Oriente Próximo

Estados Unidos asegura que responderá «de manera consecuente» mientras Irán se desvincula del ataque

Teherán afirma «no tener nada que ver» con la agresión a una base en Jordania en la que murieron tres soldados estadounidenses

El bombardeo perpetrado en la madrugada del domingo por una milicia proiraní contra una base estadounidense en Jordania puede haber trazado ya irremisiblemente un punto de no retorno en el conflicto multifrente abierto en Oriente Medio. La Administración Biden asegura que responderá «de forma consecuente» a la agresión, en la que murieron tres militares estadounidenses y 34 resultaron heridos, mientras Irán trata de desvincularse del ataque para evitar la escalada.

El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional John Kirby ha afirmado en una entrevista con la CNN que el presidente estadounidense Joe Biden «responderá» al ataque del domingo «de una manera muy consecuente». «Pero no buscamos una guerra con Irán. No buscamos un conflicto más amplio en Oriente Medio», añadió.

El mandatario estadounidense ya había atribuido el domingo el ataque con drones a milicias radicales vinculadas a Irán y advertido de que no quedará impune. Al mismo tiempo, la alianza de grupos armados denominada Resistencia Islámica en Irak reivindicaba la autoría precisando haber golpeado tres bases en territorio sirio, entre ellas las de Al Tanf y Rukban, muy cercanas entre sí, en la frontera con Jordania.

Es la primera vez en que pierden la vida soldados estadounidenses desde el estallido de la guerra entre Israel y Hamás. El Pentágono eleva hasta los 150 los ataques llevados a cabo por milicias pro Teherán radicadas en Siria e Irak –una parte importante de los mismos fue reivindicada por la citada Resistencia Islámica– contra intereses de Estados Unidos y aliados desde mediados de octubre.

Desde Teherán, las autoridades de la República Islámica insistían en desvincularse del ataque ocurrido a primera hora del domingo pasado. Por medio del representante permanente ante la ONU, el régimen de los ayatolás afirmó no tener «ningún vínculo ni nada que ver con el ataque a la base estadounidense», que atribuyó a un «conflicto entre Estados Unidos y los grupos de resistencia de la región», según un boletín de la agencia oficial iraní IRNA.

Por su parte, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, Naser Kanani, aseveró que los «grupos de resistencia» en la región no reciben órdenes de Irán, y que el régimen «no interfiere en sus decisiones sobre cómo apoyar a la nación palestina o protegerse a sí mismos y al pueblo de su país de cualquier agresión y ocupación».

Según recoge otra nota la agencia oficial IRNA el portavoz ministerial afirmó que «desde el inicio de la actual crisis en Gaza, la República Islámica de Irán ha advertido reiteradamente sobre el peligro de ampliar el alcance del conflicto en la región debido a los continuos ataques del régimen sionista contra el pueblo palestino, así como al amplio apoyo de Estados Unidos al genocidio de los palestinos en Gaza y Cisjordania».

El portavoz del Ministerio de Exteriores iraní fue más lejos y calificó de las acusaciones sobre la vinculación de la agresión ocurrida en Jordania como «una conspiración de quienes ven sus intereses en arrastrar a Estados Unidos a una nueva batalla en la región e incitarlo a ampliar y escalar la crisis para encubrir sus problemas».

Con todo, el régimen teocrático trata de preservar una imagen de dureza y ha anunciado la ejecución en la horca de cuatro hombres acusados de espiar para Israel. De la misma manera los medios propagandísticos iraníes han destacado la visita a Islamabad del ministro de Exteriores iraní pocos días después del cruce de fuego entre los ejércitos de Irán y Pakistán con la inequívoca intención de manifestar normalidad.

Si, consciente de su inferioridad militar, el régimen de los mulás es reacio a una confrontación abierta con Estados Unidos e Israel, no menos reticente es la Administración Biden, que se emplea a fondo desde hace semanas en una negociación con los distintos actores regionales con el objetivo de lograr una tregua entre Tel Aviv y Hamás en Gaza y así evitar una escalada bélica regional.

Mientras tanto, los gobiernos de Jordania, Egipto y Bahréin condenaron el ataque del domingo. Desde el Ejecutivo jordano se deploró «el ataque terrorista que tuvo como objetivo una posición avanzada en la frontera con Siria», golpeando a las tropas estadounidenses «que cooperan con Jordania para hacer frente al terrorismo y asegurar la frontera».

Por su parte, el portavoz de Hamás, Sami Abu Zuhri, dijo que la muerte de los soldados «es un mensaje para el Gobierno estadounidense, de que a menos que el asesinato de inocentes en Gaza se detenga, podría enfrentarse a toda la nación» musulmana. «La continuación de la agresión estadounidense-sionista en Gaza podría causar una explosión regional», añadió el representante de la organización islamista suní en control total desde 2007 de los destinos políticos y militares de la Franja.

Los equilibrios de Teherán para evitar la escalada

En una línea similar a la mantenida durante los cerca de cuatro meses transcurridos desde la agresión de Hamás en Israel, las autoridades de la República Islámica han vuelto a marcar distancias con la acción de las distintas fuerzas proxy que atacan simultáneamente desde entonces los intereses occidentales en Oriente Medio, desde los bombardeos de Hizbulá contra Israel desde el Líbano hasta los ataques de los hutíes en aguas del mar Rojo pasando por distintas milicias chiitas radicadas en Siria e Irak y la propia Hamás en Gaza, autora de la matanza de los kibutz del 7 de octubre. Al tiempo que los portavoces del régimen de los mulás aseguran que el «eje de la resistencia» es autónomo y soberano, no han evitado celebrar cada una de sus agresiones.