Funeral
La oportunidad diplomática para Reino Unido
Oportunidad histórica. El funeral de Estado de la reina Isabel II posee un fuerte simbolismo diplomático para la nueva «Global Britain» tras el Brexit
Si alguien tenía dudas sobre qué pasaría con la Monarquía en Reino Unido tras la muerte de Isabel II, la monarca que durante setenta años ha sido símbolo de continuidad, estos días están quedando disipadas con el abrumador apoyo que el pueblo está mostrando a Carlos III y el resto de miembros de la Familia Real.
El nuevo rey se volvió ayer a dar un baño de masas cuando, por sorpresa, se acercó hasta la larga fila de ciudadanos concentrados junto a la orilla del Támesis para dar el último adiós a la soberana, fallecida el pasado 8 de septiembre a los 96 años. En esta ocasión, en lugar de Camila, la reina consorte, lo acompañaba su primogénito, Guillermo, convertido ahora en príncipe de Gales y heredero al trono.
Ambos se mostraron de lo más cercanos estrechando la mano a cientos de ciudadanos a los que quisieron agradecer en persona las muestras de cariño. La anécdota más divertida la protagonizó una mujer que le dio a Carlos III un bolígrafo, lo que despertó una sonrisa en el nuevo monarca que ha tenido problemas con las plumas estos días al firmar los documentos oficiales.
Pese a las bajas temperaturas que hay por las noches, la marea humana no ha cesado desde que el pasado miércoles se instalara la capilla ardiente en el salón de Westminster. La cola se ha llegado a extender durante 14 kilómetros con 24 horas de espera.
Carlos III también quiso realizar una visita a la sede de Scotland Yard, desde donde se dirige una operación policial sin precedentes. Las medidas de seguridad son máximas y ayudaron a detener la noche del viernes a un ciudadano que quiso acercarse hasta el féretro de la monarca. La larga fila se interrumpió tras el suceso, pero una vez fue detenido, se reanudó la cola para acceder al ataúd de Isabel II. Precisamente ayer, fue custodiado por sus ocho nietos en un momento verdaderamente emotivo.
“Vigilia de los Príncipes”
Es la primera vez que los nietos de un monarca realizan lo que tradicionalmente se conoce como la «Vigilia de los Príncipes», protagonizada hasta ahora solo por los hijos. Se llevó a cabo por primera vez en 1936 después de la muerte de Jorge V. Siempre había incluido solo a hombres, pero con Isabel II han estado presentes tanto su hija, la princesa Ana, como sus nietas.
Para la ocasión, y de manera excepcional, se permitió que el príncipe Enrique, hijo menor de Carlos III, llevara uniforme militar, pese haber sido despojado de sus título cuando decidió voluntariamente salir de la Familia Real en 2020 para instalarse junto a su mujer, Meghan, y sus hijos en Estados Unidos.
Al cierre de esta edición, no estaba claro si los duques de Sussex participarían en la recepción que la Familia Real ofrecerá este domingo en el Palacio de Buckingham con mandatarios y otras Casas Reales. Y es que, aunque el funeral de Isabel II del lunes será una cita histórica para que el pueblo pueda despedir a la reina más longeva de la historia del país, marca también una oportunidad diplomática sin igual para una nueva «Global Britain» que busca posicionarse tras el Brexit. Tener alrededor de 500 mandatarios y Casas Reales de todo el mundo concentrados en Londres no es algo que se vea muy a menudo.
Entre los invitados al funeral estará el reyFelipe VI –que tiene lazos de sangre con la familia real británica desde el siglo XIX– y la reina Letizia. Y será meticulosamente analizado el acercamiento –o no– que tengan con el rey emérito Juan Carlos, que se desplazará por su cuenta a la capital británica, pero compartirá hotel con Doña Sofía. Felipe VI y Letizia llegarán este domingo a Londres y pasarán por la capilla ardiente a las 16:10 hora local antes de acudir a la recepción en Buckingham Palace.
Este se trata del primer funeral de Estado que celebra Reino Unido desde la muerte de Winston Churchill en 1965. El de Lady Di (1998), la Reina madre (2002) o incluso el Duque de Edimburgo (2021) fueron sólo ceremoniales. Para despedir al emblemático primer ministro británico, dignatarios de 112 países –incluidos Dwight Eisenhower o Charles de Gaulle– asistieron al servicio religioso celebrado en la Catedral de St. Paul. A pesar de que el funeral se llevó a cabo en el apogeo de la Guerra Fría, la Unión Soviética envió en representación a su viceprimer ministro. La misa fue seguida por televisión y radio por aproximadamente 350 millones de personas en todo el mundo.
La diplomacia en torno a tales eventos es, sin duda, posible. En 1979, inmediatamente después del funeral de Louis Mountbatten –tío abuelo de Carlos III asesinado por el IRA– Margaret Thatcher celebró una cumbre con su homólogo irlandés John Lynch en un momento de gran tensión entre los dos países. La reunión se convirtió en la antesala para poder firmar el acuerdo de Viernes Santo de 1998 que selló la paz entre católicos y protestantes.
Por su parte, en el memorial de Nelson Mandela en 2013, el entonces presidente norteamericano Barack Obama estrechó la mano e intercambió palabras, por primera vez, con el cubano Raúl Castro, allanando el camino para descongelar las relaciones.
En definitiva, la política no es algo que se pueda dejar apartado estos días. La propia primera ministra Liz Truss –que apenas lleva dos semanas en Downing Street– también aprovechará la ocasión para celebrar un pequeño número de reuniones bilaterales aliados clave, entre ellos, Australia y Nueva Zelanda, miembros de «Five Eyes» (cinco ojos), una de las alianzas de espionaje más completas de la historia, creada tras la Segunda Guerra Mundial. Aunque en un principio había también prevista un cita con Joe Biden, se ha pospuesto al miércoles, cuando Truss y el norteamericano se verán en la Asamblea General de la ONU.
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