25 años de un acuerdo histórico

La carta secreta del padre Alec que inició el proceso paz en Irlanda del Norte

El Monasterio Redentorista de Clonard de Belfast fue un centro de reuniones secretas entre John Hume y Gerry Adams

El Monasterio Redentorista de Clonard es una iglesia católica situada en la interfaz entre la zona nacionalista de Falls Road y la protestante unionista de Shankill Road en el oeste de Belfast. Su párroco se llamaba Alexander Reid, pero todo el mundo le conocía como Alec. Su fotografía en 1988 asistiendo en el suelo a dos soldados británicos asesinados por el IRA simbolizó uno de los momentos más trágicos de los llamados «Troubles», el sangriento enfrentamiento en Irlanda del Norte entre ambas comunidades.

En aquel momento, nadie lo sabía. Pero llevaba en su bolsillo una carta de Gerry Adams para John Hume. El líder del Sinn Fein, el brazo político del IRA, planteaba al responsable del Partido Socialdemócrata y Laborista (SDLP, por aquel entonces formación mayoritaria entre la comunidad republicana) encontrar una solución al conflicto. El Monasterio se convirtió en centro de reuniones secretas. Y diez años más tarde llegaba el histórico Acuerdo de Viernes Santo.

Tras tres décadas teñidas de sangre con más de 3.500 muertos, católicos republicanos y protestantes monárquicos, en definitiva, aquellos que quieren la reunificación de la isla de Irlanda y aquellos que quieren seguir siendo parte del Reino Unido terminaban con la violencia.

En las negociaciones estuvieron involucrados tanto Londres y Dublín, como Washington. Teniendo en cuenta que muchos de los protagonistas no podían ni mirarse a la cara, las cosas no fueron fáciles. Pero David Trimble, líder de los Unionistas del Ulster, y John Hume, SDLP, acabaron compartiendo luego el Premio Nobel de la Paz por su valentía.

Por su parte, Adams mostró un coraje de otro tipo. Habiendo fracasado en expulsar a los británicos a punta de pistola, supervisó la destrucción del arsenal del IRA, aun sabiendo que podrían matarlo por ello. Y respecto al párroco Alec, su papel no se supo hasta mucho tiempo después. Pero, al fin y al cabo, nadie buscaba la gloria personal. El objetivo era poner fin a las bombas y disparos en una región que no llega a los dos millones de habitantes. Todo el mundo sabía quién estaba matando a quién.

La clave del acuerdo del 10 de abril de 1998 residió en dar a todos simplemente lo suficiente. Católicos y protestantes deben gobernar en coalición. Y los votos clave en la Asamblea de Belfast deben ser aprobados por mayorías que representen a ambas comunidades. Esto protegía los intereses de la minoría nacionalista, incluso mientras Irlanda del Norte seguía siendo británica.

Por otra parte, se planteaba el requisito de celebrar un referéndum sobre la unificación de Irlanda si existen pruebas de que la sociedad así lo demanda. La antigua Royal Ulster Constabulary, que era solo un 8% católica, se transformó también en el Servicio de Policía de Irlanda del Norte, que ahora tiene un 32% de sus agentes católicos. Y los presos de ambos lados quedaron en libertad.

Los términos fueron suficientes para casi las tres cuartas partes de una población desgastada por incesantes atrocidades. En referéndums seis semanas después, el 71% del electorado de Irlanda del Norte y el 94% de la República de Irlanda votaron a favor del pacto.

Pasear ahora por el centro de Belfast es una experiencia completamente distinta. Nada queda ya del «anillo de acero» que un día rodeó los centros comerciales obligando a la gente a pasar por distintas medidas de seguridad para verificar que no llevaran bombas. Cuando las nuevas generaciones ven las fotos de aquella época no dan crédito. Con sus pubs, teatros, restaurantes, la capital norirlandesa podría pasar por cualquier otra ciudad europea.

Pero en realidad, aunque la violencia es ya mínima -porque los grupos disientes siguen actuando- la integración entre ambas comunidades sigue siendo una utopía. Todavía hay alrededor de 100 «Muros de Paz» que separan los barrios. Los muros más altos precisamente están a pocos metros del Monasterio Redentorista de Clonard.

Asimismo, existen 70 escuelas integradas con 25.000 alumnos, pero eso aún representa sólo el 7% de los estudiantes. Alrededor del 92% de los niños siguen creciendo sólo rodeados de protestantes o católicos.

Los números siempre han sido críticos para Irlanda del Norte. Sus límites se trazaron cuidadosamente hace un siglo para abarcar seis de los nueve condados de la provincia de Ulster, asegurando que los católicos, que se oponían a la partición, fueran una minoría. Pero la mayoría protestante hace tiempo que desapareció. El censo del año pasado confirmó que los católicos ahora superan en número a los protestantes, aunque tampoco son mayoría. Los grandes protagonistas son ahora los que no se identifican con ninguna de las dos comunidades.

En este sentido, el investigador Paul Nolan, asegura que «con tres equipos ahora en juego, nadie sabe cómo terminará el partido». Sobre todo teniendo en cuenta que el Brexit ha dificultado aún más las cosas en torno a una frontera entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte, una frontera físicamente inexistente, pero con tremendas repercusiones para una región repleta de singularidades.