Dos años de la invasión ilegal

Los ucranianos no ven otra opción que seguir la guerra contra los rusos para ganar la paz

Los soldados ucranianos están exhaustos tras dos años de conflicto armado pero la población se mantiene optimista sobre su futuro a pesar de la disminución de la ayuda occidental

De la revolución al genocidio: una generación de ucranianos en sólo tres imágenes”, reza un tuit reciente de Maxim Eristavi, periodista ucraniano. Las fotografías son de un joven sonriente, Roman Ratushnyi, que fue asesinado cerca de Izium en 2022 a la edad de 24 años. En la primera aparece durante las protestas del Euromaidan, conocidas también como la Revolución de la Dignidad, en Kyiv hace una década. La segunda con uniforme militar hace dos años. En la tercera está vestido de civil y la fotografía está colgada en su tumba.

Al igual que miles de ucranianos, Ratushnyi salió a las calles en 2013 para reorientar el país hacia Occidente y evitar que caiga en una dictadura corrupta bajo el gobierno prorruso de Viktor Yanukovich. Pero también lo hizo para proteger su dignidad, ante la represión de los manifestantes. El asesinato de un centenar de ellos a manos de francotiradores conmocionó profundamente al país. Sin embargo, la caída del régimen trajo esperanzas de cambio y desarrollo democrático. Para millones de ucranianos que trabajaron o viajaron a Occidente, estaba claro que su futuro sólo podía estar en Europa. Para el presidente ruso, Vladimir Putin, una Ucrania próspera podría convertirse en una amenaza.

Inmediatamente estalló una guerra que abrió una herida en el cuerpo y el alma del país. En lugar de volcarse en las reformas, los voluntarios se trasladaron desde Maidan hacia el Este. Ayudaron a frenar el avance ruso en Donbás, a pesar de que era demasiado tarde para hacer algo respecto tras la bien planificada anexión de Crimea en 2014. Si bien Volodimir Zelenski fue elegido presidente de Ucrania con la promesa de poner fin a la guerra alcanzando una solución diplomática, Putin desestimó esta propuesta y apostó por una guerra relámpago en la primavera de 2022 para restablecer su control sobre Ucrania de una vez por todas.

A pesar de los avances rusos, el ejército ucraniano conservó su capacidad, confiando casi exclusivamente en sus viejas armas, mientras decenas de miles de hombres y mujeres se ofrecieron como voluntarios para unirse a la lucha.

La brutalidad de la invasión de un país europeo provocó una oleada de millones de refugiados y la tenacidad de los soldados ucranianos y sus líderes impulsaron a los aliados occidentales a aumentar su apoyo a Ucrania. Las fuerzas rusas, sobrecargadas ante tal resistencia, tuvieron que huir primero de los alrededores de Kyiv y el norte. Luego fueron derrotadas en Jarkiv y en Jerson, el único centro regional capturado en los dos últimos años.

Sin embargo, la contraofensiva del verano de 2023 fue detenida por el muro de defensa ruso en el sur, que el ejército invasor levantó mientras Ucrania esperaba las entregas de armas modernas. Las esperanzas de un rápido final de la guerra han desaparecido.

A pesar de las pérdidas, Rusia sigue empeñada en lograr una victoria total en Ucrania. “Esta es una guerra existencial”, alega Putin. Ya no se siente amenazado por los dos oponentes más potentes, Prigozhin y Navalni asesinado hace una semana. La producción militar en Rusia está creciendo. Están llegando cientos de misiles y drones desde Corea del Norte e Irán. Mientras que Europa avanza solo lentamente para aumentar su propia producción y Estados Unidos corre el riesgo de suspender por completo su ayuda militar a Ucrania.

Muchos ucranianos creen que Occidente podría ser mucho más decisivo y más activo, en lugar de reactivo. La vacilación envalentona a Putin. Invitar a Ucrania a convertirse en miembro de la OTAN podría ser uno de esos pasos audaces, proporcionando una garantía de seguridad más sólida que los acuerdos bilaterales que Ucrania ha estado firmando con varios gobiernos. Los expertos creen que sería también una forma más rápida y económica de disuadir a Putin.

La defensa ucraniana sí que ha abierto las puertas a la membresía del país en la UE, brindando una visión de un futuro más estable y próspero. Las cuestiones de la ayuda militar inmediata ocupan un lugar prioritario en la mente de los ucranianos. “Sobre todo necesitamos municiones porque nuestros seres queridos mueren cada día de retraso”, es la sensación común.

La guerra está cobrando un alto precio entre los ucranianos. Millones de familias siguen separadas y los soldados están exhaustos tras años de lucha. El 9% de todos los edificios han sido dañados o destruidos. No se sabe cuándo sus propietarios podrán regresar a sus hogares en la línea del frente o en las regiones ocupadas, donde Rusia se está moviendo rápidamente para asimilar a la población restante, imponiendo su ciudadanía y eliminando rastro de Ucrania. Muchos soldados sienten que es injusto que otros eludan la movilización.

También hay cierto grado de desesperación con las noticias falsas que circulan en el entorno trumpista donde se hace hincapié en los problemas exagerados del gobierno ucraniano. En Ucrania no hay ninguna ilusión con que el país no necesite amplias reformas para construir una sociedad efectiva, basada en reglas transparentes, pero también se reconoce que se han dado grandes pasos hacia adelante mientras se libra la guerra existencial brutal.

La creciente fatiga y cierta decepción con algunos aliados no se traducen en pánico o disposición a rendirse. Al igual que hace uno o dos años, tres tercios de los ucranianos están dispuestos a seguir luchando durante el tiempo que sea necesario, según las encuestas. No ven otra opción para salvar sus vidas y su identidad frente al enemigo, para quien Ucrania y los ucranianos simplemente no tienen derecho de existir.

“Aunque después de casi dos años vemos una cierta disminución de la confianza en la victoria, la mayoría absoluta de los ucranianos sigue optimista”, afirma Instituto Internacional de Sociología de Kyiv.

La muerte de Roman Ratushnyi, así como las de miles de otros hombres y mujeres a causa de las bombas, las balas y las torturas rusas, son tragedias que los ucranianos tienen que revivir día a día mientras dure la invasión. La paz es lo que todos quieren. Sin embargo, existe la sensación de que estas muertes no deberían ser en vano, para evitar nuevas tragedias como las de Bucha y Mariupol y detener a Rusia de una vez por todas. Y para que la próxima generación de ucranianos pueda convertirse en la primera en vivir sin tener que afrontar una guerra para sobrevivir.