Inmigración
El llanto de un niño aterrorizado tras ser abandonado en la frontera con EEUU: “Me dejaron solo”
Las imágenes del menor abandonado para que entre en Estados Unidos dan la vuelta al mundo e ilustran el drama diario de la crisis migratoria
Al gobierno del presidente Joe Biden se le acumulan las calamidades en la frontera sur. Tiene listo un boceto de reforma migratoria, presentado hace un par de semanas por la congresista por California, Linda Sánchez, y el senador por Nueva Jersey, Bob Menéndez, pero los republicanos prometen matarlo en el poder legislativo. Hablan de la Ley de Ciudadanía de EE UU, avanzan reformas, piden paciencia, y la actualidad les responde con imágenes devastadoras.
La última, la de un niño de diez años, sólo en mitad del monte, al que localiza un granjero. Tras avisar a la Patrulla Fronteriza, el agente Brian Hastings ha grabado un video terrible, que entregó a la cadena CNN. Muestra al niño, aterrorizado, que relata que lo han dejado atrás y que tiene miedo. “Me han botado, me han botado” (abandonado), dice el menor, un niño de 10 años procedente de Nicaragua, al agente que le encuentra en medio de la nada.
Se desconoce si viajaba acompañado por sus padres. Sus súplicas de ayuda, su llantina y su soledad, son veneno en las tripas del relato demócrata. Corroen hasta la empuñadura los mensajes de compasión, los discursos guionizados y las promesas de bondadosas soluciones legales y ecunéminicos acuerdos administrativos. Pero encajan perfectamente con los números devastadores de menores no acompañados que se agolpan en la frontera.
Expulsiones en caliente
Le ponen lágrimas a una historia de terror que tiene lugar mientras los demócratas intentan justificar que siga inmaculada y vigente la Orden Ejecutiva 42. Un decreto rubricado por Donald Trump en marzo de 2020 y que provocó tormentas en los medios de comunicación y aullidos de justificada furia entre los activistas. Con nombre de la seguridad nacional, ahogada por la epidemia del Covid-19, la Orden 42 concede poderes discrecionales a los agentes de Policía en la frontera, casi omnímodos, para expulsar por la vía rápida a los inmigrantes indocumentados, a los que prácticamente se les impide tramitar las correspondientes peticiones de asilo. Los números asustan.
Ayer mismo, delante de la residencia oficial de la vicepresidente, Kamala Harris, tuvo lugar un manifestación de defensores de los derechos de los inmigrantes. Reclaman resultados y que el Gobierno demócrata se deje de palabras y de gestos. Quieren que Harris, hija de inmigrantes, arranque a abanderar la causa. La concentración tuvo un ambiente festivo, pero los ánimos cada vez están más encendidos. En apenas un año han sido deportados más 650.000 personas, entre ellos nada menos que 16.000 menores no acompañados.
Centros de detención
Las cifras remiten a la gran crisis migratoria de 2019, cuando avanzaban grandes caravanas de menores llegados desde Centroamérica, en los días en que los medios informaban de manera obsesiva sobre la situación de los niño, el presidente Trump abanderaba las reacciones nativistas y la oposición le respondía en tromba, Estados Unidos no padecía una situación tan límite en su frontera con México. Por no hablar de los menores. La Casa Blanca argumenta que las deportaciones han disminuido de forma sensible desde que el Gobierno pidió a los agentes que centren su atención en los individuos con antecedentes penales.
Los niños, lógicamente, concitan todas las miradas. No en vano todavía queman las fotografías obtenidas por el congresista demócrata por Texas, Henry Cuellar, que mostraban las lamentables condiciones en las que las autoridades estadounidenses mantienen retenidos a cientos de menores. Cuellar le explicó a la revista Axios que imágenes, obtenidas en el centro de detención de Donna, Texas, deberían de servir como baliza de peligro. Algo así como un mensaje visual que aleccione a los adultos para «evitar que los niños y las familias realicen la peligrosa travesía por México para llegar a Estados Unidos». La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, comentó que «las fotos muestran lo que hemos dicho durante mucho tiempo, que es que estas instalaciones de la patrulla fronteriza no son lugares hechos para niños».
Por su parte el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro N. Mayorkas, prometió que el Gobierno demócrata abordaría de forma urgente el marasmo y que las soluciones serían a largo plazo. Por no hablar del enojoso asunto de los casi 2.000 niños separados de sus padres por orden de la Adminstración Trump, de los que 100 tenían menos de 4 años. Una política de línea dura, un póster electoral con el que demostrar que no les temblaría el pulso, que acabó paralizado por un juez, aunque para entonces muchos padres ya habían sido deportados y todavía faltan por reunir a cientos de familias.
La noticia provocó que la ex primera dama, Laura Bush, denunciara en el «Washington Post» un comportamiento que calificó de «cruel» e «inmoral». «Nuestro Gobierno», añadió, «no debería estar en el negocio de almacenar niños en cajas o en tiendas de campaña en el desierto a las afueras de El Paso. Estas imágenes son inquietantemente reminiscentes de los campos de internamiento de japoneses estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial, considerado uno de los episodios más vergonzosos en la historia de Estados Unidos».
Reunificación
De momento Biden ordenó crear un grupo especial coordinado por Mayorkas, que trabaje con los investigadores y abogados encargados de intentar localizar a los adultos. Pero según le ha confirmado un funcionario del departamento de Seguridad Nacional a la revista Axios, hasta el momento no se ha logrado reunir a ninguna de los cientos de familias separadas. entre otras cosas, sostienen, porque hay todo un trabajo previo de reconstrucción de los informes.
Este 6 de abril, el Gobierno de Joe Biden anunció el despliegue de un equipo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, en inglés) para atender «necesidades humanitarias urgentes» en Guatemala, El Salvador y Honduras.Biden designó a finales de marzo a Kamala Harris como su encargada para frenar la migración desde Centroamérica y combatir los problemas de violencia. Ayer Kamala habló con el presidente mexicano.
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