Coronavirus

Trump llama a la “guerra” contra el confinamiento

Pide “liberar” los estados con restricciones. Decenas de concentraciones, algunas de grupos armados, se repiten en todo EE UU contra los gobernadores

No puedes cerrar América. Con este lema cientos de manifestantes rodearán este sábado el capitolio en Austin (Texas). Protestan contra las medidas de confinamiento, aconsejadas por los científicos que asesoran a la Casa Blanca y a los gobernadores. Posiblemente inevitables después de que el Gobierno federal reaccionara demasiado tarde a la pandemia que llegó de Wuhan. Las concentraciones se repetirán en estados de frágil mayoría demócrata

Durante toda la semana ya ha habido protestas similares en Ohio, Michigan, California, Kentucky y Virginia. Porque, como casi todo en estos tiempos, el coronavirus también puede transformarse en combustible que alimente las batallas identitarias y las guerras culturales. Pero los expertos advierten: EE UU está todavía muy lejos de alcanzar el número de test diarios, medio millón, que permitiría reabrir con ciertas garantías.

Obviamente crece la frustración por unas medidas que lesionan de forma trágica la economía. El número de personas apuntadas al desempleo supera ya los veinte millones, las perspectivas económicas empiezan a recordar las de la Gran Depresión y numerosos negocios, de la restauración a las aerolíneas, desde el deporte profesional a la industria del ocio, no saben si lograrán sobrevivir a unas draconianas disposiciones sanitarias que, a falta de vacuna, podrían prolongarse hasta bien entrado 2022.

«Liberad Michigan», tuiteó el presidente, Donald Trump. En palabras del neurocientífico y filósofo Sam Harris, bestia negra, por cierto, de la izquierda identitaria y posmo, «Esto es lo que el presidente de los Estados Unidos está transmitiendo en el apogeo de una emergencia económica y de salud pública. El comportamiento de Trump es tan normal como obligar a la mitad de la humanidad a la cuarentena. Nunca deberíamos de habernos acostumbrado». Impertérrito, Trump escribió varios mensajes similares. Como si en lugar de teclear desde el Despacho Oval todavía fuera el bocazas que presentaba programas de televisión, ojito derecho de la prensa rosa y los tabloides del supermercado.

«Liberad Virginia» y «Libertad Minnesota» fueron otros dos de los tuits con los que amenizó la semana. El gobernador de este último estado, Tim Waltz, explicó en rueda de prensa que había llamado a Trump para preguntarle de qué habla cuando habla de liberar estados. Sin suerte. «Necesitaremos algo más que un tuit de dos palabras para que nuestros residentes estén seguros», comentó Waltz.

Otro gobernador con el que volvió a chocar fue Andrew Cuomo, el de Nueva York, al que acusa de protestar todo el día y no hacer nada. Cuomo respondió que no piensa entrar en nuevas polémicas y añadió que, de todas formas, ya no sabe cómo darle las gracias. «¿Quizá con un ramo de flores», preguntó.

Una reserva de votos

Así las cosas Trump ha presentado un plan de reapertura que delega toda la responsabilidad en las autoridades locales. Un planisferio de recomendaciones que, si acaso, peca de cauto. Por el otro alienta el fuego populista y se coloca al otro lado de la barrera. Junto a los manifestantes airados por el cierre. La mayoría de ellos, bien lo sabe, son sus votantes.

Y muchos de sus aliados mediáticos más exaltados llevan semanas alentando la idea de que el coronavirus es un gigantesco montaje publicitario, aireado por el gobierno chino y los poderes ocultos en EE UU, la alianza de Wall Street, los servicios secretos y los medios de comunicación. Dispuesto a cualquier cosa, incluida la devastación económica, con tal de evitar que sea reelegido. De modo que, entiende, le conviene jugar el papel de gobernante piquetero. Uno que lo mismo cede la palabra al doctor Anthony Fauci, director del Centro para la Prevención de Enfermedades infecciosas, que da alas a las teorías más peregrinas de los más destacados coleccionistas de bulos magufos y/o jalea el espectáculo del akelarre anticientífico.

Como Owen Shroyer, activista, copresentador del programa de radio InfoWars, y que está detrás de la manifestación en Austin. Shroyer ha llegado afirmar que el coronavirus es fruto de los «sucios demócratas y los agentes comunistas chinos y el estado profundo». Shroyer también se encuentra entre los que sostienen que la masacre de Sandy Hook (26 personas acribilladas a balazos, incluidos 20 niños menores de seis años) fue otro montaje y que los padres de los niños muertos eran actores. Tanto él como Alex Jones, propietario de InfoWars, han sido denunciados por difamación por varios de los padres.