Escasez

Cómo varios países construyen “nubes artificiales” para conseguir que llueva y luchar contra la sequía

China, Estados Unidos o incluso España han utilizado este método para combatir la escasez de agua y la falta de lluvias por las altas temperaturas y el cambio climático

Vista de un bajo nivel de agua en el río Vístula en Varsovia, Polonia
Vista de un bajo nivel de agua en el río Vístula en Varsovia, PoloniaMarcin ObaraAgencia EFE

El verano en el hemisferio norte está siendo más largo de lo normal. Las temperaturas son cada vez más altas en esta época del año y la escasez de agua, la falta de lluvias y la sequía está llegando a niveles sin precedentes. Muchos países buscan la manera de evadir la crisis climática, cuyas previsiones no son buenas por el deterioro del medio ambiente. Y uno de los métodos que se están utilizando es el conocido como “siembra de nubes”

Las nubes artificiales es una forma de manipulación del clima. Una práctica que existe desde hace décadas, pero este método de geoingeniería está tomando fuerza en estos últimos años. De este modo, se trata de intensificar el uso de lluvias artificiales, provocando precipitaciones para hacer que “caiga” agua del cielo.

El último territorio en unirse a esta tendencia, China. La ola de calor más larga en décadas y el agotamiento de las reservas de agua, como es el caso del río Yangtsé, que presenta sus niveles más bajos en años, ha llevado al gigante asiático a plantear este tipo de soluciones.

Según explica South China Morning Post, distintos departamentos meteorológicos de las provincias de Hubei o Hunan están utilizando “cazadores de nubes”, aviones que disparan hacia el cielo cohetes con sustancias condensadores como varillas de yoduros de plata para sembrar nubes y provocar lluvias. Las autoridades chinas quieren tener cubierto 5,5 millones de kilómetros cuadrados de estas nubes artificiales, más o menos el 60% de su territorio, con programas de este tipo para mediados de la década.

Pero no es el único país en utilizarlo. En Estados Unidos, por ejemplo, estados como Colorado, California o Utah apostaron por operaciones similares a lo largo de la primavera, tras las previsiones de que el verano podría ser duro. Mientras tanto, en 2019, Emiratos Árabes Unidos atravesaba semanas duras de sequía, con temperaturas que superaban los 50ºC. Sin lluvia ni humedad, se comenzaba a sentir la escasez de agua, lo que obligó a las autoridades a desplegar un ejército de drones preparados para la siembra de nubes artificiales. Un total de 219 operaciones tuvieron lugar para combatir las sequías, y un método que se utiliza a día de hoy

E incluso en España, también se ha podido ver este curioso método. El sistema se ha utilizado en la Comunidad de Madrid o Aragón, aunque a veces, con un objetivo distinto: evitar las granizadas que pueden destruir los cultivos.

¿Provocar la lluvia artificial es un buen método para combatir el cambio climático?

Los científicos dudan sobre si este método es el mejor. Sí es cierto que, a corto plazo, genera gotas pequeñas de agua que crecen y se fusionan entre sí, y finalmente caen como precipitación. Pero los expertos advierten que no es una solución “ni sencilla, ni mágica”, así como a largo plazo tiene, realmente, poco impacto a nivel de general más agua en el cielo.

“No es tan simple y puede que no sea tan prometedora como la gente desea”, advierte el profesor William R. Cotton, de la Universidad de Colorado, a The Conversation. El experto explica que los experimentos que producen nieve o lluvia requieren “el tipo correcto de nubes con suficiente humedad y condiciones adecuada de temperatura y viento”. “Los aumentos porcentuales son pequeños y es difícil saber cuándo la nieve o la lluvia cayeron naturalmente y cuándo se desencadenó por la siembra”, añade.

Según explica el profesor en este medio, una investigación de 2014 en las montañas de Wyoming señalaba que, a pesar de que la región era adecuada para la siembra de nubes, el aumento no pasaría del 1,5%. Por otro lado, citando un estudio de 2020, Cotton explica que apenas veinte minutos después de la siembra “se registró una nevada que dejó la décima parte de un milímetro de nieve en algo más de una hora”. “Puede no ser tan prometedor como se llegó a pensar en su día”.