrancoAndrés BartoloméLa Razón

Una «obsesión» que explica «porque no siendo la única organización que defiende valores como la unidad de España, la tradición católica de nuestra historia y la grandeza de nuestra vieja nación, lo hace con el nombre de quien fuera el paradigma de estos valores: Francisco Franco». Aunque «ahora, como en Krasny Bor en 1943, ha caído la primera línea de defensa, pero la resistencia continúa».

Antes, como muestra de que la actividad sigue, se entregó el premio al primer certamen literario de la FNFF –que ganó David Herrero– se homenajeó a Ricardo Alba, sobrino del heroico capitán del Alcázar de Toledo, y Jaime Chicharro –hermano del presidente de la Fundación– desplegó con ayuda de Luis Alfonso de Borbón una bandera del «Azor»– el yate de Franco– rescatada de un desguace.

El himno de España de Pemán fue el cierre oficial en la fría noche madrileña.

Marcha por José Antonio Primo de Rivera

Alrededor de una treintena de personas participó el sábado en un acto en homenaje a José Antonio Primo de Rivera, organizado por La Falange en Alicante y que estaba autorizado por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV). La comitiva, que recorrió andando los 2,5 kilómetros que separan la antigua cárcel –hoy albergue juvenil y residencia de estudiantes– donde estuvo el fundador de Falange del cementerio en el que fue inicialmente enterrado, no obtuvo permiso de la subdelegación de Gobierno. La concentración contó con un amplio despliegue policial, en previsión de posibles altercados, aunque no hubo más confrontación que el intercambio de consignas de uno y otro lado, por parte del Colectivo Antifascista de Alicante.
El tribunal, finalmente, dio la razón a los organizadores, ya que consideró que uno de los argumentos esgrimidos por la subdelegada, Araceli Poblador, para prohibir la marcha, la posible alteración del orden público, carecía de “solidez y solvencia”, a juicio de los magistrados.
El otro motivo de la negativa, la existencia en el camposanto alicantino de materiales de obra que podían utilizarse contra las personas, no era más que una “conjetura o cábala”, señaló el TSJ, que, en cualquier caso, podía “alterar el itinerario previsto”, pero no “prohibir la manifestación”.
A su llegada, los falangistas depositaron una corona de flores en la fosa común donde estuvo enterrado Primo de Rivera y después organizaron un acto en un céntrico hotel que prefirieron no especificar.