Política

París

Un cómico del odio

Dieudonné M'Bala M'Bala / Humorista francés

«Le Mur» El cartel de Dieudonné en el Teatro de la Main d'Or en París, donde programan su función
«Le Mur» El cartel de Dieudonné en el Teatro de la Main d'Or en París, donde programan su funciónlarazon

Si ha existido una nación europea donde el antisemitismo haya sido transversal en términos políticos y sociales, ésa ha sido Francia. Ya durante el «affaire» Dreyfus, de la extrema derecha a la extrema izquierda, la sociedad gala se manifestó furiosamente anti-semita viendo unos en el oficial judío a un enemigo de la patria y otros, a un explotador del pueblo. Ese antisemitismo específico explica, en no escasa medida, la controvertida trayectoria del cómico Dieudonné M'Bala M'Bala, un hijo de francesa y camerunés y gerente del teatro Main d'Or que ha unido sus manifestaciones artísticas a soflamas de acentuado carácter judeófobo. El antisemitismo de M'Bala M'Bala comenzó relativamente tarde.

De hecho, hasta 1997, fue pareja artística de un artista judío llamado Élie Semoun. La relación duró hasta que Semoun acusó de estafa a M'Bala M'Bala y disolvió el dúo. M'Bala M'Bala no dejó el mundo del espectáculo, pero sí saltó con decisión a la política presentándose a las legislativas en una alianza de extrema izquierda desde la que resultaba no sólo aceptable sino incluso obligado agredir a los judíos como culpables de todos los males desde la crisis económica al conflicto de Oriente Medio. En 2000, M'Bala M'Bala fue uno de los protagonistas de la Marcha de los Pueblos Negros de Francia, destacándose por un discurso en que negaba el Holocausto y achacaba las desdichas del mundo al sionismo.

Estaba ya a un paso de acercarse al Irán de los ayatolás, pero también al Frente Nacional y a que Jean-Marie Le Pen se convirtiera en padrino del tercero de sus hijos. M'Bala M'Bala había dejado de confiar en las soluciones de la extrema izquierda para adherirse a la extrema derecha. Sin embargo, siguiendo una siniestra tradición francesa, su chivo expiatorio seguía y sigue siendo el mismo. Los judíos eran y son el espantajo blandido por él como chivo expiatorio de una situación social cada vez más deteriorada.

De manera nada sorprendente, en una Francia donde el tema de la colaboración y las deportaciones en la Segunda Guerra Mundial continua siendo tabú, M'Bala M'Bala no podía quedar impune. Condenado una docena de veces por incitación al odio racial, el humorista se ha convertido ahora en objetivo prioritario de Manuel Valls, el ministro del Interior francés, al que recientemente se tachaba de racista por criticar a los gitanos.

La reacción de distintos grupos de extrema izquierda ha sido la de acusar al ministro socialista de recortar la libertad de un artista que gusta de caldear a los musulmanes de los suburbios realizando «la quenelle», un saludo nazi apenas disimulado que el propio futbolista Anelka no ha dudado en repetir en honor de M'Bala M'Bala. Razones no le faltan al ministro de origen español Manuel Valls para intentar contener una incitación al antisemitismo verdaderamente bochornosa y con un pavoroso pasado en Francia. Sin embargo, no es menos cierto que su acción puede estar no poco relacionada con el deseo de evitar un desbordamiento electoral que protagonizaría un Frente Nacional cuya fuerza procede en no escasa medida de la antigua izquierda y en ascenso en los tradicionales feudos comunistas. Así, el recurso al chivo expiatorio de siempre se vería entrelazado con el del mero electoralismo de cara a las citas de marzo y mayo.