Moda
Morante de la Puebla y su bata de 1.500 euros con la que dijo adiós
El diestro confió en la exquisita casa Rubinacci que es todo un símbolo en la sastrería italiana
El hábito no hace al monje… pero le ayuda. Si un torero no siente el veneno de ese mundo en las venas, raro es que acabe triunfando. Y pese a que sea uno de los grandes, no lo será del todo si no va vestido como Dios manda. Morante de la Puebla es (o era) eso y más. Con la despedida -no está claro si temporal- del que está considerado como, sino el mejor, sí uno de los mejores toreros de los últimos años, parece que el mundo del toro está de luto. Y el más grande (seguro que a la Jurado no le importa que empleemos este apodo) solo le puede vestir el mejor sastre del mundo. Esto lo hemos visto también esta semana. Tras quitarse la coleta, el maestro aparecía vestido con una bata que era, además, toda una declaración de intenciones. Y es que vestirse con una bata (la bata) de Rubinacci no es más que dar a conocer a todo el mundo que te preocupan hasta los últimos detalles, algo que, por otra parte, no es de extrañar en este genio de la arena.
Una firma con mucha historia
Desde su fundación en 1932, la casa Rubinacci se ha convertido en todo un símbolo de la sastrería italiana. Fue Gennaro, la primera generación, quien decidió lanzarse al mundo sartorial tras ser considerado por sus compañeros un «árbitro elegantarium». Su exquisita visión para la selección de los tejidos y su delicadeza para el corte lograron los mejores momentos de la sastrería napolitana, consiguiendo rivalizar, de hecho, con los trajes a medida de Savile Row, la calle londinense sinónimo del saber hacer sartorial británico. Y pese a que pusiera como nombre a su primera tienda «London House», lo cierto es que él se convirtió en uno de los símbolos del traje napolitano, que se caracteriza por una estética menos rígida que la del inglés: hombros ligeros y vacíos, sin relleno y con una suavidad que consiguen que se doblen hasta ocho veces.
Si lo de Morante de la Puebla sobre la arena era arte, nadie puede negar que lo de los Rubinacci con el tejido también lo es. En 1963 la casa pasó a denominarse como la conocemos ahora, Rubinacci, tras tomar el relevo con dieciocho años el hijo de Gennaro, Mariano. Fue entonces cuando vivió su edad de oro, consiguiendo incluso la consideración de «mejor sastre del mundo». Poco a poco se fue expandiendo su fama y hoy en día podemos encontrar clientes de la casa prácticamente en cualquier oficina de nivel de las grandes capitales del planeta. Desde 2018, la marca que ha vestido a gente como Vittorio de Sica está comandada por la tercera generación. Ahora es Luca quien defiende el legado de su familia, sin permitirse, como Morante, un paso en falso.
Marca con solera
El maestro sabía lo que se ponía cuando apareció con su diseño de Rubinacci. Se trata de una bata confeccionada en cashmere y lana, con un diseño clásico de rayas que supera los 1.500 euros de precio de venta. Es decir, un detalle de estilo que no está al alcance de todos los bolsillos y que demuestra el buen gusto del torero. Se trata de un diseño que defiende la elegancia clásica, además de apostar por una silueta cómoda y relajada. Sus cuellos nos recuerdan al esmoquin, otro toque de elegancia de un torero que pasará a los libros de historia. Parte del arte de Rubinacci es la amplia selección de tejidos que posee. En sus archivos conservan más de sesenta mil metros de tejidos vintage. Con ellos realizan una serie de colecciones limitadas que pretenden ser una aportación única a la moda masculina. Desde un traje hasta una sahariana, todo es posible en manos de estos maestros, como todo puede pasar cuando Morante se pone delante de un toro. Cuentan con un museo que colabora con el Victoria & Albert londinense, consiguiendo así una comparación que nos viene al pelo para cerrar este artículo sobre la impresionante bata con la que Morante se vistió su despedida en Las Ventas. Porque llegar a hablar de tú a tú al V&A es tan complicado como conseguir que se te abra la puerta grande del coso madrileño, y Morante de la Puebla ha conseguido hacer eso, vistiendo de chenel y oro en la plaza, y de cashmere y lana en la habitación: un maestro lo es en la arena y fuera.