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La resurrección de Philippe Martínez, el líder obrero de origen español

Las manifestaciones por la reforma de las pensiones le han otorgado la oportunidad de volver a la palestra tras el protagonismo de los “chalecos amarillos”

Philippe Martinez, líder de la CGT, durante una manifestación en París
Philippe Martinez, líder de la CGT, durante una manifestación en ParísThibault CamusAP

Hijo de españoles de origen cántabro, su madre es natural de Santander, y su padre combatió en las filas de las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil. Philippe Martínez, metalúrgico de profesión, se ha convertido en la cara combativa de la huelga en Francia. Líder desde hace cinco años de la CGT, otrora el primer y potente sindicato francés. Las protestas contra la reforma de las pensiones le han permitido ganar un protagonismo importante tras años de desgaste de su central en los que ha ido perdiendo afiliados hasta que en 2017 dejó de ser el sindicato hegemónico en Francia.

Un golpe severo al que siguió otro en 2018, la aparición del movimiento de los chalecos amarillos que en pocas semanas lograron lo que ningún sindicato había conseguido: que el gobierno de Macron diese marcha atrás al alza de los carburantes y cambiase sus planes a mitad del quinquenio.

Tras estos golpes, la reforma de las pensiones se ha configurado como su gran oportunidad para liderar la escena de las protestas en la calle, sobre todo teniendo en cuenta que hasta ahora el primer sindicato francés, el cristiano reformista CFDT, había mantenido un apoyo crítico a las reformas de Macron y había esquivado su presencia en la calle.

La movilización contra la reforma ha permitido sin duda a Philippe Martínez volver a la primera línea y soñar con recuperar la influencia histórica de la CGT. Martínez militaba en el partido comunista francés a finales de los años 80.

Su actividad sindical comenzó a forjarse en la gran fábrica de Renault de Boulogne Billancourt, que en su momento llegó a contar con más de 40.000 empleados de veinte nacionalidades distintas. Pronto llegó a ser el responsable de la sección de metal en la CGT y desde entonces ha sido una de las caras más reconocidas del sindicalismo francés.

Una de sus principales reivindicaciones es la semana laboral de 32 horas y su principal lucha, la de la unión del movimiento sindicalista europeo en estos tiempos. Con Martínez se puede discrepar profundamente, y así lo hacen muchos de sus interlocutores en medios de comunicación, pero desde luego, su infinita capacidad de combate hasta el último respiro es algo que reconocen hasta sus más apasionados adversarios.