Fronteras

El envío de inmigrantes como arma política y otros cuatro parecidos entre las crisis migratorias de Polonia y Ceuta

Lukashenko ha pagado el vuelo de cientos de kurdos, afganos e iraquíes desde Oriente Medio para llevarlos a Minsk y después a territorio polaco

Soldados polacos en la frontera con Bielorrusia
Soldados polacos en la frontera con BielorrusiaHANDOUTvia REUTERS

El gobierno de Alexander Lukashenko, considerado el último dictador de Europa, lleva desde este verano introduciendo en su país a miles de migrantes kurdos, afganos e iraquíes, principalmente, a los que paga el billete de avión desde Irak hasta Minsk, para lanzarlos después a la frontera con Polonia en un intento de generar caos e inseguridad dentro del territorio de la Unión Europea. Eso es lo que dicen las autoridades europeas. En Bruselas creen que es una medida de represalia por las sanciones que la UE impuso a Bielorrusia tras la represión de civiles bielorrusos después de las controvertidas elecciones en las que volvió a ganar Lukashenko.

En los últimos días se estima que 4.000 refugiados han llegado a la linde entre Bielorrusia y Polonia y la situación promete con desbordarse si la escalada de tensión prosigue su curso. Berlín está especialmente preocupado ya que el destino final de muchos de esos migrantes y refugiados que vienen de Oriente Medio, pero también de Asia y África, es alcanzar Alemania, al igual que muchos marroquíes que llegan a España se dirigen en última instancia a otros países europeos. La crisis migratoria polaca tiene varios parecidos con la tensión que vivió España en mayo con la llegada irregular de miles de marroquíes a Ceuta. Estos son cinco parecidos entre ambas crisis.

1. Envío masivo de migrantes para desestabilizar

La táctica empleada por Lukashenko es la misma que empleó el Gobierno de Marruecos al enviar a 9.000 marroquíes a la ciudad española de Ceuta para presionar al gobierno de Pedro Sánchez tras la acogida en España del líder saharaui Brahim Ghali, hospitalizado en España por covid. Sucedió en mayo de este año, cuando las fuerzas del orden marroquíes dejaron pasar a miles de personas, entre ellos unos 1.500 menores, a suelo español de forma irregular. “Ceuta es tan España como Madrid o Barcelona. Vamos a ser contundentes en la defensa de nuestras fronteras. Igual de beligerantes vamos a ser en la defensa de nuestras fronteras como en luchar contra los discursos de odio”, la respuesta del ministro del Interior español, Fernando Grande-Marlaska. En Polonia, la inmigración irregular es una cuestión de gran preocupación. En mayo, el ministro del Interior polaco, Mariusz Kamiński, envió una carta a Marlaska en la que manifestó su disposición a enviar a España a los agentes de la Guardia Fronteriza y la Policía del país centroeuropeo para apoyar a las autoridades españolas ante la presión migratoria.

2. Madrid y Varsovia, “no” al envío de agentes del Frontex

Al igual que está sucediendo estos días con la crisis migratoria en la frontera entre Polonia y Bielorrusia, donde han llegado miles de migrantes kurdos, iraquíes y afganos en las ultimas semanas (en realidad el proceso comenzó antes del verano pero se ha agudizado en las últimas horas), la UE ha instado al Ejecutivo polaco a apoyarse en los agentes de Frontex (la agencia europea de guardia de fronteras) para blindar las fronteras polacas. La UE hizo el mismo ofrecimiento al Gobierno de España en mayo de este año, cuando miles de marroquíes entraron ilegalmente en Ceuta. La reacción de Madrid fue la misma que la de Varsovia ahora, negarse a recibir ayuda de la policía europea fronteriza.

¿Por qué ni España entonces ni Polonia ahora quieren agentes del Frontex en sus territorios? Frontex se creó en 2004 para ayudar a los Estados miembros de la UE y a los países asociados a Schengen a proteger las fronteras exteriores del espacio de libre circulación de la UE. Pero desde el inicio de su creación, subyace una disputa entre los cuerpos y fuerzas de seguridad nacionales y la agencia europea, que cada vez tiene má fondos, más agentes y más funciones para actuar en terceros países.

El primer ministro polaco Mateusz Morawiecki ha dicho que la crisis en la frontera entre Polonia y Bielorrusia “amenaza la estabilidad y la seguridad de toda la UE”. En Varsovia algunos se pregunta por qué entonces el gobierno nacional rechaza el apoyo de los aliados. Cabe recordar que Bruselas y Varsovia mantienen una disputa institucional, con sanciones de por medio, debido al sistema judicial polaco. La UE ha cerrado filas ahora con Polonia -como en su día hizo con España- y ha advertido a Bielorrusia de que será sancionada nuevamente por su responsabilidad en el envío de miles de migrantes a la frontera con su país vecino, pero está claro que Varsovia no se fía en última instancia de la policía europea como en su día no se fió el Gobierno español.

