Opinión
Sumar para Sánchez
Sánchez necesita otra cosa a su izquierda. Quiere una coalición de partidos «progresistas» que sean su apoyo amable. Este es el papel de Yolanda Díaz: reconstruir la izquierda quitándose de enmedio a Iglesias y a sus tuteladas
«Sumar» es una operación para resucitar Podemos pero sin Podemos. Pablo Iglesias y sus «tuteladas» –acertada expresión de Mónica García– son un obstáculo para el rodillo de Pedro Sánchez. Los contenidos y las formas del clan de Galapagar no se han encaminado hacia la consolidación de la izquierda en el Gobierno, sino a hacer la guerra. Sus relaciones con el PSOE han sido nefastas desde el inicio. Querían sustituir a los socialistas y encabezar una especie de revolución bolivariana cutre. «No quiero un ministerio, sino los telediarios», decía el otro.
Los podemitas han sido un grano en el tafanario de Sánchez desde el primer día. Fueron útiles como puente entre el PSOE y ERC y Bildu. Hoy, que se ha completado el acercamiento de los presos de ETA, y han indultado a los golpistas y diluido sus penas, la relación de Otegi y Rufián con la parte sanchista del Gobierno es directa. Además, el discurso de Sánchez ha girado hacia el populismo patriotero, y está ocupando ese espacio electoral. Por último, las expectativas electorales de Podemos son su desaparición en muchas circunscripciones. En conclusión: este Podemos ya no sirve a Sánchez.
En la mentalidad del PSOE, los podemitas no han dado más que problemas. Son muchas cosas: las excentricidades «antifascistas» desde el Gobierno, la agresividad innecesaria, la arrogancia de las adanistas de Igualdad, la pifia de la ley del «solo sí es sí», la ley trans que borra a las mujeres, o la filtración de las desavenencias en el Consejo de Ministros. En fin; esta imagen de caos y adolescencia mal llevada ha contribuido a que el votante socialdemócrata se disguste con Sánchez.
El mensaje de que las ministras podemitas son títeres de Pablo Iglesias es demoledor. Las mujeres supuestamente empoderadas e independientes son dirigidas por un hombre que está fuera de la política. No solo es conocido el sistema de ascenso que las aupó al cargo, sino que esa dependencia del «macho alfa» –lo dijo él– las hace más antipáticas y débiles todavía ante el electorado.
Sánchez necesita otra cosa a su izquierda. Quiere una coalición de partidos «progresistas» que sean su apoyo amable. Ya se sabe que un practicante pone inyecciones con cariño, no con amenazas e insultos. Este es el papel de Yolanda Díaz: reconstruir la izquierda quitándose de enmedio a Pablo Iglesias y a sus tuteladas para crear algo útil.
El proceso es complicado pero factible. Yolanda ha demostrado que controla bien los tiempos. Tanto anuncio de su formación sin que se tradujera en nada concreto no le ha pasado factura. Está esperando al resultado electoral del 28-M, cuando vea pasar el cadáver político de Podemos.La situación de los podemitas es difícil. Su tiempo pasó. Es una formación en descomposición y sin atractivo. Nadie vota a un partido que se aventura difunto, y Yolanda Díaz está contribuyendo a esa sensación con su propuesta política. La gente de izquierdas cree que Podemos es el pasado, y que es necesaria otra fórmula. Una vez instalado este relato, la estrategia de Yolanda fluye con facilidad.
Los componentes de «Sumar» son los mismos que constituían las «confluencias» de Podemos. Ahí están Compromís, En Comú Podem, Izquierda Unida y demás grupúsculos. Su intención es minimizar a los podemitas imponiendo un sistema y un momento de negociación. La ocasión será poselectoral, no antes del 2 de abril como quieren Belarra y Montero. Ahí, con el ejército pablista cautivo y desarmado, sobre las ruinas de lo que fue el proyecto del socialismo del siglo XXI, se negociarán las listas electorales.
El aislamiento de Podemos será total. Frente a su derrota estará toda la tropa de Yolanda Díaz a la que se añadirán los errejonistas, enemigos de Pablo Iglesias. Más País no es nada en España, pero es la formación de izquierdas más importante en Madrid. Acordarán una coalición tranquila, de esencias y flexible, a lo Yolanda, que hará las delicias de Sánchez.
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