Reino Unido
Liz Truss hunde la libra, se pelea con los mercados y lleva a Reino Unido al desastre en un mes en el cargo
Tras ganar el pasado 5 de septiembre las primarias del Partido Conservador, son muchos los diputados de sus propias filas que piden ya su dimisión
Liz Trussaspiraba a convertirse en la próxima Dama de Hierro. Desde joven sintió fascinación por Margaret Thatcher. Pero, en su lugar, podría ir más encaminada a ser la `Kim Campbell del Reino Unido´. La que fuera primera ministra canadiense protagonizó uno de los mandatos más breves que se recuerden de la historia: en concreto, 132 días. Con la nueva inquilina de Downing Street la situación es aún más dramática. No lleva ni un mes en el cargo y ya son muchos diputados de sus propias filas los que piden su dimisión.
Tras ganar el pasado 5 de septiembre las primarias del Partido Conservador, la nueva líder tory aspiraba a darse un baño de masas en la conferencia que la formación celebra estos días en Birmingham. Pero nada más lejos de la realidad. El único objetivo ahora es intentar limitar los daños ante la preocupación que existe por las últimas encuestas, donde la oposición laborista llega a sacar hasta 33 puntos de ventaja.
Se supone que todo líder tiene garantizada una pequeña luna de miel al inicio de su mandato. Pero los primeros días de Truss están siendo de lo más que turbulentos. Desde que su Gobierno anunciara el pasado 23 de septiembre su gran apuesta con los mayores recortes de impuestos desde 1972 con el objetivo de impulsar el crecimiento de un país ya en recesión y una inflación disparada, la libra ha caído a mínimos históricos respecto al dólar.
El ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, ya ha adelantado que se pedirá a los ministerios que recorten gastos y a la Oficina de responsabilidad presupuestaria (OBR, en inglés), que supervisa las finanzas públicas, que prepare un informe sobre el crecimiento, la inflación y la deuda. El Chancellor prevé precisar su plan de reducción de la deuda en una intervención parlamentaria el próximo 23 de noviembre. Pero son cada vez más las voces dentro de las propias filas tories las que piden que el anuncio se adelante porque la situación es crítica.
El Banco de Inglaterra se ha lanzado a comprar bonos británicos, después de que la industria de fondos de pensiones estuviera a punto de colapsar. Ante la preocupación de que los tipos de interés lleguen al 6% en los próximos meses, el número de hipotecas canceladas por algunas entidades duplica ya el registrado en la pandemia. Y el propio Fondo Monetario Internacional ha pedido a Downing Street que revalúe su estrategia.
No se puede decir que los planes de Truss pillaran por sorpresa. Ha hecho exactamente lo que repitió por activa y pasiva durante toda la campaña de las primarias conservadoras. Pero incluso sus partidarios definen lo que está pasando estos días como “debacle”, “desastre autoinfligido” o “incompetencia asombrosa”. Y no hay que olvidar que Truss está en Downing Street por ganar unas primarias no por tener una victoria en las urnas, por lo que su autoridad en la calle está más que cuestionada.
Los escándalos del Partygate que forzaron la dimisión de Boris Johnson planteaban dudas sobre la moralidad de la clase dirigente. Pero los ciudadanos seguían más o menos con sus vidas. Ahora, sin embargo, es todo muy distinto. Son muchos los que tienen problemas para conseguir hipotecas y llegar a fin de mes. Una moneda débil no solo se ve como signo de una economía débil, sino también como reflejo de un Ejecutivo fallido. En prácticamente todos los casos, cada devaluación de la libra ha jugado un papel importante en la caída del Gobierno de turno. Y a los tories además hay que sumarles el desgaste de llevar doce años en el poder.
El problema es que cambiar ahora, de nuevo, de líder sería kamikaze. Por lo tanto, por muy tensos que estén los ánimos, el objetivo es intentar evitar mostrar una imagen de división. Pese a las críticas, la nueva primera ministra defiende su gran apuesta y no está dispuesta a cambiar de opinión. Pero de no hacer nada, los mercados seguirán castigando la moneda.
Por lo tanto, aunque no existe consenso sobre los pasos que deben darse, la opción que cuenta con más posibilidades es que la implementación de algunas de la controvertidas medidas se retrase, como por ejemplo, la de abolir la tasa máxima del 45% del impuesto sobre la renta -pagada solo por los más ricos-. Se considera especialmente tóxica frente a las demandas de aumentos salariales por parte de los trabajadores del sector público.
El sector ferroviario volverá a paralizar el país para pedir mejoras salariales este miércoles, cuando concluye la conferencia del Partido Conservador. Muchos de los asistentes no se quedarán por tanto hasta el final para evitar precisamente tener problemas para regresar a casa. Esto ha llevado a cancelar la tradicional fiesta de la última noche. Truss se quedará sin su amado karaoke. Pero quizá sea lo mejor. Porque, francamente, los ánimos no están especialmente eufóricos.
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