Cargando...

Memorias

El Rey Juan Carlos rompe su silencio sobre Diana de Gales: "Fría, taciturna, distante, salvo cuando había paparazzi"

En sus memorias recién publicadas, el monarca emérito recuerda los veranos compartidos con los príncipes de Gales en Mallorca y desmiente el rumor que durante años alimentó las portadas: un supuesto romance con Lady Di

Diana de Gales, durante unas vacaciones de verano en Mallorca larazon

Durante cuatro veranos consecutivos, entre 1986 y 1990, el Palacio de Marivent fue escenario de una convivencia tan mediática como tensa. Los príncipes de Gales -Carlos y Diana- se refugiaban allí invitados por los Reyes Juan Carlos y Sofía. Aquellos días, inmortalizados por los fotógrafos con la imagen de una joven princesa abrazando a un pequeño Harry frente al Mediterráneo, escondían una realidad mucho menos idílica.

El Rey Juan Carlos I lo confirma ahora en sus memorias Réconciliation. Mémoires. Juan Carlos I d’Espagne, escritas por la periodista francesa Laurence Debray y adelantadas por Le Point y Le Figaro. En ellas, el Monarca traza un retrato poco complaciente de la princesa Diana: "Fría, taciturna, distante, salvo cuando había paparazzi". Con esas palabras, niega también una de las leyendas más persistentes de los ochenta: la de un supuesto affaire con la princesa más fotografiada del mundo.

La camaradería del Rey Juan Carlos

El relato coincide con la versión que Lady Di confió años después al periodista Andrew Morton, en el libro que cambiaría para siempre la historia de la Casa de Windsor. Diana reconocía entonces que había aceptado aquellas vacaciones en Mallorca por insistencia de su esposo, no por entusiasmo propio. Enferma y con la autoestima minada, se sintió desplazada mientras el príncipe Carlos disfrutaba de la atención y la camaradería del Rey español.

"Juan Carlos se llevaba mejor con Carlos que con Diana, que lo encontraba demasiado playboy para su gusto", escribió Morton, revelando que las cintas que sirvieron de base a su libro habían sido grabadas en secreto por la propia princesa desde el Palacio de Kensington.

En el entorno de Zarzuela, las estancias mallorquinas tenían otro propósito: ofrecer un respiro a un matrimonio ya sentenciado. Según el historiador Fernando Rayón, fue la Reina Isabel II quien, durante la visita de Estado de 1986, confesó a los Reyes españoles las dificultades que atravesaban los Gales. Doña Sofía, siempre diplomática, propuso Marivent como refugio. "El mar fue una terapia -escribe Rayón-, lo mismo que las conversaciones del Rey con Diana y de la Reina con Carlos. Pero solo lograron retrasar lo inevitable".

Las relaciones entre ambas monarquías, tejidas desde los tiempos de la reina Victoria, explican la naturalidad con la que los Gales se integraron en la vida veraniega de la familia real española. El duque de Edimburgo, pariente cercano de doña Sofía, había sido un firme defensor de la legitimidad de Juan Carlos durante su llegada al trono. "El Rey español profesaba un profundo respeto por la reina Isabel y solía telefonearla a menudo", recordaba el embajador británico Antony Acland.

Casi cuatro décadas después, el relato del padre de Felipe VI devuelve la voz a un testigo privilegiado de aquellos veranos que mezclaban diplomacia, discreción y drama personal. Una postal de tiempos dorados que, a la luz de sus memorias, se revela mucho menos luminosa de lo que las fotos dejaron entrever.