Crónica

Vox sigue el «plan Sánchez» para bloquear una victoria de Feijóo

La Moncloa ya piensa en la oposición: el proyecto del sanchismo para garantizar la ingobernabilidad de la derecha

GRAF6454. ÁMSTERDAM (PAÍSES BAJOS), 18/10/2025.- El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), durante la clausura del Congreso del PES, ‘Progressive Mobilisation’en Ámsterdam, Países Bajos, este sábado. Sánchez defendió este sábado en el Congreso del Partido de los Socialistas Europeos (PSE) que haya un salario mínimo común para todos los países de la Unión Europea (UE). EFE/PSOE/SÓLO USO EDITORIAL/SÓLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO ...
Sánchez defiende ante los socialistas europeos un salario mínimo común para toda la UEPSOEAgencia EFE

Pedro Sánchez "vive de las rentas que le pasa Vox". Mejor dicho, Santiago Abascal. Porque, hoy en día, Vox es Abascal, y no hay vida fuera de un liderazgo construido sobre una buena retórica y una buena identificación con el mensaje más dogmático e identitario. El núcleo oficial del sanchismo se exhibe eufórico esta semana porque Koldo y Ábalos siguen en la calle, y guarden aparente lealtad al partido, porque los socios sigan bajando la cabeza por la corrupción que ha nacido en la estructura de poder socialista, o porque Vox mejores en las encuestas.

El presidente del Gobierno "vive de Abascal", describe uno de los más reconocidos críticos del PSOE. Pero también de apretar a los que no son sus votantes para que la indignación hacia su persona busque consuelo en el agitprop de los de Vox. Ante esa teatral euforia de los "groupies" de Sánchez, lo taumaturgos demoscópicos que trabajan para PSOE y PP, además de veteranos dirigentes a derecha y a izquierda, coinciden estos días en un análisis muy similar respecto a lo que está vertebrando el nuevo curso político que comenzó en septiembre. "Pedro Sánchez ya no trabaja para ganar. Trabaja para que Feijóo no pueda gobernar". Es una predicción que comparten dirigentes socialistas que llevan años en el "aparato" del partido, y que observan, con resignación, y desde la experiencia que atesoran, los movimientos del núcleo actual de poder del PSOE.

La estrategia pasaría por "comerse" al resto de la izquierda y soñar con un presunto empate, prácticamente técnico, con los populares, a costa de que Vox se consolidase como competidor en la derecha "por encima de los 60 escaños". Esto llevaría a un escenario de ingobernabilidad sistémica, con el que fantasea un Sánchez que se ve capaz de mantenerse en la Secretaría General del partido y como líder de la oposición tras ser desalojado del Palacio de La Moncloa. El viejo Manual de Resistencia de Sánchez sigue plenamente vigente, aunque el objetivo pueda ser distinto porque el diagnóstico de la situación también lo es.

Ahora, el objetivo es conseguir que la división torpedee a la derecha desde dentro. El consultor Iván Redondo fue pionero en abrir ese camino, el de la fantasía con el casi empate técnico, que continuarán abonando los colaboradores externos del "sanchismo".

La instrucción que dirige la sala de máquinas de Moncloa la intuye así uno de los gurús electorales de Feijóo, que en estos tiempos anda más alejado del núcleo de poder de los populares. "Con cada choque cultural (igualdad, migración, aborto, memoria democrática, educación sexual), el Gobierno es capaz de reordenar la agenda hacia aquellos temas que cohesionan al bloque de izquierdas y reabre, a su vez, tensiones en el centro-derecha".

Vox no es competitivo en ningún tema de gestión. No tiene un programa económico sólido, ni fiscal, ni tampoco en materia de vivienda. Su paso por los gobiernos de las comunidades autónomas se resume en una colección de polémicas, titulares, grotescas trifulcas con los medios y con el PP, sin que quede un mínimo legado de decisiones útiles que afecten a la vida diaria de los ciudadanos.

La descripción de estos hechos lleva aparejada una reacción encolerizada de "influencers" y peones de las redes sociales que en Vox manejan con precisión milimétrica para conectar no sólo con el electorado más joven. Pero los hechos son innegables: no hay gestión, pero sí les funcionan los eslóganes.

Vox es el antagonista perfecto, y lo consigue sin apenas trabajar porque el trabajo ya se lo hace gratis Sánchez. Una de las recientes críticas que más molestó a Abascal fue que desde Nuevas Generaciones del PP (su cuna política) se le criticara por "vago".

El ajuste a los hechos deja la misma conclusión que en lo que tiene que ver con las habilidades gestoras de Vox a nivel territorial, que es donde ha tocado algo de gobierno. Puede sonar a maldad intencionada, ya que viene de un ex reputado dirigente de Vox que continúa teniendo presencia pública, pero en lo que dice hay bastante de sentido común: "Santi no quiere que lleguemos al gobierno porque no podría vivir del sueldo de ministro".

Casa cara, familia con gustos caros, muchos hijos, aficiones caras, como cazar, que no siempre te invitan a esas cosas, y todo eso solo se puede financiar con las vías extraordinarias que le caen estando al frente de Vox, y con la ayuda inestimable de Disenso (la fundación del partido).

La ruptura con el PP en los gobiernos autonómicos por el reparto de los menores migrantes evidenció en el manual de la política clásica que Vox es un socio poco fiable. Al salir de esos gobiernos, el partido perdió escaparate de gestión y cantera mediática. Y, sin embargo, esto no fue un obstáculo para que continúe siendo una fuerza poderosa en Murcia y creciente en Andalucía, en buena medida gracias a la migración, y, sobre todo, al "alpiste" que cada día les echan desde Moncloa y a la inestimable ayuda de los errores estratégicos del PP.

El marco de la "guerra cultural", que Sánchez y Abascal retroalimentan, permite a la izquierda construir el relato de que vienen los bárbaros, que recortarán en igualdad, impondrán censura y avasallarán a las mujeres. "Cuanto más chillan Sánchez y Abascal, más ocultan los problemas reales de la calle y más tensan a la sociedad aparcando la racionalidad".

Los datos económicos, por ejemplo, dan igual a Vox. La macro puede ir como un tiro, pero la vivienda es un agujero negro para el gobierno progresista. Los impuestos acribillan a las familias y a la clase media. Y el exceso de recaudación, gracias a no deflactar el IRPF, no ha supuesto una mejora de los servicios públicos. "Pero Sánchez y Abascal no se bajarán de los gritos porque es su mejor salvoconducto para dañar a Feijóo", explica otro asesor demoscópico, esta vez más próximo a la izquierda.