Opinión

La crónica de Amilibia: Anne, dime ya qué hago para no sufrir

Anne Igartiburu en la inauguración de un clínica dental, Moonz en Boadilla del Monte.
Anne Igartiburu en la inauguración de un clínica dental, Moonz en Boadilla del Monte.Jesús G. FeriaLa Razon

Vivo sin vivir en mí: que 20 ciclistas hayan tenido que abandonar la Vuelta por el coronavirus me parece un serio aviso cara al invierno. Pero imagino que Carolina Darias lo tiene todo previsto y ya estará rezando con el padre Bolaños por que el covid no se extienda en tiempo preelectoral. Además de vidas, se pierden votos, porque parte del pueblo es proclive a considerar que, haga lo que haga el Gobierno, siempre actúa tarde y mal. Y eso, otra vez, no. Julián Contreras, hijo de Carmina Ordóñez, ha contado que pasó por una etapa de depresión y pensó suicidarse: «Llegué a escribir 420 cartas de despedida», dice. Tengo dicho que los literatos suicidas no deberían escribir nunca notas de despedida si quieren lograr su objetivo, porque lo normal es que se animen y en vez de irse de la vida, acaben escribiendo una novela. El caso es que las numerosas despedidas le dieron tiempo a Julián para reflexionar y cambiar de idea. Ojalá se hubiera despedido tanto Hemingway.

Anne Igartiburu no vivirá jamás ese trance ni aunque le cancelen su «Corazón». Aconseja el libro que está leyendo para dar esquinazo a los padecimientos y vivir de manera satisfactoria: «Fluir para no sufrir», de Ismael Cala. Dime, Anne, qué he de hacer para fluir y no sufrir, dímelo tú, Anne, porque el libro no me lo voy a leer. El autor explica once principios para transformar nuestras vidas: no se trata de fluir dejando que las cosas sucedan sin más, sino de lo que tenemos que hacer para que las cosas pasen según nuestros deseos. Un fluir milagroso, vamos.

No sé si Núñez Feijóo debería haberlo leído antes del duelito, pero seguro que el padre Bolaños ya se lo ha puesto a Él sobre la mesa.