Gente

Nadie quiere ser Christopher y Estefanía: ‘La Isla de las Tentaciones’ con problemas de casting

Los problemas del reality para conseguir nuevos concursantes para la segunda edición

A los responsables del casting del programa les está costando mucho trabajo encontrar concursantes, algo que no ocurrió antes. Ante lo ocurrido con Christopher y Estefanía y Andrea e Ismael nadie quiere arriesgarse a convertirse en el cornudo de España y poner su vida en un escaparate.

Ha habido un antes y un después tras la emisión de ‘La Isla de las Tentaciones’. La última entrega se cerró con 3.167.0000 espectadores y un 23,5% de share. Y la cuota de pantalla entre los jóvenes de 16 a 34 años alcanza el 43,6. ¿Por qué atraen tanto los cuernos? ¿Por qué nos hipnotizan y sobrecogen las imágenes de este programa y las caras de los afectados? ¿Por qué los picos de audiencia ascienden hasta el infinito y más allá cuando se emiten las imágenes del comportamiento de las chicas?

He llamado a Lucía Moya Cortés, una de las psicólogas más profesionales y perspicaces que conozco para que me explique por qué un programa sobre infidelidades provoca tanto interés y controversia. Según Lucía, “nuestro cerebro responde de manera automática ante estímulos de impacto generando grandes dosis de adrenalina, y el éxito programa radica, entre otros motivos en este hecho”. Cuando Christopher gritaba Estefanía por la playa el subidón que nos dio a los españoles fue tan grande que hasta los perros ladraban, y soy testigo de ello, porque tengo una perra en casa. Añade Lucía que “la infidelidad ocurre prácticamente desde que las relaciones afectivas existen; sin embargo está enmarcada en un halo de misterio y tabú. El reality rompe con ello y hace de cada episodio una ventana a través de de la cual el espectador ve, siente, escucha e interactúa con lo catalogado como prohibido”.

La reacción de Cristopher en 'La isla de las tentaciones'
La reacción de Cristopher en 'La isla de las tentaciones'larazonTelecinco

Y el tabú de la infidelidad femenina es mucho más fuerte que el de la masculina. Fuentes cercanas a Telecinco afirman que aunque confiaban en el éxito del programa nunca esperaron algo semejante. Hace solo una semana se grabó el último episodio que refleja cómo le ha ido la vida a las parejas que participan en el programa. No voy a hacer spoiler, pero son varias personas las que han visto a Christopher y a Fanny (Estefanía) por la calle, lo ha dicho mucha gente. Pero nadie quiere ser Christopher, ese chico tan tierno, cuyas bonitas orejitas con forma de asita resultan tan incitantes para consolarlo. Él muchacho, según me cuentan, se considera un hombre al que le ha tocado la lotería porque una mujer con el cuerpazo de Estefanía se haya fijado en él. Lo creía antes y parece ser que los sigue creyendo ahora.

No entiende este muchacho que a los españoles, al contrario que a los americanos, nos pone la estética del fracaso, afortunadamente, y el rollo del más popular y guay del universo no ha acabado de calar. A Estefanía la odia todo el mundo. No tiene la ternura del personaje de la novela que no ha perdido ni un ápice de interés para nadie a lo largo de cientos de años: la ingenua Emma, protagonista de Madame Bovary, la esposa de Charles-Christopher. Y si esta maravillosa obra de la literatura no ha perdido interés no es solo por la brillantez de su autor, Gustave Flaubert, sino por el ya mencionado tabú de la infidelidad femenina. Los responsables del concurso no calcularon que todo iba a salir tan bien. Todo el mundo esperaba que fueran los hombres los que sacaran los pies del tiesto, pero han sido ellas las “malas” entre comillas. La mejor película que he visto fue Lunas de Hiel, de Roman Polansky, que versaba sobre la infidelidad. Kristin Scott Thomas, la protagonista femenina, le dice al personaje interpretado por Hugh Grant, que le ha sido infiel con Emmanuelle Segnier: “Todo lo que tú hagas lo puedo hacer yo mucho mejor”, y tampoco os voy a hacer un spoiler, pero vaya que sí tenía razón. La película fue definida por el crítico de Time Out como “tensa y oscuramente perturbadora y también extremadamente entretenida". Una sensación parecida a la que nos produce la contemplación del reality más intenso de Telecinco que está cosechando unos apabullantes resultados. La mujeres cuando deciden ser infieles, lo son con todas las consecuencias, y saben ocultarlo mucho mejor que los hombres. No suelen hablar de ello casi ni con sus mejores amigas. Se las presupone más leales, menos impulsivas, y lo que son es mucho más inteligentes. Por eso lo que está ocurriendo en el reality interesa, sorprende, inquieta, e incluso molesta a la audiencia masculina.

En mayo se rueda la segunda entrega del programa, si consiguen encontrar concursantes. Hay muchos que quieren participar, pero se busca parejas estables, porque el secreto del éxito de este programa es su autenticidad. Y nadie quiere ser Charles ni Christopher, aunque tal vez ellas estén más dispuestas a sabe si hay en ellas algo de Madame Bovary.

Adelina es muy guapa, pero José, el Guardia Civil macizo, me está defraudando un poco, por mucho que haya gente tan fan de él. Igual lo dejan de ser, es algo blandito, en mi modesta opinión. Un moñas con todas las de la ley con tanto test a las “pretendientas”. Y me han soplado que nadie le ha comprado los tangas ni le ha dado instrucciones a las chicas que no para que se los remetan tanto, como hace Adelina. Lo hacen porque les apetece. Si no hacen bolos pueden convertirse en modelos de ropa interior. Ninguna de ellas tiene un nanogramo de celulitis.