Política

Los otros escándalos que llevan a dimitir a los políticos en Europa: porno, hurtos y vacaciones pagadas

La corrupción no es la única razón que arruina una carrera política

El exdiputado conservador británico Neil Parish
El exdiputado conservador británico Neil Parish neilparish.co.ukAgencia EFE

Los países nórdicos tienen fama de ser más exigentes que el resto en los estándares que su población exige a sus representantes. De ahí que con frecuencia sorprenda en el sur de Europa los motivos por los que los políticos septentrionales renuncian a sus cargos.

El último ejemplo es el del diputado izquierdista noruego y líder del Partido Rojo, Bjørnar Moxnes, que fue pillado robando unas gafas de sol en el aeropuerto de Oslo en junio. En un primer momento, Moxnes admitió el error y se justificó diciendo que había olvidado que tenía las gafas entre su equipaje fuera de la tienda, pero luego cambió su versión en varias ocasiones. El diario "VG" publicó un vídeo de vigilancia que mostraba al diputado sustrayendo las gafaas de la tienda de Hugo Boss. “Lo que me pasó por la cabeza fue que me aterrorizaba que pudiera causar daño al partido volviendo atrás y diciendo que había traído las gafas sin pagarlas y que se podía convertir en un asunto grave”, contó Moxnes a los periodistas.

Quien no cometió un delito, como luego la Justicia dictaminó, fue la ex viceprimera ministra sueca Mona Sahlin, que se vio obligada a dimitir a mediados de los noventa por haber usado la tarjeta de crédito oficial para comprar chocolatinas, cigarrillos y pañales. Su prometedora carrera en el Partido Socialdemócrata (SAP) sufrió un inesperado parón hasta que se convirtió en la primera mujer en ser elegida líder de la formación en 2007.

Aparentemente más inocente fue el caso del diputado esloveno Darij Krajcic, que acabó dimitiendo por haber robado un bocadillo de una tienda de Liubliana ante la presión de sus compañeros.

Los "desinteresados" regalos o tratos de favor recibidos mientras ejercían un cargo público también son frecuentes motivos para fulminar carreras políticas. Ese fue el caso de Michélle Alliot-Marie, la primera mujer en dirigir la diplomacia francesa, que renunció a su cargo el 27 de febrero de 2011 tras haber aceptado unas vacaciones pagadas por un empresario cercano al presidente tunecino, Ben Ali, en plenas protestas populares contra su régimen.

En Alemania, por su parte, el ex presidente conservador Christian Wulff se vio obligado a dimitir en febrero de 2012 tras revelarse que había recibido un préstamo ventajoso de un amigo empresario, así como diferentes regalos y viajes.

El sexo es, sin duda, otro quebradero de cabeza para los políticos incluso en Europa, mucho más laxa en este sentido que Estados Unidos. El año pasado, el diputado conservador Neil Parish, pillado viendo porno en su teléfono móvil en plena sesión en la Cámara de los Comunes, presentó su dimisión tras haber sido suspendido del Partido Conservador. Parish dijo que pudo abrir por «equivocación» el vídeo porno, si bien varias diputadas fueron testigos y una secretaria de Estado, cuya identidad no había sido revelada, aseguró haberlo visto hacer lo mismo durante una sesión en un comité.

Pero más grave que ver porno en el Parlamento es que circule un vídeo porno de un hombre casado y padre de tres hijos con su amante. Este fue el caso de Benjamin Griveaux, el candidato elegido inicialmente por le partido de Emmanuel Macron, la República en Marcha, para arrebatar la Alcaldía de París a la socialista Anne Hidalgo en las elecciones de 2020.

Piotr Pavlenski, un artista ruso refugiado en Francia y condenado en 2019 a un año de prisión por incendiar una sede del Banco de Francia, se atribuyó la difusión del vídeo para desenmascarar a un candidato que estaba apoyando su campaña en el modelo de familia tradicional. “Es alguien que siempre hace referencia a los valores familiares, que se autodenomina el alcalde de las familias parisinas y pone siempre como ejemplo a su esposa y a sus hijos. Pero en su vida diaria hace todo lo contrario”, aclaró.

Pero sin duda lo que los ciudadanos menos toleran es que los políticos lleven una vida de lujo a cuenta del erario público. En pleno terremoto de Haití de 2010, que dejó 316.000 muertos. el ministro francés de Desarrollo, Alain Joyandet, llegó a una conferencia de ayuda internacional celebrada en Martinica en un jet privado por valor de 116.500 euros.