Estrategia del «optimismo»
El PSOE acude a Tezanos contra la desmovilización
«Fontaneros» electorales socialistas confían en que los sondeos del CIS anulen el riesgo de la «desmotivación»
José Féliz Tezanos, catedrático de Sociología y máximo responsable del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), es una pieza clave en el andamiaje de la estrategia de campaña del equipo de Pedro Sánchez para el ciclo electoral que se avecina. Basta con hablar con alguno de los «fontaneros» del partido, curtidos en campañas territoriales, para encontrar el sentido a mantener una figura tan desprestigiada como la falta de reputación que ha traído sobre el CIS. Hay consenso entre los profesionales de la demoscopia en la denuncia de sus errores, de su sesgo a la izquierda, de las decisiones inaceptables tomadas sin ninguna justificación científica o del daño que ha causado, no ya a la institución, sino incluso a la base de datos. Pero hoy es una pieza clave en la estrategia electoral que han dibujado en la dirección socialista.
La razón es que en esta recta final de la legislatura «tiene más sentido que nunca» mantener el control del CIS, aunque ya se haya metido en la campaña contra la institución hasta Podemos, explican en la federación socialista valenciana. «Tenemos un problema de movilización, y necesitamos encuestas que rompan la inercia negativa del conjunto de los estudios privados. Son clave para intentar entrar en el electorado que puede sentirse más desanimado o que mira hacia la abstención porque no cree que sea posible reeditar la coalición».
Dirigentes socialistas admiten que Moncloa necesita encuestas que corrijan el pesimismo, y «este es el papel que tiene que jugar Tezanos» de aquí a las próximas generales. Hasta ahora ha acreditado la tendencia a estimar por encima de la realidad a la izquierda y a subestimar a la derecha. Y una vez que la campaña, después del parón de Semana Santa, entra en una fase de no descanso hasta diciembre, lo que viene es una colección de estudios del CIS orientados a que todas las estimaciones incidan en la competición política y electoral. La oposición lleva denunciando esta estrategia desde el inicio de la legislatura, y la semana pasada se sumó el partido de Pablo Iglesias, hasta ahora callado, pero que, ante el giro en el tablero, asume que el mismo instrumento que han utilizado para debilitar a la oposición puede ahora volverse en su contra frente a Yolanda Díaz, que parece que cuenta con el apoyo del presidente del Gobierno para echar del tablero de juego a los morados.
Moncloa ha entrado en la fase de generar expectativas sobre que Sánchez está en condiciones de seguir en Moncloa, aunque los sondeos privados publicados hasta ahora coincidan mayoritariamente en negarle esta opción.
Es la fase de la «remontada», en la que esperan que Yolanda Díaz sea el enganche para ilusionar de nuevo a la izquierda y la Presidencia europea sirva como plataforma desde la que colocar a Sánchez como único referente institucional. Moncloa confía además en que, a medida que se acercan las elecciones, ERC «ayude a dirigir correctamente el debate» porque «ellos se juegan tanto como nosotros, o más, si después de las generales no es posible reeditar esta mayoría de investidura».
En este mapa electoral Tezanos tiene como encargo agitar el saco, desde la confianza de los estrategas de campaña en que su mensaje, calentando la mayoría de izquierdas, llegará de una manera o de otra a la calle, por más que los creadores de opinión pública nieguen credibilidad a sus encuestas.
En esta estrategia también cuenta como factor que los gurús de la campaña del jefe del Ejecutivo creen que el voto se decide cada vez más tarde, por lo que todo lo que ha pasado hasta ahora, y su reflejo en las encuestas, son páginas del pasado que pueden acabar no teniendo ningún impacto en la conciencia del votante. Justo la teoría contraria a la que apelan en el PP cuando pregonan que hay una corriente anti-sanchista mucho más profunda incluso de la que detectan los sondeos. Sánchez y sus candidatos autonómicos y municipales necesitan ante todo corregir el riesgo de que haya una abstención por «desmotivación». Y lo que les están aconsejando es que ahora toca vestirse de «centristas» para colocar bien el mantra que dice que la coalición de derechas es una amenaza para alguna de las conquistas que el votante más moderado considera irrenunciables.
En este camino, mientras que en Madrid ponen sordina a los temores sobre el riesgo de que se les vaya la mano a la hora de animar la ilusión con Yolanda Díaz, los «fontaneros» territoriales, los mismos que señalan a Tezanos como «agente» necesario para Sánchez, sí que son más recelosos sobre cómo se puede acabar repartiendo el voto en las urnas si se infla demasiado el balón de Sumar. Estos «fontaneros» también temen que el líder de la oposición pueda dar alguna sorpresa después de las elecciones autonómicas y municipales para «desactivar por completo» el mantra de que enfrente de la mayoría del PSOE con ERC y Bildu está la coalición del PP con Vox.
En lo que piensan es en la posibilidad de que el jefe de la oposición se atreva a poner en liza algún feudo autonómico importante a cambio de no ceder a la exigencia de otro pacto de gobierno con Vox como el que rige en Castilla y León.
Comparecencia internacional en el Congreso
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparecerá la próxima semana en el pleno del Congreso para abordar la situación de la guerra en Ucrania, el último consejo europeo y para tratar la relación entre España y Marruecos, según confirmaron a Efe fuentes parlamentarias. La comparecencia de Sánchez en el pleno del Congreso se celebrará previsiblemente el próximo miércoles 19 de abril y reactivará la actividad parlamentaria tras el parón de las vacaciones de Semana Santa, ya que en la agenda legislativa de la Cámara está prevista la aprobación de la reforma de la polémica ley del "solo sí es sí" en el pleno del día 20 para que siga su trámite en el Senado. El presidente del Ejecutivo abordará la situación de Ucrania y con mucha probabilidad dará cuenta de la reunión que mantuvo con el líder chino, Xi Jinping, en Pekín el pasado 31 de marzo.
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