Bolivia

La pugna abierta entre Arce y Morales por el poder

Tras su regreso a Bolivia, el ex presidente ha roto su promesa de retirarse a la región cocalera como líder sindical y no deja de entrometerse en el Gobierno de su heredero político

Una mujer indígena espera vestida con su traje típico la llegada del expresidente Evo Morales Chimoré el 11 de noviembre
Una mujer indígena espera vestida con su traje típico la llegada del expresidente Evo Morales Chimoré el 11 de noviembreJorge AbregoAgencia EFE

El retorno a Bolivia del ex presidente Evo Morales (2006-2019) después de un año en el exilio ha agitado la lucha de poderes en el interior del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido que recuperó el poder en las últimas elecciones y alzó a la Presidencia al heredero político de Morales, Luis Arce.

Desde que pisó suelo boliviano, el ex mandatario indígena se está moviendo rápido para recuperar importantes esferas de poder y pavimentar su camino de vuelta al palacio presidencial y parece poco dispuesto a cumplir la promesa de recluirse en la región cocalera y dedicarse a su antigua labor sindical.

Tres semanas después de su entrada triunfal por la frontera argentina, donde le recibieron miles de simpatizantes, queda patente el conflicto entre facciones del MAS por ocupar los espacios de poder conquistados en las elecciones y definir el futuro político de Bolivia. Luis Arce ganó con un contundente 55% y descartó darle un puesto en su gabinete al ex presidente, pero la gran pregunta en Bolivia es si Evo Morales seguirá mandando entre bastidores. “

Tiene la clara intención de seguir controlando el poder”, dice a LA RAZÓN Maria Teresa Zegada, politóloga de la Universidad Mayor de San Simón. “Dijo que volvería al sindicalismo en Chimoré, pero se muestra como un cogobernante”, añade.

En su primera intervención pública en suelo boliviano, Morales se subió al escenario y comenzó a dar directrices al público, entre los que estaban los presidentes del Congreso y Senado. Señaló que se debería hacer un acto de justicia por las masacres en Senkata Sacaba, Yapacaní y Potosí, en las que murieron más de una veintena de personas durante las protestas sociales reprimidas por los militares en noviembre de 2019 tras la toma de posesión de Jeanine Áñez como presidenta interina.

Morales también llamó a pedir responsabilidades al presidente del Tribunal Supremo Electoral por el papel que jugó en las fallidas elecciones que forzaron su salida del país. En ese primer acto, al que no acudieron a recibirle ni Arce, ni el vicepresidente David Choquehuanca, prometió que se quedaría allí, en su feudo, y volvería al sindicalismo, pero su actividad está yendo mucho más allá.

Poco después Morales hizo unas declaraciones que levantaron sospechas sobre su influencia en el nombramiento del nuevo Gabinete y autoridades del Estado. “Con el compañero Lucho (Arce) nuevamente conversamos internamente, debatimos para no equivocarnos en la designación”.

Recientemente se ha pronunciado sobre varios asuntos de Estado, desde el relanzamiento del UNASUR a la industria del litio o incluso la celebración de partidos del Mundial 2030 en estadios bolivianos. “No le corresponde definir la política, pero lo está haciendo, se resiste a dejar espacios de poder”, dice Zegada.

Finalmente, Arce y Choquehuanca formaron un Gobierno con nuevos rostros y sin presencia de ex ministros de Morales, aunque figuras importantes del viejo MAS están encontrando acomodo en la nueva Administración. La más notoria fue la designación del ex ministro y abogado personal de Morales, Wilfredo Chávez como fiscal general, pero muchos líderes de movimientos sociales cercanos a Morales han entrado en segundos y terceros niveles de ministerios.

De este modo, Arce ha ido emitiendo señales que se mueven entre la autonomía y la deferencia con su antecesor. En ningún caso se puede hablar de una ruptura, no hay que olvidar que fue Morales quien decidió situar a Arce como candidato presidencial, lo que entonces sorprendió a muchos en Bolivia.

Entre Arce y Morales se está dando una “cohabitación muy civilizada” señala a La Razón el analista político Carlos Cordero a este diario desde La Paz. “Hay una separación de funciones, Arce está a cargo de la política, de la economía, mientras Morales genera las condiciones para volver al poder”, un acuerdo que “probablemente se ideó cuando Arce fue designado candidato y ahora se está ratificando”. Las fricciones, sin embargo, son más intensas con el vice Choquehuanca, con un perfil y orígenes similares a Morales. “Está silenciado, opacado, hay una disputa en los movimientos sociales (fundamentales en la estructura del MAS), sobre a cuál de los dos le son leales”. Cordero piensa que se acabarán inclinando por Morales porque “son muy astutos, saben que aunque Choquehuanca ostenta el poder formal, Evo es el poder real y también el futuro”.

Evo sigue siendo el líder del MAS y tiene la mira puesta en las elecciones subnacionales de 2021. Está al frente de la estrategia y la definición de candidatos y ha marcado el objetivo de conseguir siete de las nueve gubernaturas y 300 alcaldías de las 340 que están en juego “para blindar” el Gobierno de Arce. “Evo no le está disputando el poder formal al presidente, quiere volver a ganar las elecciones y está construyendo el camino de retorno fidelizando a los posibles futuros cargos”

Estos días, Morales está inmerso en una gira por varios departamentos para definir las candidaturas a las elecciones que se celebran el 7 de marzo. “Tenemos que viajar a toda Bolivia, esa es la tarea, estamos en la etapa de planificación para la campaña, hay que viajar para ver cómo organizar a los candidatos y candidatas”, dijo en una reciente entrevista radiofónica.

Morales quiere volver en las elecciones presidenciales de 2025 o incluso antes, si el mandato se le complicase al actual presidente, “mediante un referéndum revocatorio”, según Cordero. La Constitución contempla esta opción cuando se cumpla la mitad del periodo de gestión, pero es necesario presentar cientos de miles de firmas, un 15% del censo electoral en todas las regiones del país, una tarea titánica de movilización para la que “Evo es el único con capacidad”.