Migrantes caminan por la playa del Tarajal, el 17 de mayo de 2021, en Ceuta
Migrantes caminan por la playa del Tarajal, el 17 de mayo de 2021, en CeutaAntonio SempereEuropa Press

3. Dos vallas para detener la inmigración irregular

Existen ocho kilómetros de valla con alambradas en Ceuta para separar la ciudad del territorio marroquí. Pese a la vigilancia y al despliegue de policías, cada cierto tiempo se produce una entrada de migrantes irregulares. Polonia aprobó a finales de octubre la construcción de un muro de 2,5 metros de alto a lo largo de su frontera con Bielorrusia (418 kilómetros) para frenar lo que califica de “guerra migratoria” impulsada por Lukashenko. Hasta ahora, Polonia tiene una alambrada pero la llegada sucesiva de migrantes propició la aprobación en el parlamento de 350 millones de euros para un muro que podría tener hasta 5 metros de alto y 300 kilómetros de longitud. Los primeros cien kilómetros de dicho muro se levantarán el próximo verano. Este anuncio vino acompañado del envío de más militares de refuerzo y hasta la fecha hay desplegados 12.000 efectivos de las Fuerzas Armadas en la frontera con Bielorrusia. Las autoridades polacas han anunciado que enviarán más policías de refuerzo y mil voluntarios para frenar la oleada de migrantes. Como sucede en España, las organizaciones no gubernamentales han denunciado en Polonia la violencia policial y las devoluciones en caliente de los refugiados.

4. Polonia acoge a opositores bielorrusos; España, a Ghali

Aunque las relaciones entre España y Marruecos se vienen deteriorando desde hace tiempo, el detonante del envió masivo de irregulares hacia Ceuta fue la acogida en un hospital de Logroño de Brahim Ghali, uno de los líderes del Frente Polisario y enemigo número uno del Gobierno de Rabat, donde se le considera un terrorista. En Bielorrusia no perdonan que el Gobierno polaco haya dado apoyo a los opositores bielorrusos. En Varsovia se encuentra la líder de la oposición Svetlana Tijanovskaya y tras la celebración de los Juegos Olímpicos en Tokio, llegó a Polonia la atleta Krystsina Tsimanouskaya, crítica con el equipo nacional que dirigió el hijo de Luckachenko.

Personas (al fondo), instalan una valla en la playa del Tarajal, a 24 de junio de 2021, en Marruecos.
Personas (al fondo), instalan una valla en la playa del Tarajal, a 24 de junio de 2021, en Marruecos.Antonio SempereEuropa Press

5. Marruecos y Bielorrusia, vecinos incómodos

Bielorrusia es un vecino incómodo para Polonia como Marruecos lo es en muchos sentidos para España. Varsovia ha sido especialmente incisiva en su respuesta verbal a la táctica bielorrusa y ha acusado a Minsk de lanzar un “ataque híbrido contra Polonia” con la entrada masiva de inmigrantes. “El régimen bielorruso está atacando las fronteras polacas y de la UE de un modo sin precedentes”, ha dicho el presidente Andrzej Duda. Bielorrusia está cada vez más aislado en el concierto internacional y solo Rusia emerge como su gran valedor. De hecho, en Polonia se cree que el auténtico cerebro de esta crisis migratoria es el Kremlin.

En el caso de las relaciones hispano marroquíes, la disputa comenzó hace décadas y tiene su mayor punto de fricción en la cuestión saharaui. España no reconoce a la República Árabe Democrática Saharaui (RASD), movimiento independentista, pero mantiene conversaciones con el Frente Polisario, creado en 1973. Los saharauis no existen para la legislación española, pero Rabat no se conforma con eso. Marruecos reclama la soberanía del Sáhara Occidental. Naciones Unidas considera el Sahara Occidental como un territorio no autogobernado, pero reconoce su derecho a llevar a cabo un referendo de autodeterminación.

También son fuente de disputa los territorios españoles de Ceuta y Melilla, cuyo origen como territorios españoles se remonta al siglo XV. Ambas ciudades son la puerta de entrada para cientos de refugiados e inmigrantes que buscan mejores oportunidades en España y Europa. Rabat siempre ha deseado hacerse con el control de estos dos enclaves estratégicos, que tienen el mismo estatus que las regiones autónomas de la península y que desde 1995 gozan de un grado limitado de autogobierno como comunidades autónomas.