Europa

Tras el 26-S

Guerra abierta en la CDU/CSU tras la histórica derrota electoral

Laschet no renuncia a formar Gobierno, pero su continuidad está en entredicho

Tras perder uno de cada tres votos, Armin Laschet concentra las críticas de sus compañeros de filas y rivales
Tras perder uno de cada tres votos, Armin Laschet concentra las críticas de sus compañeros de filas y rivalesPeter KneffelAP

Tras obtener el peor resultado de su historia, ayer fue momento de hacer balance en la Unión Cristianodemócrata (CDU) y todas las miradas, las acusadoras y las que pedían responsabilidades, se dirigieron a su candidato, Armin Laschet. «Hay que hacer una pausa y repensar a fondo la estrategia», se escuchó durante todo el día en los pasillos de la Konrad-Adenauer-Haus, sede de la formación. La propuesta vino colmada de duras críticas hacia el hombre que, más allá de los errores de campaña, personifica como ninguno la derrota del partido. Y mientras toma forma la quiniela para formar coaliciones, para algunos miembros de la CDU es primordial saber primero si el Presidium del partido mantiene el respaldo a Laschet; algo que estaría por verse en los próximos días o incluso semanas.

De momento, y, según la televisión pública alemana, no parece que vaya a haber «una gran unidad que apoye a Laschet en sus planes». Una posibilidad que, sin embargo, parece no amedrentar al líder conservador que ayer reivindicó que ninguno de los dos grandes partidos tiene un mandato «claro» para formar Gobierno, por lo que, de momento, no tira la toalla frente a Olaf Scholz, a quien, según el «Bild», aún no habría felicitado por su victoria.

Una actitud que no fue compartida por otros miembros de la formación como el primer ministro de Sajonia, Michael Kretschmer, que interpretó el fracaso electoral como una intención inequívoca del electorado de no querer que el grupo conservador repita un mandato gubernamental. El resultado fue un terremoto para el partido de Angela Merkel y de ahí el cambio de humor de la mayoría de sus integrantes. Incluso Markus Söder, el líder de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) –el partido bávaro hermanado–, habló en los mismos términos que su colega sajón. «Hemos quedado en segundo lugar y, por lo tanto, no tenemos derecho a gobernar, sino a participar solamente de las conversaciones para formar Gobierno», declaró el bávaro, quien reconoció el desempeño deficiente de la campaña en áreas tan importantes como la seguridad nacional o la políticas económicas.

En la misma línea, el presidente del grupo parlamentario, Alexander Dobrindt, aludió a debilidades en términos de campaña y candidato. En su opinión, «fue Laschet quien se llevó todos los pasos en falso hasta el día de las elecciones».

Sin embargo, y tal y como puntualizan algunos medios alemanes, hay algunos sectores de la CDU que quiere aferrarse al candidato y otras voces aseguran que Laschet tomó nota y de ahí que anunciara la renovación de su partido tras el resultado electoral. Está por ver si será suficiente. Incluso los más favorables a Laschet no ocultaron ayer su disgusto. Karl-Josef Laumann, ministro en Renania del Norte-Westfalia, no pudo ser más directo. «Si pierde, es que el candidato fue malo. Siempre fue así». El ministro del Interior de este Land, y amigo íntimo de Laschet, calificó el resultado de «catástrofe».

Solo la ex líder del partido, Annegret Kramp-Karrenbauer, le echó un capote: «Mantengo mi decisión a favor de Armin Laschet, el resultado no se debe al candidato, sino a nuestra sustancia que se ha debilitado».

El fin de la era Merkel podría desembocar en una nueva guerra de jefes en la derecha alemana, donde el liderazgo de Laschet está en entredicho, solo ocho meses después de su elección. Tras una campaña caótica, Laschet tendrá que mostrarse muy persuasivo. Su último traspiés, fue mostrar la papeleta ante las cámaras cuando depositó su voto, lo que infringe la regla que exige que el voto sea secreto. Con todo, una derrota así de los conservadores ensombrece el fin del mandato de Merkel, quien pese a seguir siendo muy popular, parece haber sido incapaz de preparar su sucesión.