Patrimonio
Mila Ximénez; desvelamos su verdadera y sorprendente HERENCIA
Al margen de dos apartamentos en Vallecas que compró como inversión hace una década no deja otros bienes destacables tras su muerte.
No ha dejado deudas pero tampoco un patrimonio importante a pesar de ser una de las colaboradoras de televisión que más dinero ha ganado en la última década. Además de su trabajo en ‘Sálvame Diario’ y en el ‘Deluxe’, la sevillana ha participado en los realities mejor pagados de Telecinco, ‘GH VIP’ y ‘Supervivientes’, en los que además de tener el caché más alto de la edición consiguió ser finalista. ¿Cuánto dinero ha ganado Mila en televisión y qué legado económico deja a su única heredera?
Con unos ingresos anuales superiores a los doscientos mil euros por sus participaciones televisivas habituales, a los que habría que sumar su colaboración semanal con la revista Lecturas y su participación en otros programas o concursos, en la última década, Mila Ximénez podría haber generado cerca de tres millones de euros brutos. Desde 2009, año en que empieza a trabajar en ‘Sálvame’, hasta su muerte tuvo sus años más productivos laboralmente hablando.
Pese a su prolífica trayectoria televisiva, la polemista también tuvo tiempo para los negocios. Junto a su hermano Manolo montó un chiringuito en el Puerto de Santa María y lanzó una línea de cremas, bajo la marca Kisé, en 2016. Aunque sus incursiones en el mundo empresarial tuvieron desigual suerte. El negocio hostelero sólo les reportó pérdidas, cerca de 60.000 euros, y tuvo cierto éxito con su línea cosmética que funcionó bien durante casi dos años. Para facturar sus cremas creó una empresa en la que figuraba su hija Alba como administradora: Alexal y Malube SL. Pero en 2020, coincidiendo con la detección del cáncer de pulmón que le provocaría la muerte, la empresa fue dada de baja en su actividad económica.
Años antes, en 2004, dio de alta Almisan 2 SL, una empresa dedicada a la consultoría con domicilio fiscal en Sevilla y que estuvo activa hasta 2016. Probablemente fue creada para facturar sus colaboraciones televisivas en una época en la que los artistas estaban obligados a facturar a través de sociedades. Al contrario de lo que les ocurrió a muchos de sus compañeros de la tele, Mila nunca tuvo problemas con Hacienda. Sí tuvo que hacer frente a algunas demandas, como la de Carmen Lomana, que menguó en treinta mil euros su cuenta corriente al ser condenada por difamar a la famosa socialité.
Inversiones patrimoniales
A su nombre no consta en el registro de la propiedad ningún activo inmobiliario aunque tras su divorcio de Manolo Santana obtuvo dos apartamentos en el Centro Colón de Madrid, uno de los edificios más elitistas de la capital. Eran dos pisos de dos habitaciones que Mila acabaría vendiendo para comprar una parcela en urbanización de La Moraleja en la época en que comenzó a trabajar en el programa de radio de Encarna Sánchez. Aconsejada por la locutora se embarcó en una aventura inmobiliaria que acabó tal mal como su amistad con ella. Lo perdió todo y, desde entonces, vivió de alquiler ajustándose a sus circunstancias económicas y vitales.
Aún así, en la década de los 2000, coincidiendo con su resurgir televisivo, Mila invirtió en el mercado inmobiliario. Compró dos apartamentos en la ampliación de Vallecas que le costaron cada uno de ellos 120.000 euros solicitando créditos hipotecarios. Uno de ellos lo puso a nombre de su única hija y el otro, a nombre de una sociedad. Los dos estaban alquilados de modo que con la renta pagaba la hipoteca. Compró los apartamentos para ahorrar, consciente de que jamás viviría en ellos. Mila aspiraba a venderlo para comprar una propiedad en Amsterdam, ciudad en la que reside su hija y sus nietos, ya que su sueño era retirarse en Holanda.
Nunca pensó en comprar la casa de sus sueños en Madrid. El alto precio de las viviendas en la capital y su deseo de vivir su vejez en Holanda, fue el motivo por el que decidió alquilar, y no comprar, un piso en el Barrio de Salamanca, en el que vivió hasta el año 2020. Poco antes de que se declarara la pandemia, la colaboradora se mudó a una vivienda más amplia en el barrio de Chamartín. Un piso de lujo de 204 m2 con una renta de 2.700 euros. En aquella casa vivió sus peores momentos: el confinamiento y la enfermedad. A su muerte, su familia vació el piso, repartiendo entre sus amigos y hermanos sus pertenencias: muebles, cuadros y ropa.
Aseguraba que no le daba demasiada importancia a la riqueza en bienes o propiedades y que preferiría tener dinero para disfrutar con su familia de un buen nivel de vida. Esto explicaría porqué, a excepción de alguna joya y su abultada cuenta corriente, a su muerte no haya dejado ninguna propiedad. Vivió como quiso y prefirió no encadenarse a hipotecas para no privarse de ciertos lujos.
Dinero en cuentas corrientes, dos apartamentos en Vallecas y alguna joya conforman su herencia
Aunque la mayor parte de sus joyas fueron empeñadas en los momentos de vacas flacas, alguna sobrevivió a la debacle económica que vivió a principios de los años 90. Las que consiguió salvar, entre las que se encontraba un importante brillante, se las regaló en vida a su única hija.
A nombre de Alba también puso uno de los apartamentos en Vallecas, cuya hipoteca liquidó hace años, y que le proporcionaban una pequeña renta. Aunque el último año de su vida tuvo que bajar considerablemente su ritmo de trabajo, seguía cobrando un buen sueldo al estar de baja médica, que le permitió mantener su elevado nivel de vida y mantener una abultada cuenta corriente que, previsiblemente, heredará su hija Alba. La única obsesión de Mila era no dejar ninguna deuda, motivo por el cual, dejó todo arreglado y cerró la única empresa que tenía activa en 2020.
Mila, antes de su trágica muerte, dejó por escrito y de viva voz sus últimas voluntades, repartiendo entre sus seres queridos algunos de sus bienes más preciados. También dejó pagado un viaje que había organizado para su familia y que, según confesó su hermano Manolo, realizarán en breve tal y como era su deseo. Si algo demostró en vida Mila Ximénez es que su generosidad con los suyos era inmensa y nada le producía más placer que disfrutar de su dinero con ellos.
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