Temor
El miedo de Julián Muñoz a la muerte
Pero a mí me dejó claro que ese dolor tan íntimo se debía más a los que sufrirían por su adiós que a él mismo
En una de nuestras últimas charlas telefónicas, cuando Julián Muñoz ya se encontraba muy enfermo, salió el tema de la muerte, y me confesó que “tengo miedo a morirme, aunque soy consciente de que mi situación parece irreversible. Pero no lo cuentes, que no quiero preocupar a mi familia más de lo que ya lo está”.
Respete su decisión y nada salió de mi boca ni de mi pluma sobre el tema. Irónicamente, fue él quien comentó esto mismo en su entrevista postrera en “¡De viernes!”. En ella dejó muy claro su temor a morirse, su miedo a dejar este mundo.
Pero a mí me dejó claro que ese dolor tan íntimo se debía más a los que sufrirían por su adiós que a él mismo. Era consciente de que, gracias a Dios, había conseguido unir a toda su familia a su alrededor, un sueño cumplido, y veía en el día a día la gran preocupación que generaba verle tan enfermo.
A Julián, el cáncer le cambió la personalidad y el carácter. La sensibilidad y la bondad desterraron la altanería y la prepotencia, el “dientes, dientes” ya era un mal recuerdo, y había dado paso a la figura de un hombre sencillo y generoso.
Uno de sus vecinos, José M., le califica como un “buen tipo al que no le gustaba hablar de un pasado que repudiaba. Un día cruzamos unas palabras en un bar cercano a su casa y me confesó que sabía que tenía los días contados, lo comentó sin aspavientos ni penas. Como si fuera ley de vida por la enfermedad que sufría. No era tonto y no se engañaba a sí mismo con falsas verdades. En el barrio contaba con buenos amigos y su trabajo de voluntario en un archivo de un centro religioso era muy apreciado”.
Se fue con la enorme sarprisfaccion de ver a su familia más unida que nunca. Ese fue su mayor logro.
✕
Accede a tu cuenta para comentar