Donald Trump

Lluvia de críticas a Trump por su imagen junto a la Biblia

Hasta el ex presidente Bush se ha puesto del lado de las protestas contra la muerte de George Floyd. El mandatario desoye a sus críticos y sigue actuando en clave electoral

Donald Trump
President Donald Trump holds a Bible as he visits outside St. John's Church across Lafayette Park from the White House Monday, June 1, 2020, in Washington. Part of the church was set on fire during protests on Sunday night. (AP Photo/Patrick Semansky)Patrick SemanskyAP

La actuación del presidente Donald Trump el lunes, biblia en mano, frente a la iglesia Saint John en Washington, han despertado la ira de los manifestantes, que multiplicaban su presencia en la protesta del martes en la capital de EE UU. Una imagen especialmente polémica por la forma, más que por el fondo. Y es que para llegar hasta allí, Trump tuvo que cruzar los metros que separan la Casa Blanca de el emblemático lugar de culto dispersando la concentración pacífica con el uso de gases lacrimógenos.

Donald Trump sostiene una Biblia enfrente de la iglesia Episcopal de Saint John
Donald Trump sostiene una Biblia enfrente de la iglesia Episcopal de Saint JohnShealah Craighead/White House/dp / DPAShealah Craighead/White House/dp

Aunque el fiscal general William Barr intentaba exculpar al presidente asegurando que la decisión de dispersar a la multitud frente a la Casa Blanca para que Trump pudiera tomarse la fotografía en la iglesia, había sido cosa suya. Según Barr, él mismo dio la orden de despejar la plaza frente a la Casa Blanca, que llevó a las fuerzas del orden público a usar granadas de humo para dispersar a los manifestantes pacíficos.

Una peligrosa maniobra que despertó la indignación de miembros del Partido Republicano, como el ex presidente de EE UU, George W. Bush, que sorprendía con unas declaraciones de apoyo a los manifestantes. “Estamos angustiados por la brutal asfixia de George Floyd y perturbados por la injusticia y el miedo que asfixian a nuestro país”, declaró Bush junto a su esposa Laura.

Otros cargos públicos mostraron su malestar por el uso de la fuerza que Trump está empleando contra los propios estadounidenses. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, exigió el martes a Trump desde el Capitolio ser un “sanador jefe” y “no avivar las llamas” con su incendiaria actuación del lunes, al criticar al magnate por la lectura de pasajes de la Biblia en medio de la ola de protestas raciales que azotan al país.

El supuesto candidato demócrata a las elecciones presidenciales, Joe Biden, comparó el lenguaje de Trump, en su primera aparición pública tras el confinamiento por coronavirus, con el de los racistas sureños de la década de 1960. “No podemos dejar que nuestra ira nos consuma”, denunció Biden.

Expertos en democracia y otros expertos y líderes militares retirados han condenado el uso del poder y la fuerza contra los ciudadanos. También mandatarios de otros países ven con preocupación lo que está pasando en EE UU. El primer ministro de Canadá mantenía un silencio de 20 segundos antes de ser capaz de responder ante los medios para valorar las protestas históricas de su país vecino. “Observamos con horror y consternación lo que está pasando en EE UU”, dijo Justin Trudeau.

Una situación sin precedentes, cuyas protestas se alargaban en muchas ciudades como Washington a pesar de la orden de toque de queda, y que no se producían desde hacía más de medio siglo, tras el asesinato de Martin Luther King en 1968. Aunque la estrategia republicana tras la crisis ayudó a Richard Nixon a arrasar en las elecciones.

Y, de hecho, Trump sigue pensando en clave electoral. Anunciaba poco después en Twitter que está en busca de otro estado que pueda acoger la Convención Nacional Republicana, después de que el gobernador de Carolina del Norte se negara a garantizar la celebración del evento en Charlotte debido al riesgo por la pandemia del coronavirus. La cita electoral para presentar oficialmente al candidato republicano estaba prevista para los días 24 al 27 de agosto, con la participación de unas 50.000 personas.