Familia Real
El supuesto «affaire» del príncipe William y el misterio sobre su cobertura mediática
¿Es la prensa británica víctima de la «injuction»? ¿Es esta poderosa herramienta legal que consigue silenciar a los medios la culpable de que no sepamos qué está pasando con los príncipes de Gales?
Camillasolo se acostó con el entonces príncipe de Gales en 1971 para vengarse de su novio (y posterior esposo) Andrew Parker-Bowles, que la estaba engañando en ese momento precisamente con la princesa Ana (hermana de Carlos). El triángulo –o cuarteto– amoroso está contado con todo lujo de detalles por Penny Junior, autora de la biografía de la que en su día fue considerada «eterna amante».
El libro, aprobada por la propia protagonista, cuenta la historia de la que es hoy mujer del actual monarca. Pero también revela cómo se relaciona la aristocracia británica y cuál es la perspectiva que hay entre las altas esferas respecto a las relaciones extramatrimoniales. Básicamente, si tu cónyuge es infiel, hay dos opciones claras: ignorarlo y darle a la jardinería, o encontrarte en silencio con tu propio amante. Lo único que no debes hacer jamás es quejarte. Eso es algo que se ve infantil. Por eso todos los amigos de Carlos desaprobaban a Diana, porque se puso como una furia al enterarse.
Y en este contexto se enmarca ahora el nuevo supuesto «affaire» del Palacio de Buckingham. La protagonista se llama Rose Hanbury y, según la prensa británica, se trataría de la amante del príncipe William, el nuevo príncipe de Gales. Desde hace años se viene hablando de la supuesta relación especial que existe entre el heredero al trono y la aristócrata, que es nieta de Lady Elizabeth, una de las damas de honor en la boda de Isabel II.
Pese a que ella era íntima amiga de Kate, la relación entre ambas se rompió en 2019 coincidiendo con la publicación de unas fotografías en la que se podía ver a William y Rose en un club nocturno en actitud más que cariñosa, mientras Kate estaba embarazada de su tercer hijo. Desde entonces, los rumores no han cesado y se han publicado diferentes crónicas.
Sin embargo, esta semana ocurría algo sorprendente. Algunos tabloides británicos, como «Mirror», «Daily Mail» o «The Sun», publicaron la supuesta cena que el príncipe de Gales protagonizó con su amiga especial en San Valentín en el privado de un restaurante italiano. Citaban incluso a un camarero asegurando que le había regalado un lujoso collar de perlas. La noticia corrió como la pólvora en Internet y la prensa de todo el mundo se hizo eco.
Pero misteriosamente la información ha desaparecido. Ni rastro. Los tabloides la han retirado y es como si nunca hubiera existido. Todo resulta extremadamente extraño. Las fotos de 2019 de Guillermo con Rose se pueden seguir viendo aún en la Red, ¿pero, de repente, se esfuman las crónicas sobre una supuesta cena?
Las teorías de la conspiración no son pocas, pero una de las hipótesis que se baraja es que Palacio podría haber apelado a la llamada «Super-Injunction», una eficaz herramienta legal a la que recurren las personas y las corporaciones más poderosas cuando quieren silenciar a los medios. La «injuction» son órdenes judiciales que impiden hacer públicas ciertas informaciones que atenten a la privacidad del individuo. Pero la «Super-Injuction» va más allá. Se trata de una orden de mordaza tan restrictiva que prohíbe mencionarse a sí misma.
Es decir, los propios medios no pueden revelar que se ha emitido tal mandato judicial, a fin de que el público no llegue a pensar que la persona o institución tiene algo que ocultar. En definitiva, no pueden hablar absolutamente nada al respecto, ni negar o afirmar que han recibido la orden de no hablar sobre el asunto.
Es una herramienta que en su día fue utilizada, entre otros, por Max Mosley, el que fuera jefe de la Fórmula Uno, para ganar un juicio contra el desaparecido dominical «News of the World» de Rupert Murdoch cuando reveló detalles sobre su vida sexual. Pero es algo que se supo solo años después. Debido a la propia naturaleza de la ley, es imposible probar que se esté aplicando ahora. Pero sí tendría sentido. A diferencia de Carlos y Diana, los actuales príncipes de Gales nunca han hablado en público de su vida matrimonial. Por lo tanto, un juez podría haber dado la razón a Palacio para mantener su privacidad y no dañar la imagen de la pareja y de la institución.
