
Legado
Los Ensesa, la saga que creó S'Agaró, la joya de la Costa Brava
Desde el Hostal La Gavina, atrajeron a Hollywood a este rincón del Mediterráneo, que triunfa hasta hoy

¿Cuántas familias de este país pueden enorgullecerse de que la localidad en que viven la levantó de la nada un ancestro? Júlia, Virginia, Carina y Josep Ensesa Viñas sí pueden. Si S’Agaró –a la que algunos llaman la Beverly Hills de la Costa Brava– fuese un pequeño reino, ellos serían la familia real, si bien con su carácter, cercano, accesible y hospitalario ese halago suena a adulación sin sentido. El apellido Ensesa forma parte del ADN de S’Agaró (Girona). Literalmente.
Su bisabuelo, Josep Ensesa i Gubert, levantó este núcleo urbano desde cero hacia 1922. Él puso la primera piedra, la de su casa. "La del 24 de julio de 1924 fue la primera noche que mi abuelo, su mujer y sus tres hijos durmieron Senya Blanca, el nombre que se le dio a la primera casa construida aquí". El centenario de S’Agaró, celebrado en 2024, sirvió para recordarlo a lo grande. Josep Ensesa veraneaba en la vecina localidad de l’Estartit y decidió explotar el potencial que intuyó en el tramo entre la bahía de Sant Pol y la cala Sa Conca, un terreno adquirido por su padre años atrás. Se reunió con el arquitecto Rafael Masó y comenzaron a diseñar su plan de futuro.

Trajeron agua potable y electricidad desde la vecina Sant Feliú de Guíxols y S’Agaró –que recibe su nombre de un viejo arroyo–, comenzó a tomar forma. En paralelo, iba creciendo el número de visitantes de calidad a los baños de Sant Pol, cuyas casitas de colores ha restaurado la familia Ensesa y que hoy son objeto de deseo de los instagrammers.
Herencia ética y estética
Virginia Ensesa, presidenta de la Entitat Urbanística de Conservació de S’Agaró, fue la impulsora de S’Agaró 100, la iniciativa que el verano pasado conmemoró el centenario de la localidad. "Nos inculcaron este amor por S’Agaró y el sentido de pertenencia a un lugar. A través de la entidad de conservación, trabajamos por mantener el legado”. S’Agaró fue declarado Bien Cultural de Interés Nacional en 1995 y en mayo de 2022, el Ayuntamiento de Castell d’Aro-Platja d’Aro-S’Agaró aprobó el Plan Especial de Protección (PEP) del Conjunto Residencial de S’Agaró.
Lo que distingue a esta localidad no es solo su historia, sino el plan con que fue concebida: una declaración de principios frente al cemento sin alma, una ciudad jardín con normas urbanísticas estrictas que se han respetado durante un siglo. "Por ejemplo, no puedes construir más de cierto volumen, se preserva un tipo de arquitectura, hay un respeto absoluto por la naturaleza y en algunos terrenos de primera línea, se han hecho escalinatas para que quien pasee por el Camí de Ronda pueda bajar al mar. Hay coherencia estética, pero también ética. De no haber sido por esa visión desde el principio, esto sería hoy una costa explotada, con edificios altos y sin sentido como desgraciadamente ocurre en muchos sitios".
La Gavina, la joya de la corona
La joya de la corona de la familia es el Hostal de La Gavina. Si bien mantiene el nombre original de un establecimiento que abrió con 11 habitaciones, en la actualidad dista mucho de ser un hostal.

El precioso conjunto arquitectónico diseñado también por Rafael Masó con su estilo novecentista –pórticos, torres, terrazas y tejados bajos– fue creciendo y hoy es el único resort 5 estrellas Gran Lujo de Cataluña. La Gavina, de 76 habitaciones y con jardines interminables y club de tenis, tiene piscina con agua de mar, un spa con masajes y terapias sensoriales y de belleza, tratamientos de la firma suiza Valmont, los restaurantes Candelight –que creó Romain Fornell, 2 estrellas Michelin y hoy director gastronómico de La Gavina– Garbí, El Barco, Villa d’Este y la anexa Taverna del Mar, también propiedad de la familia Ensesa.

Su director es Joan Carles Casanovas: 38 años de experiencia en el sector hotelero, también internacional, incluyendo el fantástico GL Casa Fuster de Barcelona. "Cuando la familia Ensesa me contactó para asumir este reto, no me lo pensé dos veces, pues es un referente en la hostelería de lujo y su marco natural y vistas incomparables lo hacen único en todo el litoral español. Más que un hotel es un resort, dada la amplia gama de servicios que ofrece". Confirma Casanovas –naturalmente, sin dar nombres– que entre la distinguida clientela que aprecia el lujo bien entendido continúan visitándoles actores, cantantes y escritores famosos.
Las familia Ensesa gestiona su patrimonio en equipo. De esto charlan en sus cenas: "Hablamos del último hotel maravilloso que hayamos visto y qué nos ha gustado de él, sobre todo. Yo estoy muy pendiente el de las renovaciones de habitaciones y de los atributos y necesidades que requiere un gran hotel como este. Me complemento muy bien con Júlia, mi hermana mayor, que posee una vastísima cultura, está enamorada de la decoración y es una gran viajera. Carina es una gran relaciones públicas y mi hermano, que tiene una cabeza privilegiada, es el estratega. Nos complementamos. No es que cada uno lleve un área. Somos equipo".
Un lugar con leyendas de Hollywood
La historia del Hostal de La Gavina, que abrió en 1932, recoge memorables momentos protagonizados por las estrellas del Hollywood dorados. La más sonada tal vez se deba al ruidoso bofetón que Ava Gardner recibió de un furioso Frank Sinatra: el cantante viajó desde Nueva York al conocer del romance de su esposa con el torero Mario Cabré.

La mayoría son amables, como ese Orson Welles que durante el rodaje de "Mr. Arkadin", en 1954, aprovechaba para cantar nanas a una de las hijas de la propietaria, Anna Ensesa, entre toma y toma; o tan curiosas como un Sean Connery que fue carpintero antes que Bond y se pasaba el tiempo palpando mobiliario con ojos entornados, disfrutando de sus vetas y textura. Finalmente, que el estrellato y la clase no siempre van parejos lo ilustra lo que ocurrió con una joven Elizabeth Taylor: tras un baño en la piscina durante el rodaje de "De repente, el último verano" (1959), subió a su habitación y se echó empapada sobre una colcha carísima. El director, indignado, llegó a amenazarla con echarla del hotel.
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