Pacto
Imanol Arias, el fin de su peligroso viaje al Pacífico
Esta semana el actor ha llegado a un acuerdo con la Fiscalía por el caso Nummaria, por el que la Fiscalía Antocorrupción le pedía 27 años de prisión por defraudar dos millones y medio de euros al erario público
Cuenta: «Mucho lo hacía con desonocimientos absoluto, imagínate que soy electricista (comenzó, como el ministro José Luis Corcuera, la carrera de maestría industrial, pero él especializado en electrónica en la Escuela de Armería de Formación Profesional de Éibar). Siempre rodeado de gente que, desde los poderes, me ayudaba. Y fue así que, entre tantos, alguien que me daba una mano, decidí que no era normal que teniendo yo rendimientos de contrato y un éxito tal que aún así me impedía dejar de trabajar, no intentara invertir», relata. «Entonces empecé a hacer fórmulas fiscales que me valdrían, luego, un juicio de diez años... No era consciente de lo sucedido pero soy responsable. Devolveré hasta el último céntimo», así confiesa al periodista Sebastián Solano lo que el actor Imanol Arias considera su «cáncer moral». Hablamos de Nummaria, un caso judicial donde la Fiscalía Antocorrupción le pedía 27 años de prisión por defraudar dos millones y medio de euros al erario público.
Esta semana el actor ha llegado a un acuerdo con la Fiscalía, según adelantó LA RAZÓN, pasando de 27 años a 23 meses. Con el semblante serio y vestido en tonos veraniegos atendió a la prensa con un «estoy contento y conforme. Así me libro de estar 27 años en la cárcel». Esta conformidad con el Ministerio Público se materializará en la vista oral que se celebrará este martes en la Audiencia Nacional, a lo largo del turno de cuestiones previas.
Este Imanol, que ya ha enterrado a Antonio Alcántara y no tiene a «Cuéntame» en la casa de los españoles al tiempo que él camina por los banquillos, es muy distinto del que apareció en la mediática investigación llamada los «Papeles de Panamá», donde se desvelaron las cuentas «off-shore» de varios famosos. Ojo, que algunos lo tenían declarado (los menos, eso sí). Por circunstancias de la vida, me tocó llamar a Manuel María Arias Domínguez, que es su nombre real, en 2016, ya que aparecía en la documentación del buffete de Mosack Fonseca, y comunicarle que habíamos visto que había creado una sociedad domiciliada en un islote del Pacífico Sur, llamado Niue, donde revertía las ganancias de la serie «Querido Maestro». Entonces, Arias me colgó sin miramientos. Luego, su agente me dijo que el actor «estaba al corriente de sus obligaciones tributarias».
El viaje desde las aguas piratas a la Audiencia Nacional ha sido un verdadero calvario para Imanol Arias. Le ha cambiado como persona, está más introspectivo, más consciente, ha salido fortalecido y está feliz de que su hermana Ana Isabel no esté imputada. Arias solo busca ahora la paz. Y es que a veces los planes B son muy peligrosos.
Lo de Ana Duato es otra historia. Sigan el juicio, que promete.
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