Entrevista
Leticia Rodríguez de la Fuente hereda el amor por la naturaleza de su padre, el recordado Félix
Acaba de publicar “Tocar la tierra”, un libro que refleja lo sanador que es trabajar la tierra
Leticia Rodríguez de la Fuente ha heredado de su padre, el recordado Félix, el amor y el respeto por la naturaleza. Lo demuestra en su libro “Tocar la tierra” (Editorial Espasa), en el que refleja lo sanador que es trabajar la tierra, el arte de observar y meditar a través de la jardinería y del amor como el mejor abono para las plantas.
¿Ha heredado de su padre el amor hacia los animales?
Me gustan mucho, de hecho tengo dos perras, les respeto, pero tampoco me va la vida en ello.
¿En qué rasgos de Félix se reconoce?
Pues en que, al igual que lo era él, soy un alma libre.Hago lo que quiero, cuando me meto algo en la cabeza. Me pongo el mundo por montera y no conozco límites, y realizo las cosas a mi manera, que no tiene nada que ver a como se entiende que hay que hacerlas.
¿Cómo recuerda la figura paterna?
Lo recuerdo mucho. Era un hombre muy cercano y familiar, muy cariñoso, aunque estaba fuera por sus viajes de trabajo, nunca le sentí como un padre ausente, porque en casa llenaba mucho el espacio, enfocado en nosotras, en mi madre, en mi, en mis dos hermanas, al cien por cien. Como era una persona súper familiar compensaba esas ausencias. Nos malcriaba, a todas las normas que nos ponía mi madre, él decía que nos dejara tranquilas.
Es que su madre es muy “germánica”.
Siempre lo ha sido, muy estricta. Ella es muy rígida y papá era todo lo contrario. Aunque también sacaba su carácter cuando tenía que hacerlo. En el trabajo los tenía a todos como “velas”.
Rememora que “mi padre murió el 14 de marzo de 1980, el mismo día de su cumpleaños. Qué fuerte. Ironías de la vida. Mi cumple es el siete, y mi padre lo celebró conmigo porque se iba a Alaska. Una semana después, falleció".
En su libro afirma que trabajar la tierra tiene un efecto sanador.
Creo que la relación con la tierra es terapéutica si la trabajas con asiduidad. Te colocas en un lugar en el que es más gratificante y saludable relacionarse con el mundo. Trabajas mucho la paciencia y la aceptación, y lo transportas a la vida.
¿Las plantas sienten?
Pueden tener el sentimiento directo sin filtros. En este sentido, el amor es un buen abono. Se transforma en una frecuencia vibratoria que es ese abono. Porque en el,fondo somos energía y todo se comunica por frecuencias.
¿Existe un nexo de unión entre la meditación y la jardinería?
En el momento en que trabajas el jardín llegas a un punto en el que dejas de estar, en el que desapareces, ya no piensas, es una especie de hipnosis en la que existe una comunión total con lo que haces en el medio en que estas, entras en una frecuencia que te conduce al súmmum de la meditación.
Llega a sus cincuenta y cuatro años soltera y sin compromiso: “ya soy una oveja vieja para tener pareja. No aguanto a un tío ni aunque me paguen. Me siento muy bien sola. Y no estoy hecha para la vida en pareja”.
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