Alemania

Trump desaira a Merkel y confirma la retirada militar de Alemania

La Casa Blanca repliegará a 10.000 soldados porque Berlín es «moroso con la OTAN» y no gasta un 2% de su PIB en defensa

Donal Trump está decidido a retirar buena parte de sus tropas en Alemania. Sin importar el malestar evidente entre parte del Partido Republicano ni atender y algunos senadores, el presidente vuelve a acusar a Alemania de no cumplir con sus obligaciones contractuales con la OTAN. Opina que su país no puede ni debe cargar con las principales cargas económicas asociadas a la defensa común y que, dada la poca disposición a cooperar de sus socios, le corresponde adoptar medidas más contundentes.

Trump habla de retirar hasta 9.950 de los 35.000 soldados. Aunque de sus palabras también se trasluce la posibilidad de dar marcha atrás. «Alemania», dijo, «es muy morosa en sus pagos a la OTAN». Pero distintas fuentes, cercanas al presidente matizan la explosividad de sus declaraciones. Entienden que lejos de tratarse de una medida que castiga a un socio como Alemania busca maximizar la presencia estadounidense y resituar sus tropas en otros países.

Aunque su retórica suena bastante más incendiaria: «Alemania es delincuente, han sido unos delincuentes durante años y le deben miles de millones de dólares a la OTAN, y tienen que pagar. Paguen. Estamos protegiendo a Alemania y son unos delincuentes».

El cruce de acusaciones mutuas y los malentendidos entre Alemania y EE UU vienen de los primeros días de la actual Administración. Hace apenas dos años que Sigmar Gabriel, entonces ministro alemán de Exteriores, acusó a EE UU de acelerar «el cambio climático debido a una menor protección del medio ambiente».

La explosiva visita de Angela Merkel en 2017, cuando sentados ambos en el Despacho Oval, le preguntó a Trump si quería estrechar su mano y él ignoró el ofrecimiento de la canciller alemana.

Trump ha sostenido en varias ocasiones que Alemania es rehén de sus acuerdos energéticos con Moscú. Ha dudado de su verdadero compromiso con la defensa común. Le ha afeado su postura respecto a Irán y el desventurado acuerdo de no proliferación nuclear. Sin contar los resquemores a cuenta de las guerras comerciales, las políticas arancelarias y los impuestos a las importaciones.

EE UU no es solo el socio crucial en el ámbito militar, decisivo dadas las actitudes y aspiraciones del gigante ruso, sino que es también el principal importador de las industrias germanas. Un cliente esencial, por volumen del negocio, al que no conviene desairar. Sin el mercado estadounidense, la industria de la automoción alemana quedaría seriamente herida.

El propio Trump, en 2017, dedicó una de sus reflexiones tuiteras a la balanza comercial mútua. «Tenemos un déficit comercial masivo con Alemania», escribió, «además de que pagan mucho menos de lo que deberían en la OTAN y el ejército. Muy mal para Estados Unidos. Esto cambiará».

En 2018, Heiko Maas, sucesor de Gabriel, le comentó a «Der Spiegel» que, en cuanto a las relaciones con EE UU, «no facilita las cosas cuando te ves enfrentado por tuits sorprendentes a diario».

«Uno de los únicos países que no ha acordado pagar lo que se supone que debe pagar», responde Trump, «es Alemania. «Hasta que paguen, retiraremos a nuestros soldados, algunos de nuestros soldados, aproximadamente la mitad. Luego, cuando lleguemos a unos 25.000, veremos qué hacemos».

La Casa Blanca no olvida que Alemania, y como Alemania muchos otros socios europeos de la Alianza Atlántica, sigue sin cumplir con sus compromisos de gastar el 2% del PIB en defensa.

Tampoco es ajeno al malestar el gigantesco gasoducto Nord Stream 2, objeto de amenazas y sanciones por parte de EE UU