Ensombrecer la coronación
Ahí estaría la clave. La historia iría más allá de evitar ensombrecer la coronación de Carlos III, el próximo mes de mayo. William y Kate siempre han representado el perfecto cuento de hadas, por lo que Palacio tendría razones más que suficientes para que, bajo ningún concepto, el idílico matrimonio se viera envuelto en polémica porque de ellos depende, precisamente,el futuro de una institución que, tras la muerte de Isabel II, se muestra ahora en pleno proceso de transición.
LA RAZÓN se puso en contacto con el Palacio de Buckingham, pero no dieron autorización para una respuesta oficial. Por su parte, el cronista real de «The Daily Mail» Richard Kay, viejo amigo de la princesa Diana, se ha aprestado sin embargo a asegurar que las noticias pertenecen a la categoría de «fake news». «Estos rumores dañinos son simplemente falsos. En su momento se llegó a contemplar la posibilidad de acciones legales, pero como no se ha aportado ningún tipo de evidencia, se ha decidido ignorarlos», matiza.
Sea cierto o no la utilización ahora de la «Super- Injunction», la misteriosa desaparición de las últimas noticias no ha hecho otra cosa que incrementar el interés que existe sobre Rose Hanbury, la supuesta amante. Hanbury, de 38 años, se casó en 2009 con David Rocksavage, el séptimo marqués de Cholmondeley, 23 años mayor. Ella previamente había trabajado como modelo para la agencia Storm, la misma que en su día descubrió a una jovencísima Kate Moss. También trabajó como investigadora para el diputado conservador Michael Gove.
La nobleza para el más gordo
La pareja se dio el «sí, quiero» en el Ayuntamiento de Chelsea tras un brevísimo noviazgo. En cuestión de tres días se anunció compromiso, embarazo y se casaron. Solo cuatro meses después llegaron al mundo los gemelos Alexander Hugh George y Oliver Timothy George, que nacieron de forma prematura.
Para elegir quién heredaría el título nobiliario, el matrimonio decidió escoger al heredero por el peso. «Han decidido que el octavo marqués será el niño que pesó más al nacer», se publicó en «The Telegraph». La diferencia era de apenas 226 gramos. La decisión fue tremendamente criticada entre la ciudadanía y por los expertos en protocolo aristocrático. En 2016, fueron padres de una niña llamada Iris. A día de hoy, no está claro si siguen juntos. Pero durante una etapa, la familia numerosa vivió en Houghton Hall, en Norfolk, en una impresionante casa construida en el siglo XVIII para el primer ministro británico sir Robert Walpole. Y fue allí donde coincidieron con William y Kate. Las dos parejas pertenecían al mismo círculo social del exclusivo campo de Norfolk Era frecuente ver a los cuatro juntos. Es más, Rose y Kate se hicieron íntimas. Pero tras las polémicas fotografías de 2019 cortaron todo vínculo y se dice que la princesa de Gales ha prohibido la asistencia de la supuesta amante de su marido a los actos reales.
Quién es el cuarto en discordia
David Cholmondeley, el séptimo marqués de Cholmondeley, en su día era el soltero de oro de Inglaterra. Cuando cumplió 30 años, heredó una fortuna que algunos han estimado en hasta 112 millones de libras, en definitiva, una cantidad que supera la fortuna del actual príncipe de Gales, de quien se estima que tiene un patrimonio neto de aproximadamente 89 millones de libras, según Celebrity Net Worth.
El marqués era una auténtico «Casanova» entre la aristocracia británica. Según el «Daily Mail», entre sus conquistas destacan la estrella de cine francesa Isabelle Adjani y la heredera irlandesa Sabrina Guinness, con quien también salió supuestamente el propio Carlos III, según «The List».
Cuando Rose Hanbury se cruzó en su camino, ella tenía solo 19 años y él, 42. Pero surgió el amor. Cuenta la leyenda que el noviazgo empezó en una mansión en Italia, Villa Cetinale, cuyo anfitrión y propietario no era otro que el ahora deshonrado Lord Lambton, un ex diputado conservador expulsado del partido cuando se publicaron unas fotos suyas fumando marihuana en la cama con dos prostitutas. A pesar de su diferencia de edad, David y Rose apostaron por su historia de amor y acabaron dandose el «sí, quiero».
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