Asia Central

Rusia ofrece “observadores militares” para velar por la tregua en Nagorno

Azerbaiyán logra algunos avances territoriales, que desmiente Armenia

Fotografía tomada con un dron de la Catedral de Shushá, dañada por los bombardeos en Nagorno Karabaj, este miércoles
Fotografía tomada con un dron de la Catedral de Shushá, dañada por los bombardeos en Nagorno Karabaj, este miércolesPablo GonzálezEFE

El conflicto en Nagorno Karabaj se recrudece con el paso de los días, dejando poco optimismo a la tregua pactada este sábado por los jefes de la diplomacia de Azerbaiyana y armenia, bajo patrocinio de Rusia. Los renovados llamamientos al alto el fuego ensordecen con los bombardeos que no dan tregua a los dos lados del territorio de Nagorno Karabaj.

Este juves, el portavoz del Ministerio de Defensa de Armenia, Shushan Stepanian, denunció que Azerbaiyán había vuelto a atacar su territorio con misiles, rompiendo nuevamente la tregua humanitaria por quinto día consecutivo. El Gobierno de Azerbaiyán confirmó los bombardeos de la noche del miércoles, y justificó el ataque alegando que las fuerzas azerbaiyanas dispararon cohetes contra “sistemas de lanzamiento de misiles” desplegados en territorio armenio y que servían para atacar a Azerbaiyán.

Al final de la tarde, el Oservatorio de Nagorno Karabaj reportó nuevos ataques de artillería entre los bandos beligerantes al sur del enclave separatista.

En los combates, que se repiten desde el lunes, las fuerzas azerbaiyanas juegan con ventaja en la línea del frente y han conseguido algunos avances territoriales, que, por su puesto, niega Armenia, que asegura que han repelido los ataques de las tropas enemigas. “El ejército azerbaiyano ha sido expulsado y ha sufrido grandes pérdidas de vidas humanas y de equipo militar”, dijo en un comunicado el ministerio de Defensa armenio.

Tanto Bakú como Ereván se acusan mutuamente de instigar las hostilidades, que ya han causado más de 600 muertos, según datos parciales, ya que Azerbaiyán no comunica las muertes entre sus tropas.

Los árbitros de este conflicto son Turquía, que respalda militarmente a Azerbaiyán, y Rusia, que está comprometida con Armenia en una alianza militar. Desde finales de la semana pasada se está negociando una tregua humanitaria en Moscú que ha caído en saco roto.

“Los copresidentes piden al presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliev, y al primer ministro de Armenia, Nikol Pashinian, que den pasos inmediatos para cumplir plenamente las obligaciones contraídas por las partes en la Declaración de Moscú del 10 de octubre, con el fin de evitar consecuencias catastróficas para la región”, instó en un comunicado el Grupo de Minsk de la OCDE.

Moscú está dispuesta a hacer funcionar la tregua y ha asegurado que pondrá todos los mecanismos que sean necesarios para hacer que se cumpla. El ministro de exteriores ruso, Serguei Lavrov, anunció que Moscú está dispuesto a desplegar “observadores militares” a lo largo de la línea del frente para ayudar a garantizar la tregua. “No se necesitan fuerzas de paz, bastaría con observadores militares. Creo que sería completamente correcto que fueran nuestros observadores militares, pero la palabra definitiva la tienen las partes”, indicó Lavrov.

El jefe de la diplomacia rusa lamentó la postura de Turquía y Azerbaiyán, que consideran la opción militar. El presidente de Azerbaiyán, Ilham Alíev, ha declarado que la solución política del conflicto de Nagorno Karabaj “se negociará solo una vez que Armenia se retire” de los siete distritos azerbaiyanos ocupados desde 1994.

Mientras tanto la población civil es la que más sufre en este conflicto. El defensor del Pueblo de Nagorno Karabaj, Artak Beglaryan, ha denunciado el uso por parte de Azerbaiyán de bombas de racimo, una munición prohibida por la Convención de Ginebra y que se convierte en un arma silenciosa cuando no explota. Estos proyectiles con submuniciones han sido lanzados sobre todo en Stepanakert, Shusha o Hadrut, advirtió Beglaryan. Según él, unas “180 bombas de racimo sin explotar” han sido encontradas son sólo en Stepanakert entre el 27 al 10 de octubre.

“El peligro llegará cuando la gente regrese a sus casas, a sus jardines, a sus balcones, y encuentren este tipo de cosas. Podrán resultar heridos, incluso si los bombardeos han cesado”, advirtió, por su parte, Koen van der West, de la ONG Halo Trust.

Las escuelas están sido objetivo de ataque en Nagorno Karabaj y decenas de ellas han quedado destrozadas por el fuego indiscriminado de artillería y proyectiles. Un total de 25.000 escolares se han quedado sin clases tras el estallido de la guerra el pasado 27 de septiembre, al igual que unos 5.000 universitarios y 2.000 estudiantes de colegios técnicos medios, denunció la a ministra de Educación, Ciencia y Cultura de la autoproclamada República, Lucine Karajanian.