Aniversario
Carmina Ordóñez: las incógnitas sin resolver de su muerte 20 años después
El 23 de julio de 2004 fallece «La Divina». Hablamos con Eva Carreño, la mujer que la encontró sin vida
El 23 de julio de 2004, España se levantaba con la trágica noticia de la muerte de Carmina Ordóñez, uno de los personajes del corazón más mediáticos de las últimas décadas. Cuando se cumple el veinte aniversario de aquel fallecimiento, siguen sin resolverse algunas de las incógnitas que lo rodean. Por ejemplo, nadie revisó las cámaras de seguridad, empezaron a desaparecer ciertas pruebas durante la investigación, como una grabación que estaba en poder de la Policía, o los últimos mensajes de whatsapp que la conocida popularmente como «La Divina» envió horas antes del trágico desenlace.
Carmina no ocultaba a quien quería escucharla que «moriré antes de cumplir los cincuenta», y esa premonición se hizo realidad, porque tenía cuarenta y nueve años cuando le llegó, desgraciadamente, el prematuro adiós. Su íntima amiga, casi una hermana, Eva Carreño, fue quien descubrió a las doce de la mañana su cuerpo sin vida en la bañera de su casa. El certificado de defunción demostró que había muerto cuatro horas antes. Carreño se encontró a su amiga con un gran golpe en el labio, sumergida en una bañera con el grifo abierto, que, extrañamente, no se había desbordado todavía, y con la puerta cerrada con llave y el televisor encendido.
En una conversación exclusiva con Eva, revela que «cada vez que veo imágenes con agua me vienen a la cabeza aquellos momentos tan dramáticos. No puedo ver una persona sumergida… me produce un rechazo espantoso. Carmina le decía a todo el mundo que iba a morir antes de cumplir los cincuenta, estaba obsesionada con esa idea. Y yo le decía que dejara de pensar en eso».
La gente tenía una imagen de una Carmina alegre, disfrutona, que le gustaba rodearse de sus amigos y se gastaba la mayor parte de lo que ganaba en sus colaboraciones televisivas con ellos, pero nuestra interlocutora sorprende con una confesión inesperada: «Se sentía muy sola, recuerdo un día que las dos estábamos tumbadas viendo la televisión y me dijo llorando: ‘Eva, que sola estoy’. Le contesté que no dijera tonterías, que yo estaba incondicionalmente a su lado».
Aunque aparentaba una fortaleza inusual, la realidad, sigue contando Carreño, es que «a pesar de que algunos creían que era muy fría, era una mujer muy frágil y demasiado sensible». Sobre esas incógnitas sin resolver, añade que «dije en un primer momento y me mantengo pasados veinte años que hubo una omisión de auxilio. Horas antes de morir estaba en su casa con gente. Estoy convencida de que la vieron mal y no la ayudaron… Una bañera con el grifo abierto tarda quince minutos en llenarse, y cuando descubrí su cuerpo sin vida no se había desbordado. Era rarísimo. Como lo es el que desaparecieran algunas pruebas…Además, ella no llenaba la bañera, se sentaba en ella y utilizaba la ducha. Nunca abría el grifo de la bañera. Y le digo más, Carmen nunca cerraba los pestillos de las puertas, y ese día estaban cerrados los del baño, el salón… Y otra cosa, su asistenta, Luisa, se encontraba dentro del piso. Tras escuchar que el grifo estaba abierto y que Carmen no contestaba, telefoneó a Fabio, el chófer, y este le pidió que no llamara a la Policía, que ya iba él a la casa. Pero yo nunca le vi allí».
Cuando Eva se presentó en el portal del edificio llamó al telefonillo y nadie le abría. «Insistí hasta que me abrieron. Y al subir al piso me facilitó la entrada Luisa. Tenía la cara descolocada y fue incapaz de decirme dónde estaba Carmen. Al escuchar que el grifo del baño estaba abierto conseguí introducirme en la estancia y me llevé el mayor disgusto de mi vida… fue horrible. Quise llamar a la Policía y la asistenta se obcecaba en decirme que no lo hiciera, que esperáramos a Fabio. Le di un empujón y salí corriendo para buscar a los agentes de seguridad de la urbanización. Entonces, llamé al 112 y a los pocos minutos apareció la Policía… El drama era tremendo».
Parece ser que aquella noche acompañaban a Carmen varias personas, y una de ellas de su entorno nos desvela que «era gente nada fiable. Malas compañías que solamente le hacían daño y le empujaban a un abismo de adicciones. Personas que lo único que buscaban era sacarle dinero».
A día de hoy, no se ha hecho pública la identidad de esos funestos acompañantes. Pero se sabe que estuvieron de juerga en la casa hasta altas horas de la madrugada. Eva prestó declaración voluntaria la misma tarde del 23 en la sección segunda del Grupo 5 de Homicidios de la Brigada Provincial de la Policía Judicial de Madrid.
Imágenes escondidas
Días después, un amigo de «La Divina» estuvo hablando, y grabando, una conversación con una de las personas que se encontraban en el piso la noche en la que ocurrió todo. Pero esa grabación nunca se entregó a las Fuerzas del Orden. Una hipótesis apunta a que la tiene otra amiga de la fallecida. Pero, hay que preguntarse por qué permanece oculta. ¿Qué interés existe en esconderla? Y, como decimos, ¿por qué nadie pidió las imágenes de las cámaras de vigilancia de la urbanización? Incógnitas que no han encontrado respuesta.
Hijos distanciados
Carmina siempre mantuvo unidos a sus tres hijos, no habría entendido el actual distanciamiento de Fran y Cayetano con su hermano Julián, ni los desafueros entre los dos primeros. Un cisma familiar que la mataría de pena.Era una madre coraje, con sus defectos y sus virtudes, pero volcada en sus vástagos, que le adoraban. Recordemos que tanto Francisco Rivera «Paquirri», padre de los dos mayores, y Julián Contreras, progenitor del pequeño, habían roto sus matrimonios con Carmen. En el momento de su muerte, ella se encontraba sin pareja. Con Paquirri, la relación era un tanto distante, quizá
porque el torero estaba casado con Isabel Pantoja, con la que su ex no se llevaba nada bien. En cambio, con Julián siempre mantuvo una amistad cercana. De hecho los dos vivían en el mismo edificio y se veían casi todos los días.
Antonio Arribas, ¿su gran amor?
Aseguran los que conocieron íntimamente a Carmina Ordóñez que su gran amor no fue Francisco Rivera «Paquirri», sino el controvertido «playboy» Antonio Arribas. Ironías de la vida, la muerte de este último guarda una cierta similitud con la de «La Divina». Antonio falleció en 1994, a los 49 años, víctima de un paro cardiaco. Los dos fueron encontrados en sus casas, solos, con la misma edad. Su historia de amor estuvo marcada por la pasión, Arribas le abrió a Carmina un mundo de juergas y fiestas nocturnas que por aquel entonces desconocía. Acababa de separarse de «Paquirri» y su vida sufrió un cambio radical. Pero aquel noviazgo no tenía tabla de salvación y acabó en ruptura.
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