Inmigración

Europa ya no es tierra de acogida para los refugiados

Los ministros del Interior comunitarios piden a los afganos que permanezcan en su país. Bruselas ofrece ayuda a los países vecinos para que reciban a quienes huyen de los talibanes

Bruselas ya no es una tierra de acogida que exclama orgullosa el lema «Refugees welcome» ( refugiados, bienvenidos). Tras la victoria de los talibanes en Afganistán, la UE teme revivir una nueva crisis de como la sucedida en el año 2015 con la llegada masiva de demandantes de asilo sirios. Los Veintisiete quieren mantener las llegadas lo más lejos posibles de las fronteras europeas.

«Según las lecciones aprendidas, la UE y sus Estados miembros se mantienen determinados en actuar conjuntamente para evitar la posibilidad de movimientos migratorios incontrolados a larga escala, preparando una respuesta ordenada y controlada. Los incentivos a la inmigración ilegal deben evitarse», asegura la declaración aprobada tras la reunión de ministros de Interior. Un texto en el que se pide «combatir las narrativas utilizadas por las mafias» del tráfico de personas e impedir infiltraciones de yihadistas.

Las tensiones generadas entre los socios europeos en 2015 abrieron una serie de heridas nunca cicatrizadas, ya que durante todo este tiempo, la UE ha sido incapaz de llegar a un acuerdo para reformar el sistema migratorio europeo. Bruselas ve con pavor la posibilidad de nuevas llegadas masivas que logren franquear las fronteras europeas. El club comunitario, tal y como hizo en 2016 con Turquía, prefiere llegar a pactos con terceros países para que contengan los flujos migratorios a cambio de dinero.

En la declaración, la UE se compromete a «aumentar su apoyo a los países terceros, particularmente los países vecinos y de tránsito que acojan a grandes números de migrantess y refugiados, para reforzar sus capacidades de proveer de protección, condiciones de recepción seguras y dignas y entornos sostenibles tanto para los refugiados como para las comunidades de acogida».

La estrategia de Bruselas reside ahora en intentar llegar a acuerdos con países limítrofes como Pakistán, Irán y Uzbekistán, aunque se desconoce todavía el precio que deberá pagar el club comunitario. Al menos de momento, Turquía se ha convertido en un hueso duro de roer que no tiene ningún interés en una reedición del pacto. Recep Tayyip Erdogan ha dejado claro que el país no pretende «ser el almacén de refugiados de Europa», ya que ha acogido a más de 3,6 millones de sirios. El mandatario turco ha ordenado levantar un muro entre Turquía e Irán en medio del desierto y totalmente infranqueable.

La principal promotora de la política de puertas abiertas de 2015, Angela Merkel, se encuentra en los últimos coletazos de su carrera política tras haber fracasado a la hora de convencer al resto de los socios de imponer un sistema de cuotas obligatorias de reparto de demandantes de asilo ante crisis de envergadura. Su sucesor en el partido y candidato a la Cancillería, Armin Laschet, ya ha advertido de que no «puede repetirse» la situación de 2015.

Afganistán está mucho más lejos que Siria y la UE confía en que estos mensajes sean suficientes para disuadir a los afganos de intentar llegar a suelo europeo. «Evitar una crisis humanitaria es la mejor manera de evitar una crisis migratoria, por eso necesitamos dar un apoyo a los afganos ahí en su país, que se queden ahí, en su país», resumió la comisaria de Interior, Ylva Johnasson, a la vez que defendía un mecanismo voluntario de reasentamientos para personas vulnerables, especialmente mujeres perseguidas.

Después de que los planes para imponer cuotas de refugiados obligatorias fracasasen tras el «no» de los países del Este, la Comisión Europea presentó una nueva propuesta en septiembre del año pasado que suponía instaurar la solidaridad a la carta, para que aquellos países que no quisieran acoger refugiados pudiesen colaborar en las repatriaciones forzosas de los inmigrantes ilegales. Este nuevo enfoque no ha satisfecho a prácticamente a nadie.

Los países del Este tan solo defienden el blindaje de fronteras y los del sur consideran que la carga sigue recayendo en ellos de manera injusta y demandan mecanismos de solidaridad obligatorios. Bruselas quiere ahora relanzar el debate y aprovechar la emergencia que supone esta nueva crisis. El ministro del Interior, Fernando Sanchez Marlaska, defendió la necesidad de «volver a poner encima de la mesa la necesidad de concluir» este nuevo pacto de migración y asilo.