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De Zapatero a Rajoy: las alegres vacaciones de los expresidentes

El que fuera líder de los populares ha olvidado su antaño escondite gallego, lo hemos visto en yate por Baleares y en tierras del sur. Aznar y Felipe González siguen fieles a Marbella, y Zapatero, a Lanzarote

Mariano Rajoy en Puerto Sherry
Mariano Rajoy en Puerto SherryMaría CasasRedes Sociales

Mientras llegan las vacaciones presidenciales, un clásico en la crónica estival de la que no se salvará Pedro Sánchez, Mariano Rajoy nos permite ir abriendo boca. Liberado hace ya un tiempo de sus tareas gubernamentales, parece entregado de lleno a la filosofía italiana del «dolce far niente» que invita al placer de no hacer nada. Y no es que él no haga, nada, pero sí ha dejado a un lado su quehacer cotidiano para vivir a conciencia el momento y experimentar la fugaz sensación de felicidad que aporta un chuletón de vaca abulense o un rape del Cantábrico revestido con un meloso sofrito a la bilbaína como los que sirven en el restaurante El Pimiento Verde.

En él se dejó ver recientemente en un tranquilo día de almuerzo y tardeo por el barrio Salamanca. Como aperitivo de sus vacaciones, hace unos días se permitió también una escapada a El Puerto de Santa María (Cádiz) para disfrutar de su magnífico puerto deportivo y pasear por sus calles. «Cuando más tranquila estaba, apareció un cliente inesperado», publicó en sus redes María Casas, propietaria de una de las tiendas y orgullosa de la visita del exmandatario. Entre el arte de la prudencia que desplegó Baltasar Gracián en el siglo XVII y el ejemplo de Barack Obama, que se tomó unas largas vacaciones como expresidente en destinos paradisíacos, muy fotografiados, Rajoy escoge la opción a la americana y juega a juego descubierto.

EL EX PRESIDENTE JOSE MARIA AZNAR Y ANA BOTELLA DURANTE UNAS VACACIONES EN MARBELLA
EL EX PRESIDENTE JOSE MARIA AZNAR Y ANA BOTELLA DURANTE UNAS VACACIONES EN MARBELLAKMJ/KMAGTRES

Con estas instantáneas con las que nos obsequian las redes sociales, el expresidente hace caso omiso al consejo del sabio del siglo de Oro, aquello de que el silencio recatado es el refugio de la cordura, y está dispuesto, ahora que la situación pandémica lo permite, a retomar con energía esa nueva etapa que inauguró en 2019 en las Islas Pitiusas deleitándose con todo lo nuevo, como niño que celebra una primera comunión. Ese verano, el segundo fuera del palacio de la Moncloa, le vimos luciendo torso gallego, junto a su mujer Elvira Fernández y su exquisita pandilla, a bordo del yate Blue Six, una embarcación de 16 metros de eslora propiedad de uno de sus amigos. Al caer la tarde, tocó buena música, mojitos servidos por Mojito Man, el coctelero de moda en la isla, y muchos curiosos clamando una fotografía con él.

Su presencia tampoco pasó desapercibida en Lío, uno de los restaurantes cabaret más exclusivos del mundo, cuyo menú ronda los 200 euros por cabeza (más la bebida). Bengala en mano, meció sus caderas al ritmo del mítico «Can’t take my eyes of you». Y por si fuese necesario acreditar su júbilo estival, durante su visita al popular club de playa El Beso fue sorprendido por María Pombo, una de las «influencers» con más seguidores, y su bulliciosa panda de amigas que en plena despedida de soltera convirtieron al expresidente en uno de sus retos. De nuevo desató pasiones. Le saludaban a grito de «¡Mariano es cojunudo!» o «¡Presidente, presidente».

Adiós a la discreción

Este alarde de la buena vida contrasta el perfil bajo que decidieron durante su tiempo en Moncloa, tanto él como su esposa, una mujer de carácter sobrio y muy reservado que siempre mostró cierta aversión a los focos. Entonces sus vacaciones presidenciales transcurrían en las Rías Baixas gallegas y no transcendían más que sus largas caminatas. Atrás queda la discreción, igual que aquellos días de Congreso en los que, a falta de un azucarillo en el agua que, como decía Umbral, habría hecho «más finas las metáforas, más domésticas las bromas», Rajoy ponía la gracia con su verbo enredado, los inmortales lapsus linguae y la incorrección de sus eses que tanta mofa despertaron en sus adversarios como quebraderos a sus asesores. Ahora se deja querer y se percata a título póstumo de esa erótica del poder que lleva a quienes lo detentan a un disfrute muy singular. No hablamos de levantar faldas ni de ningún otro signo carnal. En el caso de Rajoy se quedaría en ese subidón que provoca saberse aliviado de cargos y una inercia que le inclina hacia un estilo de vida privilegiado.

Former Spain President Mariano Rajoy and Elvira Fernandez on holidays in Ibiza
Former Spain President Mariano Rajoy and Elvira Fernandez on holidays in IbizaGJNGTRES

Curiosamente, en los expresidentes socialistas parece, sin embargo, que aún resuena la reprimenda que siguió al verano de 1983 de Alfonso Guerra, entonces vicepresidente del gobierno de Felipe González. Nunca se aclaró si el grito fue «Menos Marbella y más socialismo» o «Menos Marbella y más botijo y señora con pañuelo atado a la cabeza», el caso es que sacó los colores a los ministros, como Miguel Boyer y Carlos Solchaga, que habían elegido la ciudad malagueña como destino vacacional. Frente al aburguesamiento de su equipo, González veraneó en un austero caserón en medio del bosque en la localidad soriana de Lubia, sin más atractivo que un bar y un club de alterne. Es verdad que ahora es él el que suele pasar sus veranos en Marbella, junto a su pareja Mar García Vaquero, pero lo hace invitado por sus cuñados Pedro y Begoña Trapote, y con una tranquilidad pasmosa a base de paseos, lectura y cenas familiares. Alguna vez ha coincidido allí con José María Aznar, que desde hace tiempo descansa durante el mes de agosto en la urbanización de Guadalmina Baja, en San Pedro de Alcántara. Sus vacaciones se resumen en dieta sana, ejercicio, pareo y paseos. De carácter más festivo, el expresidente popular se deja llevar por la noche marbellí.

José Luis Rodríguez Zapatero y Sonsoles Espinosa en Lanzarote
José Luis Rodríguez Zapatero y Sonsoles Espinosa en LanzaroteEFE

Quien también pasa desapercibido es Zapatero. Su punto de encuentro con el verano es Lanzarote, donde el matrimonio adquirió una casa de unos 90 metros cuadrados. Para los vecinos su presencia en la playa de Famara es habitual. Sonsoles y él caminan a buen paso a primera hora de la mañana, leen, juegan al ajedrez, toman el aperitivo en Puerto Bahía y practican submarinismo. Este año está previsto que lleguen el 17 de julio y permanezcan en la isla hasta el 11 de septiembre.