Documental
Charlie Sheen: el regreso del ángel caído
Tras décadas de excesos, el actor celebra 60 años y ocho de sobriedad, mientras desnuda su vida en una biografía y un documental de Netflix
Charlie Sheen siempre fue el más indomable de la saga Estevez-Sheen. Si su padre, Martin Sheen, sobrevivió al infierno del rodaje de "Apocalypse Now", él se encargó de protagonizar su propio apocalipsis, aún más salvaje y autodestructivo. Pero contra todo pronóstico, Sheen ha sobrevivido. Y ahora, a los 60 años recién cumplidos y con ocho de sobriedad a sus espaldas, lo cuenta todo en "The Book of Sheen" y en el documental "Aka, Charlie Sheen", que Netflix estrena a nivel global el 9 y el 10 de septiembre.
Hubo un tiempo en que el nombre de Charlie Sheen era sinónimo de escándalo. Lo mismo se hablaba de orgías multitudinarias que de borracheras imposibles de cuantificar, o de cócteles de drogas tan inverosímiles que rozaban la leyenda urbana. "No tenía adónde ir", confiesa ahora en "People", recordando aquellos años en los que cada dosis parecía poder ser la última. El crack y la cocaína eran su gasolina; la adrenalina de lo prohibido, su brújula.
Un ejemplo para sus hijos
La sobriedad, sin embargo, llegó de forma abrupta. Primero dejó las drogas y después, casi de golpe, el alcohol. El punto de inflexión lo marcó un episodio íntimo: darse cuenta de que estaba demasiado borracho para llevar a su hija Sami a una cita. "Quería ser el tipo de padre en el que mis hijos pudieran confiar", explica. Hoy, Cassandra, Sami, Lola, Bob y Max -sus cinco hijos- son el motivo por el que permanece firme.
Sheen no oculta que la tentación sigue rondando. "Añoro la primera hora de copas", admite. Pero también reconoce que lo que viene después -15 horas de caos, vergüenza y angustia- basta para recordarle por qué decidió dejarlo. En su teléfono guarda imágenes que funcionan como un recordatorio constante, como móviles colgando sobre una cuna: instantáneas de noches que ya no quiere repetir.
La suya es una historia que combina hilaridad y tragedia a partes iguales. En octubre de 2000 declaró haber estado con más de 5.000 mujeres y participado en orgías de hasta 50 personas. Quince años después, en 2015, confesó públicamente su diagnóstico de VIH, lo que truncó de golpe su vida sexual y lo enfrentó a una nueva realidad. "No podría tener sexo ni en una cárcel de mujeres", ironizó entonces.
Divorciado en tres ocasiones, el actor se muestra ahora más reflexivo que nunca. "El perdón sigue evolucionando. Todavía siento escalofríos de vergüenza, pero cada vez son más frecuentes, y eso es progreso", asegura. Su discurso no busca absoluciones fáciles ni presentarse como víctima: simplemente expone la verdad desnuda de un hombre que jugó demasiado fuerte y que, contra todo pronóstico, sigue en pie.
Charlie Sheen agradece haber sobrevivido a noches en las que el crack y la cocaína podían ser letales. Y recuerda las "reglas" de sus fiestas: "Deja tu juicio en la puerta. Nada de dolor en la habitación. Y nadie puede morir". Un mantra que resume a la perfección el espíritu contradictorio de un hombre que hizo del exceso su seña de identidad y que, al borde del abismo, supo encontrar redención.
A los 60 años, Charlie Sheen ya no busca epatar al mundo, sino reconciliarse consigo mismo. El niño terrible de Hollywood, convertido en protagonista de su propia tragicomedia, ha logrado lo impensable: vivir para contarlo.