Ejército Popular de Liberación
Xi Jinping presume de nuevo jefe de la Armada china en plena escalada de tensiones marítimas
Los nombramientos llegan tras las purgas de Xi para consolidar la lealtad en las altas esferas del poder político y militar
A falta de designar un nuevo ministro de Defensa, China ha sido testigo de un significativo cambio en su jerarquía militar, lo que demuestra la intrincada dinámica que rige el panorama de las fuerzas armadas del país. En esta ocasión, el presidente de la Comisión Militar Central, Xi Jinping, confirió el más alto grado de general en servicio activo a dos destacados oficiales del Ejército Popular de Liberación (EPL). Los destinatarios de este reconocimiento fueron Wang Wenquan, comisario político del Mando del Teatro Sur, y Hu Zhongming, comandante de la Armada.
Se trata de una cuidadosa selección de oficiales militares para un rápido ascenso a puestos clave en este estamento, en una señal tanto del deseo de Xi de consolidar el respaldo militar, como de su creciente preocupación por los retos de seguridad emergentes en la región y más allá.
Las promociones llegan en un momento en que China ha reanudado la comunicación militar de alto nivel con Estados Unidos la semana pasada, después de más de un año desde que Pekín interrumpiera las líneas de comunicación tras un viaje no anunciado a Taiwán de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi.
Así, por videoconferencia, el general del Ejército Popular de Liberación Liu Zhenli se reunió con el jefe del Estado Mayor Conjunto, CQ Brown Jr, para tratar diversos asuntos de seguridad mundial y regional.
Por otra parte, los últimos nombramientos adquieren una significativa relevancia en el marco de las purgas políticas llevadas a cabo por Xi en los últimos años. Estas cribas han tenido como objetivo principal consolidar el control y la lealtad del mandatario chino sobre las altas esferas del poder político y militar del país, con el propósito de eliminar cualquier amenaza potencial a su liderazgo y reforzar su control.
Estas medidas han generado inquietud y especulaciones tanto dentro del país como a nivel internacional, ya que se perciben como una estrategia para asegurar su influencia en la toma de decisiones clave.
El contexto político en el que se enmarcan las últimas designaciones no es ajeno a las crecientes tensiones en el Mar del Sur de China. La región ha sido escenario de disputas territoriales entre China y varios territorios vecinos, como Vietnam, Filipinas y Taiwán. La militarización de algunas islas y la construcción de instalaciones militares por parte del gigante asiático han exacerbado estas tensiones, generando preocupación en la comunidad internacional.
Es más, a raíz de los recientes enfrentamientos marítimos, el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, declaró hace una semana a su homólogo filipino, Enrique Manalo, que las relaciones entre ambos países atraviesan "serias dificultades”.
El último foco de la tensa disputa se ha centrado en el atolón “Second Thomas Shoal”, donde buques de ambas naciones se han encarado por los intentos filipinos de reabastecer a un buque que encalló allí en 1999.
Unos incidentes que llevaron a funcionarios estadounidenses y filipinos a reafirmar un tratado que obliga a Washington a acudir en defensa de Manila en caso de ataque armado.
Las purgas de Xi
El todopoderoso Xi ha sacudido los estamentos militares y de asuntos exteriores de China en los últimos meses, al sustituir abruptamente a varios altos mandos del Ejército y al ministro de Asuntos Exteriores del país. Unas destituciones de lo más sorprendentes dado que Xi había ascendido a muchos de estos mismos oficiales a dirigir sus organizaciones menos de un año antes.
El escándalo de las desapariciones ministeriales comenzó en julio, cuando el entonces canciller Qin Gang se ausentó durante semanas y fue destituido precipitadamente de su cargo, sin motivo aparente. Según los informes difundidos hace unos meses, fue cesado tras haber engendrado un hijo en Estados Unidos en el transcurso de una relación extramatrimonial con una periodista de la que se venía rumoreando desde hacía tiempo, mientras ejercía de embajador en Washington, lo que podría haber puesto en peligro la seguridad nacional china.
Además, en agosto se supo de nuevas purgas, con la destitución de dos de los más altos cargos de la Fuerza de Cohetes del Ejército Popular de Liberación -que supervisa los arsenales nucleares y de misiles terrestres del país-, en un aparente intento de instalar a funcionarios más leales y acabar con la corrupción en el seno de este cuerpo.
Con todo, las preocupaciones en torno al gobierno de Xi aumentaron debido a la misteriosa ausencia del ministro de Defensa, Li Shangfu. Al parecer, se le vio por última vez en público el pasado 29 de agosto, y podría estar siendo investigado, junto con otros ocho altos cargos, por presunta corrupción durante su mandato al frente de la unidad de adquisición de material militar.
Cabe destacar que la titularidad de defensa es un cargo nominal en la estructura de gobierno del país, encargado específicamente de la diplomacia militar, de reunirse con oficiales del Ejército extranjeros y de representar a China en ultramar.
Las desapariciones de Qin y Li han avivado en algunos círculos la preocupación por la posibilidad de que estalle una crisis con mayor facilidad, especialmente a medida que prosigue la intensa actividad militar china cerca de Taiwán y la debilitada economía de la potencia asiática se enfrenta a vientos en contra.
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