Coronavirus

Wuhan

Las sospechas sobre China se disparan: un 50% de muertos más en Wuhan

El Partido Comunista Chino actualiza la cifra de fallecidos por el coronavirus y vuelve a levantar las suspicacias de la comunicad internacional ante la lenta gestión de la pandemia

En medio de la polémica mundial por las acusadas diferencias en las cifras de muertos por la Covid-19 de cada país y el extendido escepticismo sobre los datos ofrecidos inicialmente por las autoridades chinas, el gigante asiático dio ayer un paso al frente y corrigió al alza su número oficial de muertos. Las autoridades chinas aumentaron en un 50% el dato de Wuhan –epicentro de la pandemia- con respecto al recuento anterior, por lo que ahora allí se contabilizan 3.869 fallecidos, 1.290 personas más que antes, mientras que en toda China el balance oficial llega a los 4.632. Todo un ejercicio de transparencia para Pekín que, por el contrario, arroja aún más dudas sobre la veracidad de sus datos.

Con el claro objetivo de demostrar que el país no tiene nada que ocultar, la Comisión Nacional de Sanidad china explicó ayer que ese cambio se debe a un registro erróneo de los casos, así como a todos aquellos que fallecieron en sus domicilios sin recibir tratamiento al no poder ser atendidos en unos centros médicos que se encontraban desbordados.

“Los hospitales funcionaban por encima de su capacidad, y el personal médico estaba ocupado en proporcionar tratamiento e intentar salvar a sus pacientes, lo que dio como resultado retrasos, omisiones y errores en el registro” de muertos, aseguró el Ayuntamiento de Wuhan a través de la agencia estatal de noticias Xinhua. A esto hay que sumar todos los que fallecieron en los centros médicos que se erigieron de un día para otro y que no formaban parte de la red de información establecida para la epidemia, por lo que no informaron de los casos con rigurosidad.

Con el nuevo recuento, el número oficial de infecciones en Wuhan también ha aumentado en 325 y se queda en un total de 50.333, mientras que en el conjunto del país, se superan los 80.000 contagiados.

“Las revisiones se han hecho de acuerdo a las leyes y regulaciones, así como al principio de ser responsable ante la historia, el pueblo y los fallecidos”, afirmó el centro general para el control y la prevención de la pandemia de la municipalidad de Wuhan. “Esto asegura que la información sobre la pandemia de la Covid-19 en la ciudad es abierta y transparente, y que los datos son precisos”, indicaron.

Trabajadores de una funeraria se llevan el cadáver de un fallecido por coronavirus en Wuhan
Trabajadores de una funeraria se llevan el cadáver de un fallecido por coronavirus en WuhanChinatopix via APAP

Si bien los expertos explican que en crisis sanitarias de este tipo es habitual que las cifras se revisen cuando la situación ya está controlada, ya que se realizan pruebas retrospectivas o se modifican las causas de infección o muerte de los pacientes; la actualización de estos números sigue levantando suspicacias en muchos otros países en los que el incremento de muertos a diario se cuenta por centenares y sus funerarias no dan abasto. Sobre todo, teniendo en cuenta el característico hermetismo del régimen chino, del que es muy improbable obtener algo más que las meras declaraciones oficiales.

Precisamente, fueron las propias autoridades del país las que silenciaron a varios médicos locales que trataron de dar la voz de alarma sobre un nuevo virus desconocido, además de que durante el desarrollo de la epidemia se modificaron en varias ocasiones la manera de contabilizar a las víctimas, unos hechos que han aumentado la desconfianza sobre los datos y la gestión de la crisis sanitaria llevada a cabo por Pekín.

En esa dirección, una investigación de la agencia estadounidense AP reveló esta misma semana que durante seis días de enero China no avisó a sus ciudadanos de la gravedad de la situación. Según la investigación llevada a cabo y los documentos a los que pudieron acceder, no fue hasta el 20 de enero -momento en el que ya había más de 3.000 personas contagiadas-, cuando el presidente Xi Jinping salió a la palestra para tomar las riendas de la grave situación de la que ya eran conocedores y advertir del peligro de este virus a sus conciudadanos.

Desconfianza internacional

Por todo ello, a la nación asiática le llueven las críticas. Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha respaldado su eficiente gestión para frenar la propagación del virus, algo de lo que Pekín alardea, mandatarios de diversos países han mostrado públicamente su desconfianza. Uno de los primeros en hacerlo abiertamente fue el presidente norteamericano, Donald Trump, que ha dado alas a la teoría de que este nuevo coronavirus se “escapó” del Instituto de Virología de Wuhan, un laboratorio que investiga este tipo de virus provenientes de murciélagos.

Otros como el ministro de Exteriores británico, Dominic Raab, dejaron constancia de que la cooperación con China ya no sería la misma y debía cambiar. “Tendremos que plantear preguntas difíciles sobre la aparición del virus y sobre por qué no se pudo parar antes”, apuntó. Mientras, el francés Emmanuel Macron dudaba en una entrevista con el diario Financial Times de que Pekín hubiera gestionado el brote mejor que las democracias occidentales. “Claramente, hay cosas que han sucedido que desconocemos”, afirmó.

En medio de tanta incredulidad, Pekín sacó músculo y anunció ayer que celebrará la sesión anual de su legislativo - la Asamblea Popular Nacional- entre el 26 y 29 de abril, tras haberse visto obligado a suspenderla en marzo a causa del nuevo coronavirus. Una celebración que tratará de mostrar ante los ojos del mundo la vuelta a la normalidad de China y supondrá, como se leía en el diario estatal “Global Times”, “la victoria total del país contra la Covid-19”.

¿Cuatro mentiras o discrepancias?

Además, señala cuatro razones para las “discrepancias” de los datos. La primera es que “un creciente número de pacientes al principio de la epidemia desbordó los recursos médicos y la capacidad de admisión de las instituciones médicas” por lo que “algunos pacientes murieron en su casa sin ser tratados en los hospitales”.

La segunda argumenta que en el apogeo de la epidemia en Wuhan, los hospitales operaron “más allá de sus capacidades” y el personal médico “estaba absorto por salvar y tratar a los pacientes”, lo que resultó en que se informase de forma “tardía, con omisiones y errónea”.

La tercera razón asegura que, debido al rápido crecimiento de los hospitales designados para tratar a los pacientes de COVID-19 -incluidos provinciales, municipales, privados y construidos temporalmente-, “unas pocas instituciones médicas no se vincularon a la red de información epidémica y fallaron en informar de sus datos a tiempo”.

Y el cuarto argumento afirma que la información registrada sobre los pacientes fallecidos “fue incompleta y había repeticiones y errores” en los reportes suministrados.