Elecciones gallegas

Galicia o unas elecciones en clave de estabilidad

El próximo 18 de febrero los gallegos tendrán que elegir entre la proclamada “estabilidad” defendida por Alfonso Rueda, o un gobierno tripartito o cuatripartito con BNG, PSOE y Sumar, a la espera de lo que decida aún Podemos

Despejada la incógnita que ponía fin al runrún preelectoral en Galicia -el presidente gallego Alfonso Rueda adelanta las elecciones gallegas al 18 de febrero -, llega ahora el tiempo del análisis previo a la batalla. O mejor dicho, a la campaña que deberá dilucidar si el jefe del Ejecutivo gallego, que accedió al cargo en 2022 tras las marcha de Alberto Núñez Feijóo a Madrid, es quien de revalidar y dar continuidad a las cuatro mayorías absolutas sumadas por su predecesor.

Para alcanzar el objetivo, el propio Rueda ha incidido hoy en lo que viene siendo parte de su 'leitmotiv' presidencial durante el último año: dotar a Galicia de estabilidad. La otra pata del llamado ‘estilo Rueda’ reside en esa cercanía y sencillez con la que el presidente se ha creado un espacio propio que aspira a consolidar el original 'efecto Feijóo'.

En este marco, durante los últimos meses, más si cabe desde el resultado electoral en Madrid, han arreciado las comparaciones por contraste. Frente a un gobierno de muchos, una estabilidad que, en Galicia, sólo puede ofrecer Rueda; el candidato que acude a las urnas para evitar “un tripartido o un cuatripartito” todavía por definir.

Y lo hace pillando por sorpresa, o casi, a toda esa oposición que, después de aprobarse los presupuestos esta misma semana –“seguimos una hoja de ruta, aquí en Galicia no tendremos la parálisis que hemos visto a nivel nacional”, recuerda el propio Rueda-, contaba con que la convocatoria electoral sería a la vuelta de vacaciones, lo que fijaría los comicios en mayo.

No ha sido así, y el presidente ha decidido llamar a los gallegos a votar en apenas 59 días. Ese es el tiempo que tendrá la oposición para darle la vuelta a la tortilla… y a las encuestas, que siguen otorgando mayoría absoluta a los ‘populares’.

Mayoría consolidada por Feijóo en las elecciones de 2020, donde un último escaño por Pontevedra rascado en el recuento del voto de la emigración terminó por concederle al hoy líder nacional de los populares el diputado número 42. Un récord absoluto, sí. Pero también un colchón de cuatro escaños sobre la barrera de los 38 que, que fija la mayoría absoluta y establece esa delgada línea que marca la frontera entre la “estabilidad” o un “tripartido o un cuatripartito”.

El Carnaval

Para mantener el poder, el PPdeG deberá atender, como siempre, a múltiples factores y partidos. Comenzando, por ejemplo, por Democracia Ourensana. El partido del alcalde Pérez Jácome aspira a rascar un escaño en una región donde en los populares, por primera vez en muchísimo tiempo, no manda ningún Baltar.

Jácome parece haber iniciado la campaña a su manera, poniendo en entredicho la fecha electoral al coincidir esta con los Carnavales, de gran calado y tradición en Ourense. Así, en un mensaje difundido en redes, el regidor avanza su intención de presentarse con el teniente de alcalde de Ourense, Armando Ojea, como cabeza de lista, y aprovecha la ocasión para afirmar que el domingo elegido “es un claro desprecio a la provincia de Ourense, que es la que celebra el carnaval gallego”.

Más lejana todavía para el PP parece la amenaza de Vox, que ayer mismo anunciaba su intención de presentarse a los comicios. Vox, sin embargo, es una fuerza residual en Galicia, en donde apenas exhibe un concejal en un pequeño pueblo, precisamente, de la provincia de Ourense.

La división de la izquierda

Más real es la propia amenaza de la izquierda que, sin embargo, comparece más dividida que nunca. Si en aquel lejano 2005 Galicia, por un escaño, apostó por un gobierno bipartito de PSOE y BNG, con Touriño y Quintana a la cabeza, el próximo febrero la suma pasaría por tres o cuatro partidos, por lo menos, con todo ello aún por concretar.

Los que parecen tenerlo más claro son los socialistas, que han sido también los primeros en pronunciarse. “Nos alegramos mucho de que Rueda nos haya hecho caso y haya convocado las elecciones. Ya falta menos para que Galicia pase de un gobierno de confrontación a un gobierno que ofrezca soluciones”, ha afirmado inmediatamente su cabeza de cartel, José Ramón Gómez Besteiro, que no ha dudado en añadir que los socialistas gallegos son “los únicos capaces de liderar el cambio seguro en Galicia”.

Para ello, no obstante, antes deberán de liderar la propia izquierda, cosa que no hacen desde 2016. Aquel año las ‘Mareas’ se llevaron ese mérito tras obtener 14 diputados. En esos comicios el BNG apenas alcanzó los 6 representantes. Cuatro años después, sin embargo, los nacionalistas pasaron a encabezar la oposición elevándose hasta las 19 actas frente a las 14 del PSdeG, mientras que las Mareas bajaban con la misma velocidad con la que habían subido hasta el punto de desaparecer de la Cámara gallega.

Sobre esa creciente base es sobre la que sueña el BNG, que repite cartel electoral con Ana Pontón, gran triunfadora de la travesía en el desierto que padeció el Bloque después de aquel gobierno bipartito que se cerró de escándalo en escándalo, entre coches blindados y viajes de mayores.

Nuevos actores

En cualquier caso, tanto ellos como los socialistas deberán recurrir a dos nuevos actores invitados. Estamos hablando de Sumar y de Podemos, que hace apenas quince días rompían las negociaciones en Galicia después de haber roto previamente la coalición con la que concurrieron a las generales de julio.

La formación de Yolanda Díaz se mostraba ayer relajada, hablando de sus plazos y sus tiempos: primero, escuchar a la ciudadanía; después, definir programa, candidatura y candidato. Una estrategia que deberán redefinir, comenzando por poner una cara al frente de un proyecto que se examina nuevamente en apenas mes y medio.

Lo hará con o sin Podemos. Hasta hace dos días, era sin la formación morada. Hoy, la posibilidad está todavía en el aire, tras reconocer hace apenas 48 horas el propio coordinador de Podemos en Galicia, Borja San Ramón, que "nunca se va a negar a sentarse en una mesa a hablar de lo que le conviene a los gallegos para tener una alternativa al gobierno del PP".

Y por si a este cóctel le faltase algo, todavía cabe añadir la decisión de Anova - la formación fundada por el histórico Xosé Manuel Beiras tras la escisión del Bloque-, conocida esta misma semana, de no integrarse en el espacio política de la izquierda federal para los próximos comicios. Un ‘no’ a Sumar que podría traducirse, tal vez, en un ‘sí’ a pedir el voto a favor del BNG, como ya hicieran en la última cita electoral.

Muchas incógnitas por despejar y una única evidencia: Galicia vota en 59 días. Entonces, el 18 de febrero, los ciudadanos podrán elegir entre la tan defendida “estabilidad” proclamada por Alfonso Rueda, o un tripartito, que podría ser de cuatro, en función de los que Podemos decida finalmente.

Y para los amantes de las cábalas. Un último dato: las elecciones de 2005 pusieron fin a quince años de Gobierno de Manuel Fraga. Los mismos quince años que lleva gobernando el PP en Galicia. Una Comunidad en la que la derecha ha gobernado durante 38 de los 43 años de autonomía. Un claro síntoma de “estabilidad”.