Ucrania ha instado al mundo a reaccionar después de que otro bombardeo ruso en la región de Donetsk matara al menos a 24 personas que hacían fila para recibir sus pensiones en el pueblo de Yarova. Un grupo de lugareños se agolpó cerca de un vehículo del móvil servicio postal, cuando una bomba rusa los alcanzó.

Un video del lugar mostró cuerpos desmembrados de civiles, en su mayoría ancianos, esparcidos por el suelo. El vehículo del servicio postal resultó dañado y su operadora herida.

«Los rusos sabían exactamente dónde estaban atacando», subrayó Zelenski, destacando que estos ataques «atroces» no deben pasar desapercibidos para el mundo: «Los rusos siguen destruyendo vidas, pero evitan nuevas sanciones fuertes, nuevas reacciones contundentes. El mundo no debe permanecer en silencio. El mundo no debe quedarse inactivo».

Kiev mantiene una política cautelosa para no irritar a Donald Trump, quien hasta ahora no ha implementado sanciones más duras contra Rusia. «Durante demasiado tiempo, no ha habido una presión incrementada sobre Rusia que impacte de manera tangible y sin demora en la maquinaria militar rusa», señaló Zelenski, mientras Kiev espera que un esfuerzo conjunto con Europa pueda convencer a Washington de cumplir su promesa de castigar a Rusia por ignorar los esfuerzos de paz.

La propaganda rusa afirma estar «salvando» a la gente en la región de Donetsk, pero solo trae «muerte, horror y destrucción», reaccionó también el ministro de Asuntos Exteriores, Andri Sibiga.

El pueblo de Yarova se encuentra en el distrito de Liman de la región oriental. En las últimas semanas, las fuerzas rusas avanzaron unos 4 kilómetros en la zona, como parte de su intento de capturar la totalidad de la región de Donetsk, de la cual, un 25% permanece bajo control ucraniano.

Rusia bombardea esta zona densamente poblada para destruir infraestructuras y cualquier objeto que pueda servir para la defensa o proporcionar cobertura a los soldados ucranianos.

Aunque cientos de lugareños huyen cada día, cientos de miles permanecen en la región, reacios a abandonar sus hogares. Quienes se quedan, corren el riesgo de morir por los ataques diarios con artillería, drones y bombas de aviación, muchas de las cuales pesan entre 250 y 500 kg. Miles de estas bombas son lanzadas cada mes por aviones rusos desde fuera del alcance de las defensas aéreas ucranianas, a pesar de su conocida imprecisión.

«Instamos a nuestros socios europeos, a EE UU, a los miembros del G20 y a todos los que valoran la vida humana y la Carta de la ONU, a tomar medidas”, subrayó Sibiga.