China

La UE endurece su discurso hacia China

La Cumbre Bruselas-Pekín termina sin una declaración conjunta. El club comunitario define al gigante asiático como un "socio negociador, competidor económico y rival sistémico"

EU holds a virtual summit with China
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen atienden la rueda de prensa tras la cumbre virtual con el presidente chino, Xi Jinping, en BruselasYVES HERMAN / POOLEFE

Entre aliado útil y rival peligroso. En un mundo cada vez más polarizado en torno a la guerra fría entre Washington y Pekín, el club comunitario intenta encontrar su propio camino en las relaciones con China, dentro del complejo e inestable tablero internacional del siglo XXI.

Una senda propia que no resulta fácil como demuestra la última cumbre celebrada ayer en la que los desacuerdos en comercio, derechos humanos o Hong Kong permanecen, aunque también la voluntad de superarlos. Los Veintisiete y Pekín seguirán negociando estos meses con el objetivo de rubricar un acuerdo de inversiones a finales de año, pero a nadie se le escapa que el gigante chino no ha cumplido durante estos últimos doce meses ninguna de las peticiones realizadas por Bruselas en la cumbre del año pasado, en ámbitos tan importantes como la transparencia en las subvenciones, la apertura de su economía en las licitaciones, la competencia desleal de todo tipo o el respeto a la propiedad intelectual. Por no hablar de los Derechos Humanos.

“No es una relación fácil, pero estamos trabajando en ello”, resumió la presidenta del ejecutivo comunitario, Úrsula von de Leyen al finalizar el encuentro. La UE define a China como “socio negociador, competidor económico y rival sistémico”.

En los últimos años, Bruselas ha dado un giro copernicano en su visión sobre el gigante asiático. China ya no es para el club europeo un gran bazar de productos baratos sino un actor relevante en sectores estratégicos- desde las redes de alta velocidad 5G hasta las baterías del coche eléctrico- cuya creciente influencia en el mundo le hace un socios necesario y temible a partes iguales. A su vez, el sentimiento de orfandad tras la llegada de Trump a la Casa Blanca y la ruptura de ciertos consensos en el vínculo trasatlántico han hecho que los Veintisiete intenten mirar hacía otras partes del globo para conseguir aliados en aspectos tan importantes para Bruselas como la lucha contra el cambio climático, el Acuerdo con Irán o la Organización Mundial de la Salud.

Si hace un año la cumbre entre China y la UE ya fue complicada, ahora las tensiones se han acrecentado y Bruselas poco a poco va enseñando las uñas. La pandemia del coronavirus con las acusaciones cruzadas entre Washington y Pekín sobre el origen del virus no han hecho sino exacerbar los ánimos.

Los Veintisiete quiere entenderse con China, pero no a cualquier precio. Como muestra de que las dos partes siguen sin hablar un lenguaje común, ayer no se produjo ninguna declaración conjunta sino que la parte europea se limitó a enviar un comunicado en que el que se califican como “limitados” los progresos desde el último encuentro y se pide a China que se involucre en las negociaciones en el seno de la Organización Mundial del Comercio sobre subsidios industriales y su sobreproducción en sectores como el acero.

“Comprometernos y cooperar con China es a la vez una oportunidad y una necesidad. Pero, a la vez, debemos reconocer que no compartimos los mismos valores, los sistemas políticos ni nuestra aproximación al multilateralismo. Nos comprometeremos de una manera transparente y segura, defendiendo de manera robusta los intereses de la UE y permaneciendo firmes en nuestros valores”, resumió el presidente del Consejo, Charles Michel tras la cita, en la que participaron tanto el primer ministro Li Keqiang como el presidente Xi Jinping.

Dentro de esta perdida de la ingenuidad europea, Bruselas intenta reequilibrar las reglas del juego no sólo en las normas mundiales sino también en su propio territorio.

La Comisión Europea presentó la semana pasada una iniciativa para poder frenar la compra de empresas europeas por parte de compañías de terceros países que hayan recibido subsidios por parte de sus Estados, en un intento indisimulado de blindar a las empresas europeas frente a adquisiciones hostiles por parte de China. Bruselas incluso baraja que se pueda aplicar este instrumento de manera retroactiva, teniendo en cuenta que tras la crisis económica de la pasada década, ciertos sectores estratégicos cayeron bajo el influjo de Pekín, entre ellos importantes infraestructuras como el puerto del Pireo en Grecia.

A su vez, aunque Bruselas no baraja prohibir en el territorio europeo el despliegue de Huawei en el desarrollo de las redes 5G de alta velocidad ya que cada Estado tiene potestad para tomar esta decisión, la Comisión Europea recomienda a las capitales proteger ciertos sectores clave con el objetivo de que la empresa china no se convierta en el único proveedor. Durante este año, la Comisión Europea también tiene previsto presentar una estrategia para reducir la dependencia del club europeo frente al material médico de terceros países, tras los fraudes detectados en test y mascarillas provenientes del gigante asiático.