Constitución

Los españoles, última línea de defensa de la Constitución

Reivindicar la Carta Magna, lejos de suponer un acto ideológico, constituye una reafirmación democrática y de compromiso con los valores que el texto de 1978 consagra

MADRID.-Colmenar.- Centros de Educación Secundaria y Formación Profesional reciben ejemplares de la Constitución
MADRID.-Colmenar.- Centros de Educación Secundaria y Formación Profesional reciben ejemplares de la ConstituciónEuropa Press

Hoy se celebra el 45º aniversario de la fecha en la que los españoles manifestamos libremente en las urnas nuestra voluntad de convivir unidos bajo un régimen democrático tras cuarenta años de dictadura. Una culminación de la Transición con la que no sólo se recuperaron derechos y libertades, sino que se ampliaron, haciendo de nuestra Carta Magna la que mayores cotas de progreso y libertad nos ha dado. La Constitución no es un programa político partidista: es el andamiaje democrático que permite, salvaguardando siempre los derechos de los ciudadanos y nuestra condición de dueños del destino de España, que se desplieguen el conjunto de leyes, políticas públicas y acuerdos que mejoren nuestra vida en común.

Es por ello que reivindicar la Constitución, lejos de suponer un acto ideológico, no constituye nada más que una reafirmación democrática y de compromiso con los valores que el texto de 1978 consagra. Hay que recordar esto aunque parezca una obviedad. En Cataluña, sabemos bien que cuando una sociedad está gobernada por el sectarismo y la radicalidad, la mera reivindicación del mínimo común democrático puede convertirlo a uno en un “extremista”. Es lo que en Ciudadanos llevamos viviendo desde 2006 y lo que, con la deriva del actual Gobierno de España, está empezando a ocurrir a nivel nacional: es lo que pasa cuando se dan carta de naturalidad a los enemigos vocacionales de la Constitución.

Así lo constata el hecho de que el pasado miércoles, con motivo de la apertura solemne de la XV Legislatura en el Congreso de los Diputados, se destacara del habitual discurso del Jefe del Estado su “defensa” de la Constitución, de la que dijo que era nuestro “mayor logro” que teníamos el deber de conservar. Esta sencilla valoración fue lo que llamó la atención de la prensa, que, no sin razones fundadas, vio en esas palabras un posicionamiento distante al del Gobierno de Pedro Sánchez. Es triste reconocerlo, pero la alianza del actual PSOE con todos los partidos que quieren derogar la Constitución ha convertido la reivindicación de la misma en un acto de toma de partido, cuando el único partido que se toma reivindicando la Constitución es el de ponerse al lado de la democracia.

Y es que, en efecto, reivindicar el espacio de convivencia entre ciudadanos libres e iguales no debería ser patrimonio de ningún partido ni espectro político o ideológico. Poner en cuestión la Carta Magna es poner en cuestión los valores de igualdad, libertad y unión que consagra. Lamentablemente, si hace años esta actitud antidemocrática era patrimonio exclusivo del separatismo y del populismo de extrema izquierda, hoy es el Gobierno de España quien está socavando principios constitucionales como la igualdad ante la ley, sustituyendo la centralidad del consenso constitucional por posiciones ultramontanas de un nacionalismo supremacista hoy naturalizado política y mediáticamente. A costa, claro, de la inmensa mayoría de españoles y especialmente de los constitucionalistas catalanes.

Sería injusto no reconocer cómo la huida hacia adelante de un bloque disolvente de la Constitución ha dado alas a un movimiento de reacción en el otro lado del tablero. La extrema derecha dice a las claras descreer de la Constitución e incluso culparla de algunos de los males que nos acechan como sociedad. En las manifestaciones de Ferraz, donde no han faltado dirigentes de Vox, se han coreado gritos contra el Rey, y desde ese mismo partido, en Cataluña, usan el término “constitucionalista” como algo despectivo y lo contraponen al “patriotismo”. Algunos nos sentimos tan orgullosos de ser constitucionalistas como patriotas porque creemos que el mayor acto de patriotismo es la defensa del pacto de 1978. Es cierto que a diferencia del bloque gubernamental aliado con los nacionalismos de todo pelaje, estas posiciones reaccionarias no gobiernan la nación, pero deben servir para que aprendamos que la Constitución española no puede desbordar sólo por un lado.

Por eso, en este 45.º aniversario, es urgente que quienes tenemos representación pública nos dirijamos a los ciudadanos con arrojo porque somos nosotros, poseedores de la soberanía nacional, la última línea de defensa de la Constitución. De nosotros depende que cumpla 46, 50 y 100 años este régimen de prosperidad y libertad que nos ha brindado grandes momentos de nuestra historia y también la capacidad de sobreponernos a los desafíos antidemocráticos que nos han amenazado, como el golpe separatista de 2017, el del 23F de 1981 o el terrorismo de ETA.

Estoy convencido de que, como en Ciudadanos, la inmensa mayoría de españoles se sienten orgullosos de lo que hemos construido juntos. Que comparten las palabras que discurso tras discurso pronuncia el Jefe del Estado. Por eso, aunque el PSOE vaya a hacer lo imposible para que olvidemos la traición a la democracia que están perpetrando hoy, debemos tener muy en cuenta cada vez que toque, lo que nos jugamos con nuestro voto y ejercerlo en consecuencia para que no salgan gratis las afrentas a nuestra democracia. Así que, en este aniversario, el mejor homenaje que podemos rendirle a la Constitución es no dejar el 6-D en una anécdota y protegerla también cuando democráticamente estamos llamados a hacerlo: en las urnas.

*Carlos Carrizosa es portavoz de Cs en Cataluña